Las industrias creativas fueron una de las más golpeadas por la crisis sanitaria y, aún así, se reinventaron buscando nuevas formas de llegar al público durante el confinamiento.
Fotografía: Gentileza
Una vez, allá por los años 70, el austriaco Peter Drucker dijo que “el mayor peligro en tiempos turbulentos no es la turbulencia sino actuar con la lógica de ayer”. Pero la frase de este consultor y profesor de negocios, considerado el mayor filósofo de la administración del siglo XX, ¿qué podría tener que ver con la reinvención de los formatos artísticos durante la cuarentena?
Quizás, no directamente, pero su mundo, el de la administración, conceptualmente hace referencia a gobernar una comunidad, a organizar la economía de una o varias personas; una tarea a la que todos los sectores, pero principalmente el artístico, tuvieron que encontrarle la vuelta durante la crisis.
“Administrar” también tiene de sinónimo a la palabra “cuidar”, y es ahí donde la frase de Drucker cobra un especial significado en lo que respecta a las industrias creativas, ya que siendo estas de las más golpeadas por la pandemia tuvieron el difícil desafío de proteger lo construido buscando nuevas formas de llegar a las personas, actuando según el “aquí y ahora” y no con la “lógica del ayer”.
Todo esto, de alguna manera, nos hace pensar en ese término que escuchamos incontables veces desde que empezó la cuarentena: reinventarse. Un verbo, una acción que en concreto implica cambios. Una palabra que incluye a otra más importante, “inventar”, del latín inventus, origen etimológico que refuerza la idea de lo que significa crear desde el encierro: algo nuevo que viene (ventus) dentro (in-) de uno”.

La música no para

La banda de pop-rock nacional Villagrán Bolaños lanzó Me voy a ir a venir, una canción que Miky González Merlo, el vocalista, tenía compuesta desde hace tres años. De hecho, el grupo la había terminado de grabar el año pasado, pero no fue sino hasta hace casi un mes atrás que sintieron que era el momento de compartirla.
El videoclip lo hicieron cuando inició la fase 2 de la cuarentena inteligente. En este los cinco integrantes se mueven por una sola escenografía y eso, en parte, refleja el contexto en el que fue grabado. “Desde un principio, por el carácter de la canción, sabíamos que debía ser íntimo. Nos agarramos de eso para hacer un lindo video sin tanta producción que requiera aglomerarse e invertir muchos recursos”, cuenta González Merlo.
Durante el confinamiento, la banda aprovechó para organizar todo lo que no es música directamente, como las redes sociales, el arte visual, etc. Asimismo, cada miembro continuó trabajando en nuevas canciones y en otros proyectos musicales. Miky, por ejemplo, se juntó con Mauri Rodas y Edu Martínez para crear Trifásico, un experimento “para hacer música como se pueda, con los recursos que teníamos y con la limitación de no poder juntarnos”, explica González Merlo.
Además, otra movida que nació en cuarentena es el álbum que crearon junto a Mauri Román en el estudio Ciudad Nueva: Reversionado. El disco contiene versiones de canciones pop-rock nacionales hechas por músicos locales. “Con María Quevedo de la banda YLatina hicimos una versión de un tema de Paiko”, comenta el músico. Y asegura que lo que más extrañó fue hacer shows en vivo, por la cercanía que esto da con el público y porque de los toques salen los principales ingresos de la banda.
“Reinventarse implica desarrollar la creatividad al máximo para encontrar nuevas maneras de interactuar con el público y acompañarlos en este momento. Eso es lo más importante. Hace falta seguir inventando cosas, más que nada para que en un país como el nuestro, donde la industria musical es pequeña, una banda pueda ser sustentable sin shows en vivo”, expresó.
