Dar vueltas a través de los mismos pensamientos una y otra vez, reviviendo recuerdos de errores pasados e imaginando los peores escenarios, hace que te sientas mentalmente agotado.
Por: Verónica Giménez
Los pensamientos rumiantes suelen aparecer de vez en cuando, especialmente si estamos preocupados o tristes, pero cuando empiezan a formar parte de nuestro día a día pueden afectar nuestra salud mental. Y es que sentarse a pensar mucho durante horas también hace que uno se sienta cansado.
Tenemos la capacidad de formar ideas y representaciones de la realidad en la mente, relacionando unas con otras, por eso a los pensamientos se los considera la actividad y creación de la psiquis, todo aquello que es traído a la existencia mediante la habilidad del intelecto.
La psicóloga, Laura Cáceres, nos explica que también son procesos mentales, voluntarios o involuntarios, mediante los cuales la persona desarrolla sus ideas acerca de su entorno, los demás y de sí misma. “Es decir, los pensamientos son ideas, recuerdos y creencias en movimiento que se relacionan entre sí. Están ‘pintados’ por la emocionalidad, no son ajenos a los sentimientos y las emociones, son influidos por ellos”, indica.
Sobre la rumiación, señala que es un diálogo interno con un enfoque catastrofista que consiste en darle vueltas y vueltas mentales al pasado en un tono negativo. “La persona puede preguntarse acerca del significado negativo de lo que sucedió, de cómo las cosas podrían ser mejores si no hubiera pasado lo que pasó, de que todo sería diferente sin esos acontecimientos y así sucesivamente hasta el infinito”, detalla.
Menciona además que la rumiación tiene como sinónimo el “sobrepensar”, que también se refiere a la manera inconsciente y casi obsesiva de caer en ideas, generándonos cierto malestar al no poder parar y salir de esa situación. Es más, la persona puede pasar un rato largo, todo el día e incluso semanas dando vueltas a un pensamiento que no es capaz de controlar.
Y agrega: “La rumiación afecta de manera severa nuestro bienestar y puede tener un impacto físico. La introspección obsesiva es la antesala de la ansiedad y de la depresión, según investigaciones realizadas. Así también, intensifica la angustia emocional y psicológica, disparando los niveles de cortisol, hormona que se libera como respuesta al estrés, y este cuando es crónico pone en riesgo la salud”.
Estudios recientes comprueban que la rumiación es un factor transdiagnóstico que se extiende a trastornos del estado de ánimo, ansiedad, depresión y los relacionados con el trauma, caracterizados por un modo de pensamiento incontrolable y repetitivo.
Causas que activan los pensamientos rumiantes
Una de las principales formas de activar los pensamientos rumiantes es a través del diálogo interno, los pensamientos e imágenes mentales que aparecen en nuestra conciencia durante el día, pueden aparecer de manera consciente o no.
“Cuando nos sentimos mal, muchas veces se debe a que sacamos las cosas de quicio con nuestro diálogo interno. Podemos tener problemas reales que a veces pueden ser graves, la cuestión es que con el pensamiento magnificamos y así agravamos nuestro malestar hasta límites exagerados”, señala la psicóloga Laura Cáceres.
Sobre el punto, hace referencia a un dicho del filósofo griego Epicteto “lo que nos perturba no son los hechos, sino lo que pensamos sobre ellos”. Y profundiza que a veces la mente puede parecer nuestro peor enemigo, especialmente cuando nos encontramos pensando demasiado sobre un problema.
“Nuestros pensamientos regresan insistentemente a escenarios pasados y futuros, con una intensidad tal como para crear en nosotros un estado de desgaste emocional, que pueden tener consecuencias perturbadoras. En la rumiación se da una paradoja, algo como el pensamiento, que por definición es dinámico y cambia constantemente, se vuelve casi estático y encerrado en un circuito que lo hace moverse en bucles”, explica.
¿Cómo podríamos evitar los pensamientos rumiantes?
La profesional nos comparte diferentes estrategias para manejar esta situación que pueden ayudar a reducir la frecuencia con que aparecen o incluso hacer que desaparezcan por completo, disminuyendo así los niveles de estrés y liberando el foco de atención.
Ejercicios físicos. Nos hace liberar endorfinas, sustancia que elabora el cuerpo para aliviar el dolor y dar sensación de bienestar. Eso exige de nosotros que nos concentremos en experiencias que ocurren en tiempo real.
Luego de cansarnos haciendo ejercicio, aparte de los músculos que empiezan a recuperarse, las conexiones neuronales también empiezan a conectarse entre sí de un modo nuevo, después de haber estado dedicadas durante un tiempo a acercarnos a la meta de cada ejercicio físico.
Mindfulness. Demuestra ser eficaz para reducir los niveles de ansiedad y desenganchar la atención de fuentes de estrés. Durante las sesiones se toman rutas alternativas que nos mantienen al margen del pensamiento autorreferencial que crea bucles de malestar y estrés.
Caminatas al aire libre. Dar un paseo puede ayudar a pensar de manera más espontánea, además de servir para liberar endorfinas y descargar tensiones. Si esto se hace en entornos naturales con vegetación y lejos de ruidos nos ayuda a relajarnos. Son perfectos para desconectar.
Hablar con los demás sobre lo que te preocupa. Tener otros puntos de vista acerca de lo que nos genera malestar ayuda a que dejemos de pensar en ello siempre de la misma manera. Hablar con amigos y seres queridos puede ayudar mucho, porque además de mostrarnos sus ideas acerca del tema, nos permite saber cómo reaccionan emocionalmente ante ello.
Técnica de detención del pensamiento. Si te cuesta dejar de pensar, esta técnica puede ayudarte mucho. Se aplica de la siguiente manera:
- Identifica los pensamientos rumiantes que te causan malestar.
- Selecciona un estímulo que te permita salir del bucle de pensamiento. Por ejemplo, podrías aplaudir, chasquear los dedos o dar un golpe a la mesa. Al hacerlo, puedes verbalizar una instrucción como “basta”.
- Busca otra actividad que puedas hacer para desviar tu atención. Puede ser escuchar música, dibujar, leer, etc.
- Procura sustituir los pensamientos negativos por otros más positivos. Frases como “todos cometemos errores” o “los problemas tienen solución” ayudan a desarrollar una visión más realista y gentil.
“El objetivo de esta técnica es detener los bucles de pensamiento y devolver tu atención al momento presente”, sostiene.
Acudir a psicoterapia. Si notas que no consigues avanzar y la situación te sigue desbordando, es importante que acudas a psicoterapia, de manera a contar con soluciones personalizadas.
“Si no puedes dejar de pensar, es probable que sea una señal de que algo no anda bien. La rumiación podría ser un síntoma de afecciones serias. A través de la ayuda profesional como es la psicoterapia, puedes identificar de forma más precisa cuál es la situación y qué puedes hacer al respecto”, concluye.
···¿Ya nos seguís en las redes? Mirá todo lo que tenemos para VOS Facebook l Twitter l Instagram