Narumi Akita es hija de madre paraguaya y padre japonés. Sus padres se separaron cuando ella era muy pequeña, sin embargo, treinta y un años después una beca para nikkeis (descendientes de japoneses) del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, la lleva a completar el rompecabezas de su identidad.
Texto: Jazmín Gómez Fleitas
Fotografía: Gentileza
“Toda mi vida creí que el mío era solo ´un nombre´. Al fin pude comprobar que no era así”, confiesa Narumi. Y es que antes de conocer la tierra de sus ancestros, cuando le preguntaban si sabía hablar japonés o si había ido alguna vez a Japón, le resultaba frustrante tener que responder 'no' a ambas cosas. Tener que admitir que había mucho que no conocía de una parte importante de ella misma.
Tenía dos años cuando sus padres se separaron, su hermano cinco. Si bien la gastronomía japonesa estuvo presente a lo largo de su vida —su abuela Yuuki le había enseñado a preparar algunos platos a su mamá— más allá de eso había muchas cosas por descubrir.
Hace un año la persiguió una frase: “cuando llegue el momento y pongas un pie en Japón, tu sangre lo va saber”. Se la dijo el padre de una amiga, que es descendiente de sirios. Él le había contado sobre su experiencia, al visitar el país de sus padres. Fue eso, entre otros factores, lo que la impulsó a dar ese primer paso a lo desconocido.
Se animó a estudiar Japonés en 2018, aún cuando es uno de los idiomas más difíciles del mundo debido a su complejo sistema de escritura. Cuentan con tres alfabetos: Kanji, Hiragana y Katakana. El Kanji es simbólico y se cree que existen más de 40.000, aunque los japoneses sólo aprenden 1945 kanjis oficiales. El Hiragana y el Katakana son silábicos. El Hiragana tiene 68 símbolos, de los cuales combinados salen hasta 104. Y los tres se usan para escribir y leer en japonés. Sí, al mismo tiempo.
Lo aprenden durante toda su vida. Primaria, secundaria y universidad. Así que ya se imaginan lo que Narumi tiene por delante. Estas clases también la acercaron más a toda la cultura. A aprender Origami, a conocer sobre las prefecturas en Japón (equivalentes a departamentos), a escribir siguiendo las direcciones y los descansos, y no simplemente hacerlos cómo a uno le parece. Porque sí, hasta la escritura requiere concentración y trazos artísticos.
La tierra de sus ancestros
En julio de 2018 inició el llamado a la postulación para el Programa de invitación a los miembros de la Sociedad Nikkei Latinoamericana. Narumi se presentó por segunda vez, la primera fue en el 2017. Y en esta ocasión sí quedó. Se llama a postulación todos los años y los interesados pueden obtener más información de la beca en el sitio web de la Embajada del Japón en Paraguay: www.py.emb-japan.go.jp.
Cada año, desde Tokio eligen a 15 participantes de toda Latinoamérica. Narumi fue la única paraguaya seleccionada y desde el 17 hasta el 25 de septiembre del año pasado tuvo un intenso y puntual programa de actividades que incluía: una visita de cortesía a las autoridades del Gobierno Japonés, charlas a cargo de intelectuales para una introducción a la cultura y sociedad japonesa actual, un recorrido por Tokio y localidades del interior en zonas afectadas por el tsunami del 2011, templos famosos y antiguos, entre otros.
No sólo pudieron conocer al Subsecretario en jefe del Gabinete de Japón, Kotaro Nogami, en la Residencia Oficial del Primer Ministro de Japón; también al Ministro de Estado de Asuntos Exteriores, Masahisa Sato, e incluso ingresar al Palacio Imperial y conocer en persona a la Princesa Mako (con fotografía oficial incluida). Además, visitar el Museo de la Inmigración Japonesa, donde se encuentra una miniatura del barco donde sus abuelos y su papá llegaron al Paraguay; una fábrica de sake, una herrería donde hacen artesanías en hierro (teteras y faroles).
