Con toda una vida hecha, un trabajo muy rentable, hijos adultos y con el tiempo para explorar otras aristas de su vida, Sean Keel solo quería promocionar una canción que había grabado en su casa, sin emabrgo, el algoritmo tenía preparado algo más para él.
Por: Luis Ríos
Escuchar música activa más de 10 regiones de nuestro cerebro y también influye en cómo procesamos las emociones e incluso la percepción: nos hace ver las cosas de distinta manera. Todo eso se comprueba a través de la ciencia. Y la ciencia incluye a las matemáticas. Por eso hablamos de uno de esos hermosos golpes de suerte que tiene relación directa con el algoritmo en Internet.
Sean Keel (cerca de cumplir 60 años) es profesor de la Universidad de Texas y bien conocido en el mundo de las matemáticas. Escribió una novela de espadas y brujería, un montón de cuentos cortos, poesía e hizo tres discos de folk/jazz con Bill The Pony, la banda de su familia. Todo auto-editado y en completo silencio.
Además de ser todo un personaje. “¿Cómo se enteraron de mí y por qué les intereso? Ciertamente, la fuerza de mi música son las palabras, que espero tengan bastantes matices. Realmente no parece algo que atraiga a alguien que no sea angloparlante. Pueden ser honestos conmigo: ¿el interés es genuino o tal vez mi sello les pagó para dar una entrevista? En cualquier caso, gracias por su interés (sea real o no)”, comienza en la entrevista Su pregunta descoloca y nos adelanta que estamos ante una gran historia.
Un golpe de suerte
“Todo fue un accidente raro”, dice Keel sobre las extrañas circunstancias que le llevaron a componer un nuevo disco evocativo y crudo. Un amigo decidió producir ese nuevo disco de forma profesional y el destino le tenía preparada una sorpresa.
“Envié una canción para publicarla en el canal de YouTube de Icons Creating Evil Art (ICEA). No sabía que eran una compañía discográfica. Envié una mezcla aproximada de mi canción nueva en ese momento: ‘Hill of Three Oaks’. Les gustó lo suficiente como para agregarlo a su serie ‘Descubierto por ICEA’”, detalla.
Poco tiempo después varias personas alrededor del mundo escucharon la canción. Tuvo más atención que cualquiera de sus tres discos anteriores. Así que les volvió a escribir y preguntar si podía enviar otra. Por suerte para él, fue Carl-Marcus Gidlof, el jefe y fundador del sello con base en Estocolmo quien había escuchado su canción y era con quien se estaba enviando los correos.
“Gidlof me explicó que esta serie fue pensada como un impulso único, una especie de servicio al mundo de la música, no permitieron presentaciones repetidas. Me dijo que le había gustado mucho la canción, y tal vez incluso más, el sonido y la sensación en general, que durante años había tenido en mente la idea de que sería divertido en algún momento promover a un completo extraño. A alguien cuya música le gustaba, pero que en ese momento fuera un completo desconocido”.
Así fue como esa canción que fue enviada través de un servicio de envío en línea llamado Submit Hub, y que se utiliza para enviar canciones a blogs, canales de YouTube y –principalmente- listas de reproducción de Spotify; empezó a gestar lo que hoy es “A Dry Scary Blue” y se editará con ICEA el próximo 1 de diciembre.
“Como le gustaba mi sonido, y como ciertamente yo calificaba como un completo don nadie, y su negocio había ido bien últimamente, decidió actuar de acuerdo a este esquema del que me dijo que había sido una de las razones por las que se metió en el negocio en primer lugar”, comenta aún sorprendido este hombre.
“A Dry Scary Blue” es una serie de canciones ambientadas en la belleza de la amada región montañosa de Texas de Keel, o las tierras de cultivo de Minnesota de su juventud, bañadas por el lento dolor de las cosas hermosas que se desvanecen. Se combinan con arreglos sobrios y toscos que llevan sus letras a casa. Las palabras de Keel tienen un poder genuino. En este negocio la exageración es la norma. Es difícil exagerar la belleza de estas canciones.
