Amelia Earhart fue una figura clave en la historia de la aviación y la exploración, y también en la lucha por los derechos de las mujeres. A 84 años de su muerte, recordamos cómo se convirtió en la reina de las alturas.
Nacida el 24 de julio de 1898 en Atchison, Kansas (EE.UU), siempre fue una niña inquieta y aventurera, que iba a contracorriente de las reglas de la época, aquellas que por entonces le imponían sus adultos.
Ese espíritu de rebeldía evolucionó conforme pasaron los años, y la animó a lanzarse por los aires sin miedo a nada. Un día, desafiando los prejuicios de la época y yendo en contra de los deseos de su familia, Amelia Earhart se subió a un avión decidida a aprender a volar.
Y lo hizo. Fue después de haber sido enfermera voluntaria durante la Primera Guerra Mundial, cuando atendía a los pilotos heridos en combate, que su entusiasmo se despertó, el cual cobró forma en un espectáculo aéreo al que había asistido con su familia en su nueva ciudad de residencia, California.
Su maestra fue otra pionera de la aviación femenina, Nena Snook. Al poco tiempo de aprender, y con dinero que había ahorrado, se compró su primer aeroplano. Desde entonces, su nombre empezó a sonar fuerte. Su primer récord fue volar a 14.000 pies de altura.
Pero el reconocimiento llegó con el vuelo que la convirtió en la primera mujer en cruzar el Atlántico. Es 1928 y junto con el piloto Wilmer Stultz y el mecánico Louis Gordon, Amelia completa el viaje en 20 horas y 40 minutos. Sin embargo, esta experiencia le deja un sabor amargo por solo ocupar el rol de copiloto, y en 1932 sube a bordo de una avioneta para demostrar que puede hacerlo sola.
“Abriendo caminos de gloria femenina, no se puede negar el intrépido coraje de un alma indomable”, relataba la voz de un hombre por radio ante tal suceso.
En la cima de su carrera, Amelia utilizó su voz para defender la inclusión de las mujeres en el mundo de la aviación y de las profesiones en general. Quería inspirarlas a buscar el camino de la libertad y la concreción de los sueños personales.
Foto: AFP.
Así, escribió para la revista Cosmopolitan, creó su propia marca de moda y hasta fue mentora académica de una universidad. Su intención era generar confianza en sus estudiantes de que había un futuro profesional para ellas después de la universidad.
En 1937, Amelia se aventuró al que sería en ese momento el vuelo más más importante de su vida, ya que intentaría completar la vuelta al mundo en su avioneta. El viaje empezó el 1 de junio, en compañía de su copiloto Frederick J. Noonan, con un objetivo distinto al habitual en los aviadores: ir por la línea del ecuador y no por el hemisferio norte.
Tras un mes de vuelo y destinos marcados, ya cerca de completar la vuelta, Amelia y su compañero continuaron su rumbo hacia su siguiente parada: la isla Howland, ubicada entre Hawái y Australia. Pero un mal clima les trajo complicaciones y perdieron todo tipo de comunicación con el Itasca, el barco que monitoreaba sus pasos por radio.
Es 2 de julio de 1937 y se desconoce la ubicación de la aviadora, situación que continúa en las dos semanas posteriores, hasta que deciden cancelar su búsqueda. Hasta el día de hoy la desaparición de Amelia y Noonan sigue siendo un misterio sin resolver. Se cree que lograron aterrizar en la isla llamada Nikumaroro, sobreviviendo un tiempo como náufragos, sin embargo, pese a las numerosas expediciones, los investigadores no han podido comprobar tal hipótesis.
A 84 años de su muerte, Amelia Earhart sigue brillando como la estrella del cielo que siempre fue.
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