Es común sentir, después de almuerzo, unas ganas irremediables de acostarnos un rato y dormir. Siempre se ha creído que esto tenía que ver con que el flujo sanguíneo se desviaba hacia el estómago para cumplir con la digestión mientras el cerebro recibía menos cantidad de sangre. Pero esto no es así.
Los expertos señalan que el primer factor que influye en esta somnolencia post-almuerzo está relacionada con el reloj biológico de las personas. En ese sentido, hay dos momentos de cansancio y sueño en el día: el primero es por la noche y el segundo ocurre ocho horas después de despertarnos.
Pero este no es el único motivo que nos hace querer dormir una siesta: en 2008, un grupo de investigadores de la Universidad de Manchester comprobaron que la glucosa que viene de la comida, al pasar a la sangre, provoca la disminución de las orexinas, hormonas que permiten que estemos en alerta y controlemos nuestro ciclo de sueño-vigilia.
Para evitar caer rendidos ante el bostezo de la hora pm, los especialistas en nutrición recomiendan consumir alimentos ricos en proteínas (carne, pescado, huevo, etc.) debido a que fomentan la producción de orexinas; mientras que las comidas compuestas por grasas e hidratos de carbono provocan más sueño.
Y ¡ojo con los dulces! Porque consumir alimentos ricos en azúcares alteran los ciclos de sueño según el momento del día: comerlos por la tarde producen somnolencia, pero por las noches provocan insomnio.
Entre los alimentos que sí favorecen a un buen descanso se encuentran: los hidratos de carbono de bajo índice glucémico (verduras, cereales integrales, legumbres, etc.), la banana, el maíz, el tomate, el arroz, el queso, las almendras, la piña, la espinaca, el vino tinto, entre muchos otros.
Foto: Pexels.

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