Sin dudas, el uso de las plataformas digitales resulta muy importante para conectarnos con el resto del mundo y en el caso de la música, descubrir artistas y obras de lugares inimaginables. En el caso de Sean, le valieron un contrato. “Cuesta alrededor de un dólar conseguir que alguien en un lugar así escuche una canción y considere si quiere recomendarla de alguna manera a sus oyentes. Gracias a eso, me preguntaron si estaría interesado en un contrato de grabación. Claro que yo lo estaba”, relata con humor.
“Fue un accidente raro en el sentido de que no estaba buscando una compañía discográfica. No tenía ni idea de cómo podría buscar una. Acababa de escuchar sobre ese centro de envío y dije: ‘qué diablos’, gastar unos cuantos dólares (gasté tal vez 100 en total) y hacer que algunas personas escuchen un par de mis canciones”, agrega sobre su completo golpe de suerte.
El hombre de las matemáticas
Keel es investigador, y profesor de matemáticas asi que ¿cómo influye en su música? No está seguro de que realmente lo haga. El único punto de superposición entre ambos oficios es que, en matemáticas, la precisión no es lo más importante. Lo más importante es la creatividad y la capacidad de trabajar, sin garantía de ningún éxito, en algo difícil durante mucho tiempo. Eso también es muy útil en la composición de canciones, al menos del tipo que él hace.
“La precisión es útil y, con el tiempo, la mayoría de los matemáticos se acostumbran a expresar cosas complejas en formas sencillas y precisas. Soy más feliz si puedo hacer que el oyente sienta algo, y a menudo lo hago relacionándolo con algún detalle concreto, muy preciso, que lo lleve a un instante en el mundo donde se desarrolla la canción. No creo que mi composición provenga mucho de las matemáticas”, responde.
Sean dice que lo que lo impulsó a componer y hacer música fue su madre. “Cuando era niño -y como cualquier niño-, le rogaba: ‘mamá, cuéntame un cuento’. Ella decía: ‘No, Sean. Cuéntame uno a mí’. Los artistas, especialmente los poetas y escritores, eran las personas a las que ella -que creció en Irlanda- realmente admiraba. En sus últimos años de vida, supe que su familia tenía una banda familiar que tocaba para la gente de las granjas de los alrededores de su pequeño pueblo en su país”, confiesa sobre esa inclinación artística.
Sobre como divide sus tiempos entre la música y los números, explica que el tiempo de estudio es caro, así que solo va cuando es estrictamente necesario. “Soy un hombre viejo, mis hijos crecieron y se fueron. Tiendo a concentrarme en un conjunto muy pequeño de cosas que me importan mucho e ignoro casi todo lo demás. En este momento esas serían: mis matemáticas, mi esposa, mi padre anciano y mi música. Para mí, especialmente en los últimos 10 años, el problema nunca fue encontrar tiempo para hacer las cosas que me gustan. Sino, encontrar cosas en las que tengo ganas de pasar tiempo haciéndolas”, reflexiona.
¿Qué piensan sus alumnos sobre tener un profesor que es músico? “Hasta ahora, dos personas -sí, dos- han comprado uno de mis discos: uno era un amigo y el otro era un estudiante. Cuando me di cuenta de que lo habían hecho, cambié la configuración en Bandcamp para que sea imposible pagar. Lo último que quería en el mundo era que los estudiantes me dieran dinero: tengo un trabajo súper agradable, de ninguna manera quiero ponerlo en riesgo”, afirma.
Definitivamente Sean Keel no es un hombre ordinario o al menos no tiene la misma concepción que tendrían otras personas en su lugar. Capaz es culpa de las matemáticas. “No quiero que les vendan a mis alumnos (porque no quiero que me despidan), pero estoy bien si los de ICEA le venden a cualquier otra persona. Ellos se han arriesgado conmigo y han puesto una buena cantidad de dinero. Realmente espero que recuperen su dinero y que terminen ganando mucho más. Gidloff me parece un tipo genial, me encantaría verlo hacerse rico. Yo, ya tengo mucho dinero”, subraya.