La falta de conciertos hizo que los chicos de la banda nacional Kita Pena se replanteen los modos de hacer y compartir música. Así crearon Solistas, una docuserie que muestra los procesos de composición de la banda en cuarentena, es decir desde la distancia y con los elementos que cada uno tenía a mano en su casa. El proyecto consiste en lanzar un capítulo del material por mes y, al mismo tiempo, que cada uno de estos esté acompañado por el estreno de una canción.
“La idea es que vaya hasta fin de año. Fue la solución que encontramos a todo ese panorama incierto que nos generó miedo, angustia y desesperación. La pandemia nos golpeó desde lo económico, ya que nosotros tocábamos en vivo todas las semanas. La intención también era mantener a la banda unida, viva y funcionando, porque esa es la mejor manera de seguir existiendo”, indicó el músico Pablo G. Blaya.
Blaya menciona que el desafío más importante para todos fue producir y grabar desde casa. Antes lo hacían en un estudio, donde la acústica es buena, pero durante la cuarentena cada uno buscó la forma de sonar lo más profesional posible. “Había que cuidar que no entre el sonido de la calle, del ladrido del perro del vecino, del chipero pasando por la vereda, etc. Todos tuvimos que aprender herramientas de edición y audio, conseguir micrófonos y armarnos un estudio con lo que teníamos. Fue la parte divertida también, porque en el proceso compartíamos lo que descubríamos (‘las guitarras dentro del baño quedan buenas’, etc.)”, relató.
Y agregó: “Hubo días mejores que otros, pero el hecho de tener una meta hizo que sigamos moviéndonos y haciendo que las cosas sucedan. En la música, la reinvención es moneda corriente, es decir el público no te lo exige pero uno como artista trata de no repetir y caer en lugares comunes. La experiencia de ser cada uno productor en su casa hizo que el criterio personal sea el definitivo y eso ayudó a que automáticamente el sonido se reinvente”.

Defender las historias desde la actuación

Desde el semáforo de Ygatimi y Colón, el actor Miguel Escoz dirigió en junio el Autoteatro, una serie de funciones de la obra Hamlet, de Shakespeare, adaptada a los 60 segundos de duración de la luz roja. “La intención de esto no fue sacar un rédito monetario, sino hacer una protesta artística y pacífica a raíz de la propuesta descabellada que hizo el gobierno a los actores y las actrices durante la cuarentena”, empieza Escoz.
Y continúa: “Lo que propusieron es que los actores y actrices sigamos haciendo obras pero con este método del autoteatro, así como funciona en Italia, Brasil, etc. (es como el autocine). Pero eso es imposible acá en Paraguay porque el 90% del gremio teatral vive del día a día. Como todo se suspendió, dejamos de percibir esos ingresos. ¿Cómo, entonces, se supone que podíamos montar un autoteatro con todo lo que eso implica en cuanto a estructura?”.
El artista opina que esa propuesta debía ser dirigida al sector privado-empresarial o estar acompañada de un proyecto de subsidio en concreto. “El objetivo de nuestro autoteatro era visibilizar la situación por la cual estaban atravesando los artistas. La mayoría tuvo que buscar, lamentablemente, caminos fuera del arte para sobrevivir. Algunos empezaron a limpiar casas, vender comidas, etc. En mi caso, me lancé a hacer traslados con mi auto pero no funcionó; quise ser conductor de Uber o Muv pero mi auto ya estaba viejo para eso. Hasta que un día, mi amiga Maco Cacavelos me pidió que haga un show de magia virtual para el cumple de su sobrino. Y hoy, gracias a esos shows, estoy teniendo algunos ingresos”, señala el actor.
La versión “autoteatro” de Hamlet en el semáforo fue interpretada por los actores Eli Marín y Karim Cohener, quienes acompañaron a Miguel en esta movida. “Me gustaría dictar un taller de autoteatro en los semáforos para que este proyecto se siga expandiendo. Sería ideal que alguna empresa o el gobierno mismo apueste por proyectos culturales como este, podría ser interesante potenciarlo en diversos puntos estratégicos de la capital y el país. Las situaciones límites afloran la creatividad del ser humano. Y el teatro, finalmente, es acción y la acción es moverse”, destaca.
