Estilo de vidaDurante la infancia son nuestros pares y referentes dentro de la unidad familiar. Nos entienden, acompañan y a través de todos los acontecimientos que se puedan dar, son quienes nos enseñan sobre la amistad incondicional.
Por: Natalia Delgado
Cada familia es un mundo y no todas se componen por la misma cantidad de integrantes. Están quienes son hijas únicas y aquellas que tuvieron la posibilidad de crecer con hermanos y hermanas de diferentes edades. Y si bien, la educación y el desarrollo dependen de los padres o tutores del niño, tener hermanos también puede ser un factor fundamental.
“Los hermanos son uno de los principales modelos de identificación y diferenciación de pares (yo soy yo, vos sos vos). Son la herramienta principal de interacción social más semejante al mundo exterior que tendremos y los recursos por los cuales marcamos nuestra identidad. Por ejemplo: el decir no quiero, no me gusta y desarrollar tolerancia, porque no siempre cederán a todos nuestros caprichos”, apunta Diana Gaona, Licenciada en Psicología y especializada en Terapia Infanto-juvenil.
La psicóloga explica que los hermanos son excelentes aliados para el aprendizaje y representan el modelo más cercano a imitar para los niños más pequeños: “Existe una mayor probabilidad de que un niño de 4 años produzca menos frustración al copiar el círculo que dibuja su hermano de 6 años que el que dibuja la mamá, que a su percepción es perfecto”, agrega.
Con nuestra hermana jugamos, imaginamos, peleamos y nos reconciliamos, descubrimos diferentes matices de emociones que, durante la etapa adulta, nos ayudan a enfrentar el mundo solas. Si durante la niñez crecimos junto con nuestros hermanos en un contexto favorecedor para el aprendizaje, la satisfacción emocional, negociación ante el conflicto, medidas del desarrollo cognitivo, emocional y social, de adultas gozaremos de mayor inteligencia emocional, explica Diana.
“El factor más importante para lograr el éxito en la vida depende en un 80% de la inteligencia emocional. Todo lo ligado a conocernos a nosotros mismos, conocer nuestras emociones y pensamientos, a pesar de las emociones que sintamos en el momento, poder reaccionar de una forma adecuada, entender a los demás y comunicar lo que sentimos de la mejor manera”, explaya la especialista.
¿Son los hermanos las primeras relaciones amistosas que puede tener una persona?
Son un componente integral del sistema familiar, el vínculo se va construyendo a través de la historia que van transitando. Durante la primera infancia, los hermanos pueden actuar como fuente de apoyo durante situaciones de cuidado por un tiempo corto y ser una figura que brinda seguridad, detalla Gaona.
Y continúa explicando que ya en la segunda infancia, los hermanos pueden proporcionar apoyo durante experiencias familiares estresantes, sociales y de cuidados externos a la familia, como el colegio, por ejemplo.
“Durante la adolescencia pueden convertirse en importantes figuras de apoyo emocional. Quién mejor te va a comprender es aquel que vivió, creció contigo y pasó por todo lo que vos pasaste. Además, en muchos casos se aplica que el hermano comparte otros ámbitos del adolescente o el niño que lo hacen más participe de su entorno que a los padres”, enfatiza Gaona.
Nuestro hermano o hermana es quien más nos conoce, tiene la capacidad de leernos entre líneas o saber que algo nos pasa aunque digamos que todo está bien. Es quien elige defendernos en situaciones injustas y nos llama la atención si es necesario. Son quienes nos alertan si estamos obrando bien o mal, y a su manera, nos ayudan a ser mejores personas.
“Es la interacción con la que contamos más en el día día. Los hermanos juegan un papel importante en el desarrollo de la comprensión de los niños respecto a la mente de otros. Su comprensión de las emociones, los pensamientos, intenciones y sus creencias, son una influencia significativa para el niño. Lo admira, lo imita o aborrece; ciertas conductas de él/ella que lo ayudan determinar ser o actuar como lo contrario”, finaliza Diana.
