“Mucho antes del confinamiento, me preguntaba cómo trabajar lo invisible que nos rodea”, dice la coreógrafa de 40 años. La artista, que reside en Francia desde hace 15 años, realiza varias presentaciones basándose en el “vacío” creado por el confinamiento. Kaori Ito necesita volver a los escenarios para representar la ausencia, porque ahora más que nunca cree en lo que “no ve”.
Una de sus últimas creaciones fue Danzas con los espíritus, resultante de este año marcado por el distanciamiento social, donde invocó a los fantasmas de los seres desaparecidos para poder hacer su duelo. “En un mundo que se desmorona, se percibe más la presencia de los ausentes”, confiesa la artista.
Ito se formó en ballet clásico en Japón y en danza moderna en Estados Unidos. A sus 40 años y siendo madre de un niño propuso al director del Teatro de la Colina, Wajdi Mouawad, instalar una cabina telefónica donde la gente pueda hablar con sus muertos. “Esto ya existe en Japón. Después del tsunami, la gente se sentía culpable de no haber podido salvar a sus allegados, de haber soltado la mano de su bebé”, cuenta sobre su idea.
El espectáculo que prepara para el público es una manera de diluir las energías negativas que dejó este año en que ha habido mucho dolor y sufrimiento. “En Japón, vivimos con los fantasmas, son nuestros ancestros que nos protegen. Los espíritus son como las ondas de wifi, no se ven pero están ahí”, señala la bailarina, que nació en la ciudad de Toyohashi.
Para esta coreógrafa que a menudo combina diálogo con danza, el cuerpo siempre hablará más que las palabras.
Fuente: AFP.

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