El freestyle, el estilo de rap improvisado que surgió en Estados Unidos en los años 80, está en auge. Conversamos con los paraguayos que compitieron en la final de la batalla internacional Cruce de Campeones para conocer más sobre este mundo de rimas perfectas.
Texto: Micaela Cattáneo
@micaelactt
Fotografía: Cristóbal Núñez/Gentileza G5pro
Vestía una remera de la albirroja, un gorro negro y unos lentes de sol que imitaban las gafas de John Lennon. Ninguno de estos accesorios pasó desapercibido cuando subió al escenario. Entró con fuerza, como el viento antes de una tormenta. El host (anfitrión) de la competencia lo anunció y el público no paró de ovacionar su nombre: “¡Mister H! ¡Mister H!”.
Mister H en realidad se llama Hussein Arnaldo Salem, tiene 23 años y fue uno de los paraguayos que participó en la final de la competencia Cruce de Campeones, una batalla de freestyle que convocó a jóvenes de esta rama del hip hop de Argentina, Venezuela, México, Bolivia, Ecuador, Perú, España, Colombia y Paraguay, en el Casco Antiguo de Asunción.
En la pantalla que se alzaba detrás del escenario, una ruleta sorteaba los enfrentamientos de los 16 concursantes para los octavos de final. Frente al nombre de Mister H apareció el de Zticma, el freestyler que viajó más de 7.000 kilómetros para competir: llegaba de México.
La batalla tenía como temática a la música. Cada uno contaba con 40 segundos para demostrar quién era el mejor improvisando en torno a este concepto. El host contó hasta tres y las rimas, sobre una base de rap, fluyeron.
“Tu rap es solo para quinceañeras, eres Gustavo Cerati, pura música ligera. Que te despiertes cuando pase el temblor, porque en la batalla tú ya saliste perdedor. Yo no soy Luis Miguel pero caliento más que el sol”, empezó Zticma. A lo que Mister H respondió: “Viste como se hace la rima, te estoy ganando paso a paso en esta tarima, yo te enseño de esta disciplina, yo soy la antorcha humana y esta gor** es la gasolina”.
La tarde anterior al cruce, Mister H decía estar relajado para lo que le esperaba al día siguiente. Sin embargo, se movió varias veces de lugar dentro de la ronda
donde lo entrevistaba junto con los otros tres finalistas paraguayos: Nato, Darax y Recalde. Él fue el primero en hablar. “El freestyle es arte, conocimiento, creatividad, cultura y talento. No es un divague que se consigue así nomás, implica mucho laburo”, dijo, de entrada.
El freestyle es uno de los varios elementos que conforman el hip hop, el movimiento artístico que surgió en las calles y parques de un barrio neoyorquino llamado Bronx, en los 70. Entre estos componentes, además del rap y su estilo improvisado, se encuentra el Dj, el break dance (o danza urbana) y el grafiti.
En la ronda, al lado de Mister H, estaba Nato (Renato Noguera) quien empezó bailando break dance dentro de esta corriente artística y tiempo después descubrió el rap. Ambos se conocen de los encuentros que ocurren en las plazas. “Me llamó la atención porque era una forma de desahogarme”, contó Noguera, y llegó el turno de su historia en la conversación.
Conoció el rap siendo muy chico, a los 10 años, y de adolescente, a partir de los 15, empezó a ir a las competencias en las plazas. “Por eso se ven muchos pibes, porque a esa edad es cuando estás buscando tu identidad”, explicó Nato, que ahora tiene 22 años y es estudiante de la carrera de Administración de Empresas.
“Me gusta cuando el freestyle es propio, el que dice de dónde venís, qué sos y a qué te dedicás. Por eso, para mí es un desahogo emocional. Si no hago freestyle siento que es un día perdido”, agregó.
En ese galpón grande llamado Casco Antiguo estaba su madre, su hermanita de seis años y otros dos familiares en medio de un público adolescente y joven que vestía quepis dados vueltas, bandanas y camisetas anchas. “Antes se subía a los colectivos a cantar, lleva el rap en su sangre”, confesaba su mamá a la par que recordaba cómo, cuando trabajaba en España, le enviaba los cedés del rapero español Porta.
Nato respondió a las preguntas usando muchas comparaciones, sobre todo cuando tuvo que explicar qué busca un freestyler en un enfrentamiento: “es como decir que los políticos tienen que dar sus discursos para ver quién es el que convence más a la gente”.
En Cruce de Campeones, Nato se enfrentó al mexicano Jony Beltrán, y aunque el jurado finalmente eligió a su contrincante, él tenía una batalla ganada previamente: “para mí ya es un campeón”, decía su mamá, minutos antes de su presentación.
Disciplina y corazón
Días antes de la competencia, Mathias Rivas (más conocido como Darax) subía una foto al Instagram. Era una imagen en la que aparecía sosteniendo un micrófono: “Si agarro el micro el mundo está en mis manos”, podía leerse al pie. En ese pequeño círculo de finalistas que se formó para la entrevista el día previo a la batalla, Darax siguió el hilo de la plática y se refirió a lo que implica ser un freestyler: “Hay que ser autocrítico, así pulís las muletillas. Todo es un aporte cuando se trata del contenido, desde leer un libro, ver una película hasta conversar con alguien”.
Después de ver un video que “le voló la cabeza” encontró en el rap un estilo de vida fuera de lo convencional. Y aunque actualmente estudia Derecho en sus ratos libres, es fiel a la frase que dice que “el sueño de todo artista es vivir de lo que hace”. “Después de seis meses de descubrir el freestyle me animé a competir y recuerdo que me fue re mal. Pero no es algo que se aprende de un día para otro. Siempre digo que se aprende a rapear, rapeando”, comentó Darax.
En su paso por Cruce de Campeones estuvo cara a cara con el español Errecé, improvisando sobre arte y gastronomía. Él sostiene que frente al rival la cuestión es mentalizarse de que “se es más contundente que el otro”. Y aunque en el round los jueces señalaron como ganador a su contrario, Darax —de 19 años— tiene muy en claro de qué se trata todo esto: “el rap es plantarte y decir lo que sentís”.
Recalde también tiene 19 años y es el que menos habla de los cuatro (al menos eso se vio en aquel ida y vuelta de preguntas y respuestas). De todas las intervenciones que hizo, una fue para decir lo que era evidente ante los ojos de todos: “Mi familia nunca imaginó que iba a estar donde estoy ahora. Y es que yo era el más callado, con suerte saludaba”, confesó 24 horas antes de improvisar frente a un jurado internacional.
Sin embargo, en el momento del cruce con el otro, a Ronald Recalde ni el cronómetro ni el micrófono lo intimidan. Ahí la palabra es la reina. Compitió contra el argentino Stuart y el veredicto favoreció a este último. Pero ningún resultado opacó las ganas que siente por seguir dedicándose a lo que le gusta. “Ahora estudio Ingeniería Comercial. No quiero hacer una cosa y descuidar la otra, sino disfrutar un poco de ambas”, señala refiriéndose también a su pasión por el rap.
La mejor rima
Cuando se estaba por definir al ganador de Cruce de Campeones, se había hecho de noche. A la batalla final llegaron el español Errecé y la única mujer de la competencia, la colombiana Marithea. Después de 15 minutos de ataque y contrataque, el trofeo fue a parar en manos del participante europeo.
Luego, tras bambalinas, Marithea respondía preguntas para la transmisión en vivo del evento. Ante la pregunta de cómo había visto el desempeño de Mister H, el único paraguayo que pasó a cuartos de final, contestó lo que quizás parte del público local había deseado: “Estaba para ser campeón”.
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