El trabajo independiente es una tendencia que tiene cada vez más adeptos en todo el mundo. ¿Cómo llegan a fin de mes?
Texto: Micaela Cattáneo
Fotos: Nadia Monges y Amalia Rivas Bigordá (Gentileza).
He escuchado decir a más de un colega que “tiene un trabajo extra” porque el sueldo no le alcanza. Pero también he escuchado decir a más de un colega que “prefiere un trabajo independiente antes que uno que le de horarios y pocas libertades en el ejercicio”. Porque eso, en la teoría y en la práctica, es el trabajo freelance (lancero libre en inglés), la nueva forma de ganar dinero siendo “tu propio jefe” en el tiempo que dispongas.
Según el Foro Económico Mundial, entre el 20% y 30% de la población activa de varios países desarrollados realiza trabajos de forma independiente. En Estados Unidos, por ejemplo, el 35% de los trabajadores es freelance, porcentaje que incluye principalmente a personas de entre 18 a 35 años.
La pregunta es: ¿Por qué es tendencia? Después de leer a varios expertos sobre el tema, pude llegar a dos conclusiones. La primera: que el modelo de trabajo de las grandes empresas (horarios poco flexibles, etc.) está cansando a los empleados, quienes priorizan su estilo de vida antes que un puesto fijo que les de un ingreso seguro. Y lo segundo: que Internet desbloqueó aquello de “no hablar con extraños”, porque si hoy podemos subir al auto de un desconocido (Uber) y dormir en la casa de un desconocido (Airbnb), ¿por qué no trabajar con alguien cuyo rostro nunca vimos?
Suena un poco peligroso —de hecho podría serlo si es que no se toman los cuidados necesarios—, pero la red ofrece páginas, como workana.com, para que los freelancers puedan encontrar ofertas laborales de todo el mundo y conectar con empleadores que necesitan de sus conocimientos para avanzar en sus negocios. De lo contrario, la publicidad de “boca en boca” también funciona para quienes un día decidieron salir de su zona de confort y lanzarse a la piscina.
Pero no todo es color de rosa. A muchos de los que se lanzaron como trabajadores independientes les va súper bien y terminan creando sus propias empresas o emprendimientos, pero a otros les cuesta un poco más y continúan remando en un río a veces caudaloso; a veces calmo. Porque ser freelance —ese mundo libre fuera de la oficina—, es una ruleta rusa. Casi siempre, una cuestión de suerte.
En primera persona
¿Qué desafíos trae ser un freelancer? Bianca Parodi (21) y Ángeles Velázquez (29) cuentan que son muchos, pero que en ese adverbio de cantidad sobresalen los aspectos positivos. Bianca es fotógrafa e instructora de lettering; Ángeles, diseñadora gráfica. Ambas tuvieron que pasar por procesos diferentes para ser trabajadoras independientes.
Bianca está hace tres años en esto de ser “su propia jefa”. Y le va bien: hace fotos de eventos sociales y sesiones de fotos, y también talleres sobre estilos de letras para diversos lienzos. Lo primero que responde cuando se le pregunta sobre el porqué de su autonomía es que la idea de trabajar con tacos altos, horarios ajustados y prendas estrictamente formales, nunca le gustó.
Ángeles se topó con este modelo de trabajo hace casi 10 años. Fue en el 2010 cuando lo experimentó por primera vez, cuando todavía no lo titulaban como “la solución del futuro”. Pero fue un ida y vuelta, un ring raje, un “no sos vos, soy yo”, porque trabajó así hasta el 2012 y después tuvo que volver al ruedo, al lugar de las sillas giratorias e impresoras conflictivas: la oficina.
Antes de que se cumpla la década, pisó nuevamente terreno freelance. Y actualmente trabaja para dos agencias de publicidad y para marcas externas a estas. “Creo que los que estamos vinculados a carreras creativas tenemos la súper oportunidad de elegir este estilo de vida, el cual nos permite conocernos a fondo y desarrollar proyectos personales que cuestan desarrollarlos cuando se cumple un horario”, reflexiona, después de siete años de trabajo en una editorial de revistas y en una productora de televisión.
Oportunidad. Qué importante fue esta palabra citada por Ángeles, para Bianca. Porque cuando terminó el colegio, la crisis del “¿y ahora qué hago?” también tocó su puerta. Ella estudió arquitectura, pero dice que no era lo suyo. Estudió psicología, le gustaba, pero no quería ganarse la vida con esta carrera. Y finalmente, tomó un curso de fotografía, la pasión que la perseguía desde niña.
“A la par que hacía fotografía, empecé a darle rienda suelta a esa habilidad que tenía con el pulso y que había desarrollado en arquitectura. Y así comencé con el lettering. No es que un día dije: 'voy a empezar a hacer esto y esta va a ser mi carrera'. Lo hacía porque me relajaba. Era y es mi terapia”, confiesa Bianca, quien tampoco encontró su vocación como maestra de niños en un colegio.
