¿Quién no ha disfrutado de series como Sailor Moon, Dragon Ball o Los caballeros de Zodiaco de niño? Lejos de obedecer simplemente al entretenimiento infantil, la animación japonesa goza actualmente de un estatus universal y una variedad de opciones dentro del estilo. Analizamos el trasfondo y el impacto cultural del anime en la cultura occidental.
Nota y estilismo: Matías Irala
Producción: Juan Ángel Monzón
Fotografía y edición digital: Natalia Planás
Recientemente Netflix anunció el remake del clásico Los caballeros del Zodiaco. Bajo una producción totalmente nueva, Seiya y sus amigos resucitarán de la mano de la conocida plataforma de streaming con doce capítulos que pretenden ser un cachetazo de nostalgia para sus seguidores de antaño. Por lo pronto, la empresa estadounidense ha anunciado que en los próximos meses más propuestas de series de anime irían colándose dentro de su biblioteca.
¿Qué ha permitido a la animación japonesa calar tan profundo hasta convertirse en un fenómeno global? Un punto a favor es el uso de diversos perfiles psicológicos por parte de los creadores para la construcción de los personajes animados. Estos perfiles se mantienen a lo largo de las historias, llevan a los protagonistas a reaccionar de una determinada forma ante los problemas a los que se enfrentan y logran persuadir al espectador, ya que generalmente la persona se siente identificada sin importar si el personaje es principal o secundario. Además, es usual que el protagonismo se llegue a concentrar en más de un personaje, lo que permite cautivar profundamente al público.
Otra de las cualidades de la animación japonesa es el visible cambio que generó tras su ascenso mundial respecto a sus pares americanos. En las animaciones americanas clásicas, los personajes solo muestran una parte de su personalidad, limitan sus actitudes al episodio y el inconveniente más complejo es resuelto en un capítulo. En clara contraposición encontramos al anime, que tiene un planteamiento mucho más complejo y un mensaje que va más allá de la pantalla chica, lo cual genera un lenguaje colectivo entre los consumidores del estilo.
A su vez el anime ha logrado yuxtaponer elementos propios de la cultura nipona con otras de carácter occidental, como el caso de la icónica serie Hellsing (1997) que relata las peripecias del vampiro Alucard (ambigrama que al invertir da la palabra Drácula). La trama del anime, a pesar de contener elementos propios de la cultura asiática, hace alusiones en varias ocasiones al clásico libro de terror del escritor inglés Bran Stoker y desarrolla el anime en pleno Reino Unido del siglo XX, demostrando claros elementos sincretistas en la trama.
La reformulación de dispositivos o menciones culturales occidentales dentro del anime, es también uno de los detonantes por las cuales actualmente goza de un status universal dentro del terreno del entretenimiento. Su proceso globalizador, en todos los sentidos del término, amparado por la miscelánea de foros, blogs y páginas de internet abre una brecha interesante de intercambio cultural.
El anime también ha presentado elementos considerados tabú dentro de su trama. La popular serie de anime Sailor Moon, por ejemplo, amparó en sus capítulos temas como la multiplicidad del amor, la sexualidad y la igualdad social bajo un argumento que reflejaba lo que muchas mujeres buscaban en Occidente: empoderamiento y valor para hacer lo que desean.
"El genero anime ha repercutido progresivamente en Latinoamerica en gran medida amparado por los jóvenes que crecieron identificándose con las expresiones culturales del país del Sol. Esto supone una irrupción muy interesante de temas que se han instalado en mayor o menor medida en el imaginario popular, Japón es un país con una apertura más compleja a la hora de abordar temas mientras que en Occidente estamos aún atravesados por concesiones morales a la hora de relatar historias", explica la escritora Norma Flores Allende.

Cosplay: De la ficción a la realidad

¿Alguna vez soñaste poder interpretar a algunos de tus dibujos favoritos? El cosplay, término compuesto por las palabras "costume" (disfraz) y "play" (jugar) inició como tendencia en la Comic Market de Japón en los años 70. Actualmente, es una actividad anclada en cualquier evento relacionado al género, en donde podemos ver personas interpretar con gran realismo a los héroes o personajes de la pantalla.
"Cuando un personaje te gusta, sea por su diseño o su personalidad o ambos, inicia un proceso artístico que a través de la búsqueda y el descarte de materiales vas enlazando con el concepto del anime hasta finalmente traducirlo a la realidad", explica Dayanara Os.
Dayanara (20) es una estudiante de artes visuales y maquilladora, que en sus tiempos libres se dedica a la elaboración de complejas piezas de cosplay para eventos locales relacionados al anime. "Siempre me incliné por la idea de jugar con la idea del disfraz. Hace como tres años que oficialmente decanté por introducirme al mundo cosplay, actividad que considero con una carga mucho más performática debido a la mímesis que una debe lograr a la hora de ejecutar un determinado personaje".
A pesar de la función recreativa que cumple el cosplay, no está exento de críticas de parte de ciertos sectores de la sociedad que -quizás por desconocimiento de esta afición- lo califican como una actividad que debería estar limitada al período de la infancia.
Si bien este tipo de expresión a través del disfraz es relacionado usualmente con un hobbie, existen motivos personales muy distintos que llevan a los seguidores de anime a adentrarse en él. Desde una exploración y necesidad de superación personal que a su vez posibilita el incremento de la autoestima de quien lo practica. También llegan al cosplay motivados por intereses como el diseño industrial o la confección de prendas, gustos por la escenificación o propuestas teatrales. Por otro lado, también está relacionado con el fomento e incremento de despliegues de habilidades, una necesidad de escape de la rutina hasta la satisfacción de pertenecer a una comunidad y estrechar nuevos vínculos.
"El cosplay va más allá de la representación del personaje, es una manera divertida de explayar la creatividad y a la vez ejercitar las destrezas que una tiene de manera manual", menciona Dayanara.

¿Anime en tierra guaraní?

En nuestro país varios son los eventos que acogen el tema del anime, siendo las más conocidas el Mack, Otaku Weekend, la Expo Anime y el Dokan.
Alejandro Villamayor es el encargado del Festival Dokan, que busca conglomerar a los amantes del genero del anime, cosplayers y gamers en una convención de dos días en donde se desarrollan actividades de todo tipos relacionados a la cultura nipona.
"Siempre apoyé a los eventos de anime. El primero que se realizó en nuestro país fue hace ya once años, de la mano de AnimePY. Ese primer acontecimiento se gestó de la mano de un grupo aficionados y fue el primer evento relacionado al estilo", comenta Villamayor.
Este año el Festival Dokan contó con la participación del artista japonés Satsuki, la banda formoseña Zembonsakura, exhibición de artes marciales, competencias de cosplay y la preliminar para el Yamamoto Cosplay Cup, donde el ganador de la competencia representa al país en la competencia de cosplay más grande de América en Sao Paulo.
"El Dokan es un evento donde también a la par de los elementos típicos de la cultura oriental, implementamos elementos tradicionales de nuestro país con otros de origen moderno para darle un giro distinto al festival", explica Alejandro.
¿Cuál es la importancia del anime para quien lo hace parte de su vida? El organizador de Dokan nos responde: "Me permitió inclinarme hacia diferentes actividades como el idioma japonés, costumbres como las actividades de té y las artes marciales, entre otras. A través del anime pude observar el reflejo de una cultura, lo cual generó un marcado interés a tal punto que me motivó a realizar un festival que cobija todos esos elementos".
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