Durante años, desde 1980 concretamente, China ha sido el mayor receptor de basura mundial para su procesamiento. El proceso de cierre definitivo, que arrancó hace tres años, está culminando y desde el 1 de enero solo pueden entrar a China los materiales reciclados que hayan sido procesados en el extranjero.
¿Qué quiere decir esto? Que, por ejemplo, sí admitirán la entrada de la pulpa de papel, pero no del papel usado. Y es que se cree que cerca del 96% del plástico usado en Europa o el 70% del usado en Estados Unidos iba a parar a la potencia mundial, y que de sus industrias salían casi la mitad de los productos reciclados del planeta.
Desde el 2017 esta práctica empezó a limitarse, ya que aunque beneficie al crecimiento económico del país asiático, daña el medio ambiente y la salud pública. Desde entonces, las importaciones de residuos sólidos de China han ido cayendo en medio de una campaña de desarrollo verde para el país.
La decisión se tomó en pos de paliar el enorme impacto medioambiental que generan tales importaciones y para que el país asiático se concentre en reciclar la basura generada por sus casi 1.400 millones de habitantes, unos 215 millones de toneladas anuales.

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