Las cartas sobre la mesa
La palabra “tiempo” sí o sí aparece en la conversación con un freelancer. Y casi siempre esta está acompañada de palabras que saben a premio, a triunfo de algo que se creía perdido. “Trabajando de forma freelance tengo más tiempo para mí y puedo hacer infinitas cosas. En paralelo a los trabajos que tengo, estoy desarrollando varios proyectos personales que tenía en mente y nunca los pude llevar a la luz”, comenta Ángeles.
Bianca también ilumina esa palabra cuando la incluye en su respuesta, pero advierte que hay que saber mantenerla encendida. “Lo bueno y lo malo de ser freelance es manejar tu tiempo. Porque suena (y es) genial, pero si sos indisciplinado, te perdés. Te da esa libertad de elegir cuándo tomarte un momento de relax y cuando trabajar, pero hay que ser disciplinado”, analiza.
Es cierto eso de que el trabajo independiente muchas veces no es valorado como corresponde. Podría decirse que es una cuestión cultural que todavía muchos no comprenden. En el reportaje de S Moda —la revista de El País de España— Pros y contras de ser ‘freelance’: el modo de trabajo que mira al futuro, la internauta Rebeca Martínez opinaba que trabajar a distancia debería ser un paso adelante dentro de la evolución laboral y “nunca un pretexto para abaratar el trabajo y precarizarlo”.
Manifestaba esto porque, para ella, “es el trabajador quien asume todos los costos derivados del trabajo: tener un equipo y su mantenimiento, internet, la renta, la limpieza, etc.”. Bianca y Ángeles eligen quedarse en casa, ya que tienen a mano todos sus elementos de trabajo, pero de vez en cuando hacen oficina en una cafetería o donde sus clientes las citan. Ambas pueden dar fe de que hay más tareas que sólo las solicitadas.
“Siendo freelance tenés muchísimo más trabajo que una persona normal”, dice Bianca. Y explica por qué: “Porque además del producto o servicio que ofrecés, también tenés que ocuparte de tus cuentas, de hacer tus facturas, de ser tu propia community manager, etc.”.
Es decir, no hay un Disney para freelancers, un mundo mágico donde todo está resuelto. “La vida del freelance, desde afuera, se ve de color de rosa, pero la realidad no es tan brillante ni tan meritocrática cuando se acumulan pendientes, te exigen de todas partes y no estás cobrando en fecha. Pero vos querés ver el final de tu serie a las 3 de la tarde, y es ahí cuando uno tiene que exigirse y poner todo de sí”, señala Ángeles. ¿Su consejo? Disciplina y orden, sobre todo orden mental. “Uno siempre debe ser su propio jefe”, destaca.
Bianca coincide en eso de que uno maneja al cien por ciento todo lo que hace. “No tenés alguien que te esté diciendo cuándo hacer las cosas, pero de alguna forma tus clientes son tus jefes porque estás haciendo cosas para ellos bajo ciertos parámetros”, indica.
El 30 de cada mes
¿Cómo calcular una tarifa de cobro? Ambas responden que depende de muchos factores, pero que lo más importante es la mano de obra. En otras palabras, el tiempo que te tomó hacer ese trabajo y las horas y el dinero que invertiste para aprenderlo. “El ingreso puede variar un montón por mes y ese es el desafío que tenemos. Porque si no nos ponemos las pilas, no hay trabajo ni pago. Es muy linda la frase “renunciá a tu trabajo y seguí tus sueños”, pero esta no paga las cuentas a fin de mes”, asegura Ángeles.
Para Bianca una de las claves es la publicidad de “boca en boca”, porque no hay red social que supere una recomendación basada en hechos reales. “La promoción es importante, pero siempre es más fuerte cuando alguien que te conoce habla bien de tu trabajo”, explica. Ángeles piensa lo mismo y sostiene que conocer a mucha gente en el camino la ayudó a elegir este estilo de vida. “Igual también vale decir que barrí la ciudad con mi curriculum y portfolio, y así mucha gente me dio la oportunidad para trabajar”, añade.
¿Freelance por siempre? Bianca dice que sí, que esta va a ser su forma de trabajo toda la vida, pero aún así se dará algunos permitidos para seguir creciendo: “Creo que tendré temporadas donde voy a trabajar en alguna agencia o revista – ya que estoy estudiando Diseño Gráfico— no porque me veo realizada con eso, sino porque quiero pasar por esas experiencias”.
Por ahora, Ángeles se siente bien trabajando de forma independiente, pero más adelante le gustaría volver a un puesto fijo, a ese lugar de los cafés compartidos y posts it esparcidos. “Siento que todavía tengo mucho por conocer y mucha gente por seguir”, concluye.
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