Moverse. Eso fue lo que hizo el grupo teatral Vakapipopo cuando la cuarentena paralizó los proyectos que tenían planificados para este año. Luego de pensar y repensar, estrenaron Amor de cuarentena, una historia —escrita por el argentino Santiago Loza— que se desarrolla a lo largo de 14 días a través de WhatsApp. Se trata de un formato creado por Ignacio Fumero en Uruguay para contrarrestar la crisis de las salas cerradas. El mismo ya fue replicado en Argentina, Ecuador, España y ahora también en Paraguay.
La sala se cierra los sábados al mediodía y cada espectador puede elegir al actor con el que vivirá la experiencia teatral de 14 días. El elenco incluye a Natalia Santos, Guadalupe Lobo, Ariel Galeano, Diego Mongelós y Hernán Melgarejo. Cada uno de ellos trabajó de forma individual y a distancia con la directora de la obra, Fátima Fernández Centurión.
Foto: René González.
“Creo que el formato está hecho para que la dirección a distancia no sea un tema complicado. Cada actor decide contar esta historia a su manera. La obra cuenta cómo un día una persona que no habla con otra hace mucho tiempo decide contactar con ella en plena cuarentena. Trabajé con cada uno los cambios de estado provocados por el encierro. Nos zambullimos a un universo muy personal, de imágenes y música, de ver cómo es la rutina de cada uno. Para mí, fue un recorrido escuchar lo mismo desde cinco puntos de vista”, declara la directora.
Fernández considera que esta manera de hacer teatro es una prueba y un espacio para no perder el contacto con el público. “Es una oportunidad para escuchar nuestras voces. Es un desafío comercial también porque no sabemos cómo va a resultar. Todos los artistas estamos viendo la forma de sentirnos conectados con lo que hacemos y, desde ese lugar, tratar de seguir creando como podemos”, comenta la actriz. Amor de Cuarentena estará disponible durante todo julio, y parte de lo recaudado irá a beneficio del Cepate (Centro Paraguayo del Teatro).
Cortos aislados también nació de forma remota en cuarentena. Se trata de una serie de cortos que fueron grabados a la distancia con el fin de contar cómo se modificó el día a día y el relacionamiento con los demás durante el confinamiento. La primera trilogía “Son las ocho”, “La cita” y “Se me cortó la salsa” están disponibles en el IGTV de @cortosaislados. Diro Romero, uno de los actores y productores del equipo, cuenta que la idea original de este proyecto es de Mario González Martí pero que, entusiasmados por el contenido, se fueron sumando más profesionales de la industria creativa, como Tania Cattebeke, Delia Bordón, Diego Maldonado, entre otros.
“Queríamos seguir contando historias. Y este nuevo formato nos pareció interesante porque desde la cuarentena las videollamadas son nuestro día a día, es como lo que antes era juntarnos en un café o en un bar. Nuestro objetivo como artistas es reflejar lo que está pasando. Y en ese sentido fue un desafío porque todo lo hacíamos de forma remota, hasta las grabaciones. Cada uno armaba el set en su casa, colocaba su luz y su cámara”, comenta Romero.
“El corto se grabó a partir de un vivo de Instagram. Los actores nos creamos dos cuentas falsas y hacíamos un vivo en conjunto. Luego el video se descargaba y pasaba a edición. Ahora se está armando la segunda trilogía y, para agosto, ya tenemos confirmada una tercera”, señala con el mismo entusiasmo con el que, pese a todo, mira al futuro: Creo que lo positivo dentro de todo esto es que a través de estas historias estamos buscando conectarnos con el público. No sabemos cómo será la experiencia teatral más adelante, todavía es un poco incierto. Lo que sí sabemos es que esa búsqueda sigue porque ahora todo es nuevo”.
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