El término “Mascné” surge de la unión de dos palabras, mascarilla y acné, y hace referencia a la reacción que se produce en la piel por el uso prolongado del tapabocas, ya que debido a la falta de transpiración la piel es más propensa a tener brotes de acné, sobre todo en el eje contorno-mandíbula.
El motivo principal es la reducción de la transpiración, pero son varias las causas que pueden provocarlo, entre las que se pueden citar la fricción continua de la mascarilla contra la piel; el calor propio del verano y el sudor; el microambiente húmedo que se genera en el interior del tapabocas a causa de la saliva y el aliento y que produce un aumento de la secreción sebácea, y el estrés y la ansiedad que generan inflamación en la piel.
No menos importante, el uso de la misma mascarilla todos los días, más allá de la protección que representa, deposita gérmenes en la piel, por lo tanto es importante lavarlas diariamente en caso de que sean de telas o cambiarlas frecuentemente en caso de que sean de otro material.
Pero el lavado y el cambio frecuente no son las únicas soluciones que plantean los especialistas, ya que también aseguran que hay que colocar la mascarilla lo más ajustada posible para evitar su movimiento y fricción; extremar la limpieza de la piel de mañana y de noche; evitar el uso de bases de maquillaje que contengan aceites oclusivos, y apostar por productos que combatan este tipo de acné.


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