Hay una especie de conciencia del olvido frecuente que nos lleva a anticipar lo que pasará: no recordaremos. ¿Por qué perdemos la memoria cada vez más?
Por: Micaela Cattáneo
Es cierto. La vida de todos, por lo menos en los últimos diez años, se convirtió en un constante: "Uh, me olvidé de…". Se ha vuelto tan común no recordar que hasta los olvidos son universales: "¿Será que apagué la plancha?", "No me acuerdo si llaveé la puerta", "¡Mi celular! ¿Dónde está? (Ah, lo tenía en la mano)", "Estaba con mucho trabajo y se me pasó avisarte", "¿Dónde estacioné el auto?", entre otras tantas frases recurrentes.
Lo último que me pasó y me hizo pensar en qué tan distraídos podemos estar es haberme olvidado de mi mochila en la recepción de bolsos de un supermercado y darme cuenta recién al llegar a casa. Lo cierto es que estaba muy pendiente de que me hayan cargado todas las mercaderías y, sin querer, olvidé retirarla. Para el neurólogo argentino Facundo Manes, los olvidos cotidianos responden a una causa: la falta de atención.
El neurocientífico aseguraba en una entrevista que esta falta de atención es consecuencia del estrés y la ansiedad. "El estrés es una respuesta fisiológica normal, pero cuando es crónico y todos los días tenemos más de lo necesario hay una descompensación y la memoria se ve afectada", aclaraba.
"La memoria está ligada a la atención y a otro dispositivo básico que está antes, la motivación. Esta última es la que enciende el programa a nivel cerebral desde el hipotálamo, donde planifica, controla y retroalimenta los pasos que la persona sigue para cumplir su meta: recordar", empieza la neuropsicóloga Montserrat Armele.
Y continúa: "Esto exige cierta focalización de la atención para que la información sea almacenada de manera adecuada. Ahora bien, si aparecen elementos en el camino que desvían el foco de atención, los recuerdos se interrumpen y el almacenamiento presenta cierta debilidad".
Según la especialista, los estados de ánimo y las emociones, la falta de interés en prestar atención y el cansancio alteran la memoria. Sobre el último punto, reflexiona: "Cuando no dormimos bien, el sistema nervioso se ve afectado y la memoria es una de las pocas funciones cognitivas que acusa recibo".
"El sueño le da al cerebro la oportunidad de repetir y fortalecer los recuerdos", sostiene Christoph Nissen, profesor de Medicina del Sueño en la Universidad de Friburgo en Alemania en una entrevista para medios internacionales. "La memoria es compleja cuando hablamos de su estructura, tiene una base de neurotransmisores que puede presentar déficit. A lo que voy es que la desatención no es la única causa, hay pacientes con buena atención pero con fallas en la memoria que derivan de una alteración estructural o química", complementa la profesional paraguaya.

Interferencias

Hay una escena de la película Intensamente que podría resumir cómo algunos recuerdos se borran para no volver más. "Si a Riley no le interesa un pensamiento, se desvanece", comenta a Alegría la inspectora de los recuerdos. Y en ese interín, reproduce otro pensamiento que en la cabeza de la protagonista se repite contadas veces: la canción de la goma de mascar.
La neurociencia explica que cuando el individuo trata de elegir un recuerdo hay una especie de competencia entre memorias relacionadas. "Para poder mantener ciertos recuerdos hay otros que necesariamente deberán ser eliminados", analiza Armele. Y agrega: "Para traer a la memoria una información intensa hay un esfuerzo y se produce un uso de gran cantidad de energía neuronal, lo que termina desvaneciendo otros datos que se almacenaban".
En ese desvanecimiento no hay restricciones para los tipos de memoria. Es decir, puede afectar a la memoria de corto plazo -la que guarda información por unos segundos-, como a la de largo plazo -la que almacena datos ilimitados-, sea esta episódica (sucesos que pasan en el mundo), semántica (conceptos), autobiográfica (historia personal) o prospectiva (hechos que ocurrirán).
Un equipo de investigadores de las universidades de Birmingham y Cambridge de Inglaterra comprobaron, a través del sistema de imagen por resonancia magnética -tomografía para obtener la estructura y composición del cuerpo- que al solicitar a unos voluntarios el recuerdo de un hecho específico, se deterioraron las memorias asociadas, lo que les permitió concluir que en el proceso la memoria eligió lo que más le convenía.
La Dra. Montserrat destaca que el componente génetico también influye para que la persona sea más o menos memoriosa. Un estudio de la Universidad Columbia de Nueva York lo reflejó en cifras: "La influencia de los genes en la memoria alcanza hasta un 80%, especialmente con enfermedades como el Alzheimer; no así tan determinante en las capacidades de atención, razonamiento abstracto y lenguaje".
Su colega, la Lic. Graciela Cantero, concluye al respecto: "Las señales de olvido no siempre nos conducen a una enfemedad mental porque olvidar también es un proceso de adaptación natural positivo y necesario. Pero sí es fundamental cuidar de nuestra salud para proteger nuestras memorias".
¿Se puede entrenar la memoria?

Actividades para evitar el olvido:

  • Caminar: es una excelente forma de obtener buenos resultados en la evaluación cognitiva.
  • No fumar: evita acumulación de proteínas anormales que interfieren ciertas informaciones.
  • Tomar té verde: ayuda a un mayor rendimiento laboral.
  • Establecer lugares estratégicos: la memoria asocia la información a partir de un objeto o un hecho. Designar lugares para elementos cotidianos o recordatorios para eventos importantes es una forma de reforzar la memoria en momentos claves.
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