Texto: Micaela Cattáneo
@micaelactt
J Balvin no sabía que en medio del lanzamiento de su nuevo disco Colores, el negro predominaría por sobre el resto, a causa de una pandemia. Pero ese negro, aquel que no es color sino ausencia de luz —y el que asociamos a tiempos difíciles como los que vivimos ahora— no es el mismo que propone el cantante colombiano de música urbana con su álbum recientemente lanzado.
Acá, el negro es una vuelta a sus orígenes, a sus mejores épocas de reguetón, a la urbanidad en su máxima expresión. Acá, el negro y la paleta restante no son más que el resultado de la imaginación (suya y de su equipo de productores): de una escena en la que cerraban los ojos y tiraban el primer color que se les venía a la mente cuando le daban play a esa batería de canciones que tenían a mano.
En este arcoíris todos los colores son importantes: el amarillo habla del disfrute de la vida; el azul, de una mujer independiente; el rojo, de un amor vivido libremente; el morado, de lo más lindo del reguetón clásico; el rosa de la química con la persona que te gusta y así hasta llegar al blanco, donde le canta a su ciudad, Medellín.
Colores cae en un momento justo, cual lluvia en tiempos de sequía. Y como un pintor, trata de devolverle al mundo los tonos que le pertenecían antes de que la atención esté puesta en un virus. Sin que esa fuera su intención inicial y sin saber si haya logrado tal hazaña, J Balvin lanza sus canciones hechas colores, esa música que para todos vuelve a ser un respiro.
Portada del álbum "Colores"
Canción necesaria: Arcoíris, porque es una fiesta de ritmos latinos y africanos que nos recuerda que en la música no existen fronteras.
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