Además de cumplir con todas las actividades del programa, Narumi se quedó unos días más con la familia de su tío Toshifumi, el sobrino de su abuela Yuuki Yamawaki. Al tío lo conoció recién este año, en Paraguay, en el funeral de la abuela. Así que su estadía con sus familiares en Tokio fue muy emocionante, de esas experiencias que tienen un antes y un después.
Pudo conocer el árbol genealógico de la familia con documentos que datan de 1800, aún conservados perfectamente en papel de arroz. Dato curioso: Japón tiene el registro familiar más antiguo del mundo, ahora ya digitalizado. Ese documento se llama koseki y el gobierno japonés alienta a que todos inscriban a sus hijos o los matrimonios allí, incluso desde las distintas embajadas en el mundo, para poder seguir el hilo del árbol genealógico.
Conoció además el día a día en Tokio, el intrincado y más complejo sistema de trenes del mundo, las frutas (caras y hermosas) de los supermercados, el Disney Sea, el Parque Ueno donde hay pandas (verlos fue un sueño cumplido) y mucho más. ¿Cómo se despidió? “Cuando te vas una parte de tu corazón se queda y anhela volver, pero ya no como una extraña... sino como parte de una familia”.
Japón como destino turístico
“Todos nos enamoramos de Japón por algún que otro aspecto, nadie llega por los mismos motivos. En mi caso, se dio por mis raíces familiares, pero podés llegar por la literatura, por el arte del arreglo floral (Ikebana), la moda, la gastronomía, la tecnología, la animación, etc. Hoy gracias a internet es sumamente accesible planificar un viaje por cuenta propia, si están pensando en ello, Google Trips y Japan Trip Navigator son dos apps imprescindibles”, alienta Narumi.
Jardines
En ello nada se deja al azar. Cada elemento tiene un significado y un propósito. Todos guían a la reflexión y al respeto por la naturaleza. Son un claro ejemplo de cómo manejar la escasez de materiales (ya que algunos jardines, los karensansui solo utilizan arena y piedras) para conseguir grandes soluciones en la composición.
Los primeros escritos que hacen alusión a ellos datan del 720 d.C. Hay varios tipos: el de paseo, para observarlo mientras se camina por el sendero; de aposento, que se contempla desde un punto fijo; de té, que conducen a la cabaña donde se disfrutará de la infusión, y los de contemplación, más conocidos como jardines zen.
“Para los amantes de la naturaleza, Japón es genial. Aún estando sólo en Tokio, siendo tan tecnológica y moderna con rascacielos, te encontrás de repente en medio de Shinjuku con un parque nacional y un jardín, así le encontré al equivalente del Central Park allí. Y es admirable cómo conservan la fusión de lo moderno con lo ancestral”, describe Akita.
Gastronomía
Tokio es la ciudad que más estrellas Michelin tiene en el mundo. Hay 230 restaurantes con estrellas frente a los 118 que tiene París. El 2018 fue el octavo año que Tokio (con más de 37 millones de habitantes) lo consiguió. Una curiosidad: en la Estación de Tokio la gente se va a cenar porque tiene muy buenos restaurantes ubicados allí mismo y es tan grande que parece más bien un shopping que sólo una estación de trenes.
“El sabor del sushi allá es diferente a lo que nosotros estamos acostumbrados acá, es mucho más intenso y hay una variedad inmensa de pescados. Acá estamos muy acostumbrados a los rolls, pero allá el sushi verdadero es el bocado de arroz con el corte de pescado encima”, relata.
Onsen
Son baños de aguas termales que pueden ser de interior como de exterior. Están separados para hombres y mujeres porque se ingresa con el cuerpo completamente desnudo. Sí, sin bikinis. Para los japoneses estas piscinas sirven para purificarse, según sus creencias ancestrales, además de respaldar que los baños termales son muy buenos para la exfoliación de la piel, la circulación sanguínea y combatir la artritis, debido a los minerales presentes.
