Tomar Sol siempre ha sido una actividad que ha generado polémica, sobre todo en los últimos años, ya que el nivel de conciencia sobre los daños que causa es mucho mayor en comparación a otras épocas, donde lucir una piel bronceada era el must del verano. Sin embargo, en la actualidad, tomando las precauciones adecuadas y teniendo en cuenta los horarios, esta práctica puede ser muy beneficiosa para la salud.
Partiendo de que los rayos UV del Sol son una fuente de Vitamina D para los seres humanos, salir a tomar Sol a primera hora de la mañana (no después de las 10:00), durante unos cinco a diez minutos, ayuda a fortalecer los huesos, ya que esta vitamina es fundamental para la mineralización de los mismos. Un ejemplo claro de la falta de este proceso es la incidencia de raquitismo en los niños y de osteoporosis y osteomalacia en los adultos que viven en países donde hay poca luz de día.
Ese mismo contacto con los rayos ultravioleta regula la producción de melatonina, hormona que ayuda a definir los ciclos del sueño. Y es que la luz solar reduce sus niveles, ayudándonos a sentirnos más despiertos durante la jornada. Asimismo, beneficia a nuestro estado de ánimo, activando la serotonina, la tan famosa “hormona de la felicidad”.
La vitamina D del Sol ayuda a prevenir y controlar el acné; a mejorar las defensas de nuestro cuerpo aumentando el número de glóbulos blancos, y a metabolizar el colesterol, reduciéndolo. Salir un rato por las mañanas, entre cinco a diez minutos, no le hace mal a nadie, al contrario, la piel, el sistema inmune y de descanso saldrán beneficiados. Lo importante es saber que lo malo está en el exceso y en no tomar las precauciones necesarias (protector solar, etc.) si se tendrá una mayor exposición al Sol.

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