Texto: Micaela Cattáneo
Fotografía: Nath Planás
Benjamín está concentrado en la cámara y sonríe. Detrás de la fotógrafa está su mamá cantando una canción que él parece reconocer. Cuando baja de los brazos de su padre, la sonrisa no le desaparece y empieza a corretear por la sala de su casa. Por momentos, su perrita Matilda lo imita en ese recorrido, reproduciendo algún que otro ladrido a cada tanto.
Benja nació hace un año y tres meses, momento en que el piloto de rally y empresario, Diego Elizeche, y su esposa, Giani Gini, se convirtieron en padres por primera vez. “Pasó tan rápido todo. Sin darnos cuenta cumplió esa edad, y es por eso que trato de pasar mucho tiempo con él”, comenta Diego, mientras lo tiene al lado y ve cuánto creció.
Diego sale a trabajar muy temprano en la mañana, pero cuando están por ser las seis de la tarde corta todo lo que está haciendo para poder llegar a hora y estar junto a su hijo. “Cuando llego jugamos mucho. Le encanta pasearse en el autito que tiene, creo que está absorbiendo el amor por el automovilismo de mi familia, porque incluso a veces sube a mi auto, agarra el volante y no lo quiere soltar”, cuenta.
Él todavía recuerda las idas al kartodromo con su mamá y su hermana para acompañar a su papá en las carreras. Hoy la historia se repite, porque Giani y Benja lo siguen cuando tiene una competencia. “Desde que éramos chicos nos llevaron a los viajes, a los rallys sudamericanos y a los que se hacían en el interior del país. Toda nuestra vida pasó por ahí”, señala.
De hecho, fue su papá el que le enseñó a manejar un auto mecánico desde temprana edad, una actividad que no le resultó difícil porque ya sabía conducir kartings. A diferencia de otros padres, el suyo no se ponía nervioso o impaciente en ese proceso de aprendizaje, ya que su pasión por los autos superaba cualquier error.
“Lo que recuerdo que me dijo en una ocasión es que si quería manejar algún auto, le pida pero que no lo saque sin permiso. Una vez, en un acto rebelde propio de la adolescencia (e influenciado por mis amigos), saqué a escondidas el auto de mi abuela. Y me retó y castigó muchísimo”, recuerda, entre risas, sobre esa época.
Sin embargo, cuando empezó la facultad, apretó el freno y aceleró hacia otro camino: el del trabajo y el estudio. “Durante 15 años dejé a un lado las carreras de rally y me enfoqué en mi profesión”, dice. Diego es ingeniero en informática, y hoy está al frente de dos emprendimientos vinculados a radares satelitales y tecnología. “También trabajo con una multinacional, por lo que actualmente priorizo esta actividad. Antes mi ritmo laboral era tremendo, trabajaba 12, 14 o 15 horas y no importaba si llegaba tarde a casa, pero con Benja eso cambió, porque quiero estar presente, venir a verle y estar con él”, explica.
Compartir momentos
Diego volvió a la pista hace tres años. No le insistieron, fue una decisión, en parte porque había juntado dinero para comprarse su propio auto. Aún así, practica este deporte amateur cuando tiene tiempo libre, porque su familia y su trabajo siempre están en primer lugar. “Trato de balancear las responsabilidades, de no llevar trabajo a casa y de dedicar enteramente los fines de semana a mis seres queridos. Los sábados almorzamos en lo de mi suegra, solemos ir a San Bernardino o a la plaza que está a la vuelta de casa”, comenta.
Con la paternidad comprendió cómo se sentían sus padres cuando se preocupaban por él. “Hoy le entiendo a mis papás, el porqué querían que les avise dónde estaba, porque ellos me decían que cuando tenés hijos, estás todo el tiempo pensando en que no les pase nada malo. Benja se porta bien, pero a veces choca contra el vidrio o la mesa, entonces hay que estar pendiente de sus movimientos, de que no se golpee; de su cuidado”, menciona.
Asimismo, siguió al pie de la letra el consejo que sus padres le dieron para asumir este nuevo rol. “Que estemos presentes, eso es lo que más nos dicen. Creo que porque a ellos también les pasó, porque sin darse cuenta teníamos todos 15 y 20 años. Desde que soy papá empecé a disfrutar más. Quiero que los momentos buenos sean más y que los amargos, como las peleas, sean menos”, reflexiona.
Cuando ejemplica un momento bueno trae a su memoria las mañanas en las que Benja lo despierta con su sonrisa. “Escucharle decir hola o papá me derrite, es hermoso. Él nos despierta a todos a las 07:30 u 8:00 y ahí empieza el día”, agrega.
Para Diego, en este momento, la paternidad es alegría. “A veces estamos en la parte de arriba de la casa y se escucha la risa fuerte de Benjamín desde abajo. Para nosotros, él es sinónimo de felicidad permanente porque vive riéndose todo el tiempo”.
···¿Ya nos seguís en las redes? Mirá todo lo que tenemos para VOS Facebook l Twitter l Instagram