Y de un día para otro te enteraste de que a tu amiga le diagnosticaron cáncer de mama. No lo pudiste creer y ella, tampoco. “¿Qué decirle ahora?”, pensaste. Un nudo en la garganta no te permitió expresar todo lo que sentías en ese momento. Y es que no siempre hay palabras cuando se reciben noticias así o, si las hay, tienden a cruzar esa delgada línea entre “lo que está bien y lo que está mal”.
¿Qué actitudes tomar cuando una persona diagnosticada decide contarte su enfermedad? La Dra. Leticia Viana recomienda seguir los siguientes consejos:

Evitar algunas preguntas

Cuando una mujer se entera de que tiene cáncer de mama,  es común que se haga preguntas como: “¿Qué debo hacer ahora?”, “¿cuál es el tratamiento?”, “¿qué tan avanzado está?”, “¿a partir de cuándo empezará a caerse mi cabello?” o “¿sentiré dolor en la quimioterapia?”; mismas preguntas que, quizás, surgen del otro lado, cuando la paciente decide contarlo a una persona de confianza.
No es necesario hacer todas estas consultas para demostrar cuán interesada o preocupada estás por su diagnóstico, sobre todo, si es reciente. Tal vez, la persona enferma encuentre más adelante el momento para conversar sobre todo eso. Lo cierto es que, aunque la respuesta sea obvia, con preguntarle cómo se siente –en el tono adecuado-, es suficiente.

Decir lo justo y necesario

Hay situaciones que dejan a uno sin palabras. Y enterarse de la enfermedad de una persona cercana es una de ellas. A veces, es mejor expresar un “No sé qué decirte”, antes que utilizar palabras que puedan incomodar a quien lo está contando.
Es decir, en el afán de encontrar expresiones de apoyo, aparecen ideas como “Tenés que ver el lado positivo, pudo ser algo peor” o “Lo bueno es que perderás esos kilos de más”. No, no y no. No es bueno minimizar el diagnóstico, ninguna enfermedad es “mejor o peor”. Tampoco, hacer hincapié en los cambios físicos que sucederán con el tratamiento. Es más, no es necesario acotar sobre este último punto; ya que hay que ayudarle a la persona a sentirse tranquila y no preocupada.

Diferenciar apoyo de optimismo

Esto depende mucho de la etapa en la que se encuentre la paciente y la actitud con la que lleva el tratamiento. Si se trata de un diagnóstico reciente, colocarse en el papel de animador con frases como “Todo va a estar bien”, “Tenés que pensar en positivo” o “No tenés que ponerte mal”, no lleve a más que un apoyo “de momento”.
Para la persona enferma, que decidió contar su diagnóstico, lo importante es recibir seguridad y contención desde el principio hasta el final; acompañamiento durante todo el proceso de la enfermedad. “Apoyo y optimismo” van de la mano, siempre y cuando sean utilizadas en los momentos oportunos.

Contar la experiencia de otras mujeres

Todas las experiencias con la enfermedad son diferentes. Pero no está mal comentar la situación de otra persona que pasó por lo mismo, sobre todo, si se trata de ejemplos de fortaleza y lucha contra la enfermedad. El testimonio positivo de otra paciente puede ayudar a sobrellevar el tratamiento; a creer que sí es posible ganarle al cáncer de mama.

Quedarse en silencio

Muchas veces, el silencio no es sinónimo de “no saber qué decir”, sino de escucha. La persona enferma necesita ser escuchada, especialmente por lo que conlleva un diagnóstico de cáncer de mama (preguntas, inquietudes, desesperación, etc.). En ese sentido, es bueno que la paciente descargue toda su tristeza y angustia en una persona que sí esté dispuesta a oírla.
De la misma forma, es importante que el médico genere un diálogo con la paciente; que aclare todas sus dudas y no queden explicaciones sueltas en el camino.

Preguntar por el proceso de la enfermedad

Consultarle sobre lo que está viviendo no está mal, sobre todo, si es para ofrecerle una ayuda concreta. Es decir, que la preocupación por su estado de salud no quede reducida sólo a una llamada o visita, sino a una actividad específica para que la persona enferma se organice mejor. Por ejemplo: llevarla y traerla a sus consultas, colaborar con los quehaceres de su casa para que tenga tiempo de descansar, entre otras cosas.

Recomendar libros o artículos sobre la enfermedad

Sí es una buena idea, pero hay que tener en cuenta que –en el caso de los artículos- la fuente debe ser segura, para evitar dar información incorrecta que desestabilice a la paciente. En cuanto a los libros, los recomendados son los de “autoayuda”, ya que aclaran inquietudes o aconsejan sobre qué cuidados tomar durante el proceso de la enfermedad.

Ofrecer contactos de profesionales de la salud

La atención multidisciplinar es el aspecto más importante desde el diagnóstico. Hay que entender que padecer de cáncer de mama es, quizás, una de las experiencias más angustiantes para la mujer. Pero trabajar en el proceso con un equipo de profesionales que conozcan el caso desde el momento uno, permite una mejor organización durante el tratamiento.
Generalmente, la angustia no acaba después del impacto del diagnóstico, ya el estrés crónico o la depresión son manifestaciones constantes en la enfermedad. Conocer la opinión de psicólogos de confianza, ayudará a que la paciente supere, más fácilmente, los cambios físicos y emocionales que provoca el cáncer. Eso sí, y más allá de las palabras de los médicos, el amor incondicional de la familia y los amigos es la fuerza más poderosa para vencer a este mal de salud.
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