A partir de los treinta, incluso un poco antes, muchas empiezan a inquietarse con la aparición de marquitas de expresión en nuestro rostro. Nos empieza asustar el paso del tiempo y empezamos a invertir recursos y energía para mantener nuestra apariencia fresca, joven y radiante.
Además de los tratamientos disponibles, los cuales nos empujan a invertir mucho más, es esencial conocer los hábitos que nos ayudarán a evitar el envejecimiento prematuro y que son sostenibles en el paso del tiempo.
Un estudio realizado en la Universidad Brigham Young demostró que realizar actividad física regularmente ayuda a que nuestro cuerpo se mantenga biológicamente más joven y además, a sentirnos así respecto a nuestra edad cronológica.
Esto se debe a los telómeros, unas proteínas que se encargan de proteger nuestro ADN. Con el paso de los años lo normal es que estas se acorten, pero la investigación concluyó que quienes hacen ejercicio tienen los telómeros celulares más largos que aquellas que llevan una vida sedentaria.
Ahora, el secreto está en realizar actividades vigorosas varias veces a la semana, ya que esto produce sustancias químicas que fortalecen y alargan las capas protectoras de los cromosomas, si solo se realizan caminatas suaves de vez en cuando no habrá demasiada diferencia. Este hábito en particular puede dar entre 7 y 9 años de ventaja biológica sobre las personas sedentarias.
¿A qué se refieren los investigadores con actividades vigorosas? Simple, hacer pesas y correr al menos 20 minutos 4 veces por semana, realizar running 5 veces a la semana o un deporte que te guste, por ejemplo, tenis, natación, incluso bailar.
Hacer ejercicio a diario tiene varios impactos y cada una está relacionada entre sí. Cuando entrenamos a diario nuestro cuerpo genera hormonas que brindan sensación de placer y bienestar, gastamos energía excesiva, lo cual nos ayuda gestionar el estrés del día a día, también a dormir mejor.
Todos estos beneficios ayudan a enfrentar los factores que favorecen el envejecimiento, por ejemplo, está comprobado que una mala higiene del sueño es sinónimo de un sistema inmune debilitado, mal humor, irritabilidad y estrés, lo cual repercute favoreciendo el envejecimiento prematuro de la piel.
Por último, la alimentación no queda afuera. Una buena dieta, rica en nutrientes, minerales y vitaminas es un ingrediente más para evitar que los radicales libres nos afecten. Un estudio realizado por unos investigadores de UC San Francisco y del Preventive Medicine Research Institute concluye que no solo es necesario el ejercicio, sino que también influyen el tipo de alimentación y los hábitos de vida.
Básicamente, las cremas y los tratamientos son una buena opción, siempre y cuando se puedan costear, pero para tener en cuenta, tal vez no lo necesitemos si decidimos adoptar un estilo de vida que nos favorecerá en todos los aspectos y nos hará tener una vida más plena y feliz.
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