Es un lugar para la relajación, no es como una piscina en la cual uno juega y hace bullicio, pero sí se puede mantener una conversación. Antes de ingresar uno se baña de manera exhaustiva, porque como son comunitarios, uno debe cuidar sumamente bien la higiene. Las vistas desde los onsen al aire libre son bellísimas. Muchos hoteles también cuentan con ellos.
Patrimonio de la Humanidad
Japón cuenta con 22 sitios que están en esta categoría de la Unesco, de los cuales, 18 son bienes culturales y cuatro son naturales. Hiraizumi, en la prefectura de Iwate, cuenta con templos, jardines y sitios arqueológicos que representan la Tierra Budista Pura y es uno de esos sitios obligados para cualquier turista.
El templo Motsuji es reconocido por su excepcional Jardín de la Tierra Pura, un tipo de jardín que imita el paraíso budista en la tierra. Es uno de los pocos que todavía se puede ver y visitar. Al lado, se encuentra el templo Chusonji, que en su época dorada contó con más de 12 edificios, de los cuales sólo quedan dos en la actualidad. Uno de ellos, el más famoso, es el pabellón dorado de Konjikido, del año 1124. Está completamente recubierto en pan de oro y aunque estaba al aire libre, se construyó un edificio de madera alrededor suyo para protegerlo, y finalmente, una pared de cristal. Allí las fotos no están permitidas.
Museo Digital Mori
El Mori Digital Art Museum: teamLab Borderless en Odaiba, Tokio, es un despliegue de tecnología para vivir el arte de otra forma. Inaugurado en junio del 2018, no debe ser confundido con el Museo Mori de Arte, que se encuentra en otro edificio. Allí los visitantes viven una experiencia sensorial en verdad única, porque nadie ve lo mismo aunque se visite en grupo. Sus creadores son el teamLab, un grupo interdisciplinario formado por programadores, ingenieros, expertos en CGI (imágenes generadas por computadora), matemáticos y arquitectos.
En su interior existen decenas de puertas ocultas que llevan a mundos diferentes y puede que los visitantes nunca lleguen a recorrerlo por completo, ya que sólo se abren durante unos minutos. Tiene cientos de sensores para detectar los movimientos de los espectadores y sus paisajes son un despliegue alucinante: desde cientos de faroles hasta miles de camalotes flotantes. No tengas miedo de tocar, porque las imágenes responden al tacto.
Casas de Japón
Hay tres Japan Houses en el mundo: San Pablo, Londres y recientemente, Los Ángeles. La idea de estas casas es que tengan sus puertas abiertas para recibir al público que quiera descubrir más de la cultura, moda, gastronomía, arte, etc. Cuentan con exposiciones temporales de arte, manga, vestimenta antigua tanto como actual; un museo permanente que recorre su historia y tradiciones (ceremonia del té, etc.), restaurantes, incluso, tiendas para adquirir productos, y un montón de actividades más. Son como unas embajadas abiertas al público que siente curiosidad por la cultura milenaria japonesa. Para más información: www.japanhouses.jp
Tokio 2020
Si por algo se caracteriza este país es por su orden y organización. Basta con resaltar que las rutas japonesas cuentan con un sistema de recolección y reutilización subterráneo del agua de lluvia para evitar raudales, e incluso, que la pista esté resbalosa.
Así que no es extraño que desde que confirmaron a Tokio como sede de los Juegos Olímpicos del 2020, su meta sea la de no sobrepasar el presupuesto. Las medallas se harán de los celulares viejos, para lo cual se pidió a la población que los donen para extraer de allí de los metales necesarios. Las casas de la villa olímpica luego se venderán como viviendas para que nada quede sin uso y sólo funcionará con energía renovable. Habrá taxis autónomos para que el transporte de todos los turistas esperados no falte e incluso robots a disposición para dar información en los aeropuertos. ¿Quién no querría visitarla así?
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