El descanso es fundamental para todos y sabemos que gracias a una buena higiene del sueño podemos mantenernos saludables y activos, pero cuando se trata de deportistas es un factor determinante en su rendimiento y en los resultados que están buscando.
Cuando dormimos se activan una serie de funciones en nuestro organismo. El consumo metabólico disminuye, también la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal. A nivel endócrino, nuestro cuerpo segrega hormonas tiroideas, cortisol, de crecimiento, todas muy importantes y relacionadas a la actividad física.
El sueño es considerada por algunos expertos como la mejor estrategia de recuperación debido a sus efectos fisiológicos y restaurativos, de forma que el “sueño adecuado” ha sido señalado actualmente como “la nueva frontera en la mejora del rendimiento deportivo”.
Esto se debe a que la memoria es el proceso cognitivo más presente durante las horas de descanso. Cuando dormimos se activa el hipocampo, la parte del cerebro encargada de consolidar los recuerdos y las experiencias que vivimos durante el día, por ende se fortalecen los recuerdos útiles borrando las experiencias vividas que no tienen tanta importancia.
También el cuerpo se recupera de todo el desgaste físico que se realizó durante la actividad. Los músculos llegan a una relajación más profunda durante estas horas y cuando no se duerme bien, lo habitual es que la persona se mueva mucho en la cama.
Nuestro cuerpo divide los días en dos partes: la vigilia y el sueño, cuando el organismo se habitúa a estas dos fases se lo conoce como “ritmo circadiano”, y es muy importante para que nuestro sistema segregue las hormonas correctas en función del momento del día. Una manera de “educarlo” es manteniendo y respetando los horarios y las actividades.
Muchos afirman que para ver los resultados de nuestros esfuerzos a nivel físico hay que mantener un equilibrio de 30/70, es decir, el 30% depende de nuestro entrenamiento y el 70% de nuestra alimentación. Y si bien esto es correcto, hay que sumarle un porcentaje más vinculado al descanso.
Entre todas las hormonas que se liberan cuando dormimos, también se destaca la de crecimiento. Estudios científicos apuntan que se libera durante el sueño no-REM, el que se produce durante el primer tercio de la noche.
Por último, el sistema inmune se ve fortalecido, se previenen lesiones que suelen darse por falta de coordinación y/o agilidad, se mejora la concentración y el tiempo de reacción, además que mejora la energía y el buen humor para entrenar.
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