En noviembre, la Lady Paraguay, Jazmín Acosta, irá a Taiwán para competir por el reinado internacional. Para ella, el pasaporte más valioso a la corona es ser buena persona.
Texto: Micaela Cattáneo
Fotografía: Nadia Monges
Jazmín Acosta (36) cruzó la puerta automática del hotel a las 2 de la tarde, hora marcada para la entrevista. Pasó sin apuro, cargada con un par de bolsas, de esas que se reciclan luego de una compra en un centro comercial, y miró a sus costados, en señal de búsqueda a quienes la habían contactado. Siempre es puntual. Lo comenta porque para ella la responsabilidad es un principio inherente para ser miss.
“Trato de llegar a tiempo a todo. Y no siempre me cumplen, entonces debo cancelar algunas actividades que tengo programadas. Pero no por eso me enojo con todo el mundo, porque como miss también una debe ser buena persona y transmitir paz y amor las 24 horas del día”, comenta Acosta, quien nos representará en el Lady Internacional 2019, en Taiwán.
El certamen es en noviembre y a Jazmín se la ve entusiasmada. Durante la conversación, hace un doble parpadeo para mostrar sus pestañas pintadas. “Estoy tomando clases de automaquillaje”, cuenta sobre uno de sus tantos preparativos para el viaje. Y explica que el jurado tiene en cuenta cómo cada participante se maquilla, se viste o se arregla, porque “hay peluqueros y maquilladoras sólo el día de la gala final”, señala.
Lady Internacional es una competencia de belleza, cultura y talento para las mujeres de entre 28 y 48 años. Se trata del tercer concurso más importante después de Miss Teen Internacional y Miss Universo. “Este año el lema es ‘empoderar a la mujer’, por eso cambiaron las reglas. Antes exigían que las misses estén casadas y con hijos, pero este año no importa si estás casada, soltera o divorciada, o si tenés o no hijos, porque no sos más ni menos mujer por eso”, indica.
Habla suave y pausado, reflejo de la personalidad que asegura tener. “Soy muy tranquila”, confiesa. Cuando habla de su carrera como modelo, menciona que desde que comenzó tuvo un perfil bajo. “Mi fuerte siempre fue hacer comerciales, entonces las productoras me pedían que mantenga ese perfil”, agrega.
Grabó su primer comercial a los 10 años. Y cuando lo recuerda, lo hace con satisfacción, porque fue el puntapié en su carrera: “Desde ahí no paré”. Desfiló en las pasarelas con la reconocida modelo argentina Valeria Mazza, y obtuvo el primer lugar en certámenes como Miss Expo y Miss Asunción. Además, participó en más de 200 publicidades luego de haber estado fuera del país por 10 años.
“A los 18 años me fui a Estados Unidos para participar en concursos. Me quedé a vivir allá por cosas de la vida. Me casé ahí con un paraguayo y tuve dos hijas. También estudié para ser entrenadora personal, teacher y asesora de imagen”, relata sobre su estadía en el país norteamericano.
Hoy, a siete años de su regreso a Paraguay, está a dos meses de competir para ser la próxima Lady Internacional. “Siento que ahora puedo disfrutar más un certamen, porque antes era muy joven”, declara.
Una historia sin fin
Jazmín guarda su corona y su banda de miss en una caja blanca. Y cuando las saca, lo hace con mucho cuidado. Allí, en ese cofre artesanal, atesora lo más valioso: su reinado. Y aunque esta representación material de su logro dure sólo un año, refleja cuán importante fue para su vida. “Hay que priorizar ser buenas personas, ayudar a las compañeras, más allá de que sea una competencia. Hago formación de misses, y lo primero que les enseño es que lo más importante es el corazón”, destaca.
“Nadie es como vos, pero vos no sos más que nadie. Esa es la clave para este mundo. Hay que sentirse lo suficiente, pero no más que el resto. Ser miss implica una preparación física, emocional y espiritual. También es mucho de seguridad y actitud. No es tan fácil como se lo pinta”, añade.
Su creencia en Dios y el apoyo de su familia la sostienen cuando siente que no está en el lugar correcto. “A veces uno dice: ¡Dios mío en qué me metí! Pero hay palabras de mis seres queridos que son clave para seguir: “Andá, vos podés, vas a ganar”. Sería imposible sin la ayuda de mi familia”, comenta.
Admira mucho a Michelle Obama “por su personalidad, por las labores buenas que hizo, porque es de esas personas que motivan y porque sus discursos, aunque simples, siempre fueron contundentes”, analiza.
En caso de ganar la corona internacional, Jazmín deberá viajar mucho, conocer lugares y hacer labores comunitarias y benéficas. “A las misses siempre se las ve como un modelo a seguir. Por eso, deben ser personas conciliadoras, pacíficas”, explica.
La competencia será en dos meses y ella está en pleno preparativo. No está acelerada. Jazmín entendió con los años que todo es una cuestión de balances. “Trato de cuidarme con la alimentación. Hay que ser responsables, pero no sacar todo. La idea es disfrutar y no amargarse. A la mañana llevo a mis hijas al colegio, entreno y me hago tratamientos corporales, porque ya no tengo 20 años”, dice, entre risas.
Luego, dedica tiempo a los desafíos que tendrá que presentar en Taiwán, como el traje alegórico a nuestro país o el talento —vinculado a nuestra cultura— que debe demostrar en el escenario. Todo eso hasta las 3 de la tarde, que es el momento en el que se encuentra con sus hijas. Y ser mamá vuelve a ser su prioridad.
En noviembre, Jazmín cruzará la puerta automática del aeropuerto, dos horas antes del despegue de su vuelo. Entrará sin apuro, porque llegará con puntualidad. Cargará con sus maletas y mirará a los costados. Esta vez, rumbo a Taiwán.


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