Planes a futuro
Ya con un contrato discográfico, Sean tampoco tiene una ruta trazada sobre lo que desea hacer. Musicalmente, comenzó el año escribiendo letras para canciones de piano, en colaboración con Rick Gallagher, un compositor de jazz y gospel. Gracias a eso, descubrió que la música de piano encaja bien con su muy áspera y grave voz.
“En febrero pasado, comencé a tocar el piano yo mismo. Por supuesto, soy terrible, pero se siente extrañamente natural para mí, mucho más natural que la guitarra”, asegura.
Keel confiesa que el único instrumento que puede tocar relativamente bien es la flauta (que aprendió a tocar cuando era niño) y que se parece mucho más al piano que a la guitarra.
“Realmente estoy disfrutando esto, me gustaría poder tocar y cantar una de estas colaboraciones con Rick; varias son realmente muy hermosas. Me gustaría hacerlo en una habitación oscura lo suficientemente silenciosa como para escuchar el hielo en las bebidas de las personas”, contextualiza.
En cuanto a las matemáticas, tiene en mente algo a lo que se refiere como “El problema” o “La quimera”, en el que ha trabajado durante unos 15 años. “Hay días como algunos de la semana pasada, por ejemplo, en los que realmente parece estar al alcance de la mano. Seguiré trabajando en esto. Tengo 60 años y significa que me estoy haciendo viejo para las matemáticas al más alto nivel. Pero mientras ‘La Quimera’ parezca alcanzable, seguiré trabajando para lograrlo”, dice con determinación.
Álbum cover Foto: Gentileza
Sobre lo que cambió en su vida luego de tener un contrato discográfico, Sean dice que los números crecieron porque en los últimos dos meses, mucha más gente escuchó su música que en todos los años anteriores. “Durante mucho tiempo he creído -de hecho he estado bastante seguro- que hay un pequeño porcentaje de personas a las que realmente les gustaría mi música, si alguna vez la escucharan”, sostiene con humildad.
Ese nicho al que se refiere son personas a las que les gusta Tom Waits, Leonard Cohen o Townes van Zandt. “Ciertamente es una masa de personas. La mayoría no están interesadas en lo más mínimo en ninguno de estos tipos. Pero los que están, en mi experiencia, cuando escuchan mi música, les gusta”, asegura. Ahora esa creencia ahora está siendo puesta a prueba y hasta ahora todo va bien.
Con la promoción de ICEA, como fiel creyente de los números y las ciencias exactas, es hora de saber si tiene razón. “Siempre da miedo cuando se pone a prueba una creencia como esta. Es algo cercano a tu corazón que te dice a ti mismo durante años que eres un excelente compositor e incluso bueno como cantante, y que la única razón por la que nadie te escucha, es que ellos no saben de ti”, asegura.
Este hombre tiene claro de que no será una estrella de la música. Pero realmente no le interesa serlo. “No tengo una carrera musical, soy un matemático de investigación profesional y profesor, ese es un trabajo realmente agradable. Se trata realmente de un trabajo interesante con toneladas de libertad y mucho dinero. Eso es más que suficiente para mí. La música es para divertirme. Para mí la diversión es muy importante, es lo que busco en la vida”, cierra.
Sean Keel es un ejemplo de que no hay que quedarse con las ganas de hacer algo, de sacarse las dudas sobre “qué hubiera pasado si” y de que hay que intentar sin miedo a fallar. De que podríamos reflexionar sobre las decisiones que tomamos, pero se debe dejar un margen de riesgo o, mejor dicho, para arriesgarse porque quizás el golpe de suerte está a un dólar de distancia.
···¿Ya nos seguís en las redes? Mirá todo lo que tenemos para VOS Facebook l Twitter l Instagram