Inspiró la novela de Stoker publicada en 1897, atrajó la atención de la corriente literaria gótica en el siglo XIX, todo lo cual desembocó en una gran atracción turística por miles cada año. Y ahora es testigo de un nuevo desafío.
¿Será que ahora se le teme más a la vacuna que al conde Drácula? El castillo que está ubicado en un valle entre las montañas de los Cárpatos, lleva el nombre oficial de Castillo de Bran.
Durante el siglo XV, se le asoció al príncipe rumano Vlad Tepes, quien disfrutaba de empalmar a sus adversarios políticos y enemigos. A pesar de eso, hay evidencia de que él nunca habitó ahí.
Hace unos meses el gobierno rumano estableció el sitio como un centro de vacunación para la población. Un ingeniero local de casi 40 años señaló lo siguiente con respecto a la experiencia: “Vine a visitar el castillo con mi familia y cuando vi el cartel me armé de valor y acepté ponerme la inyección”.
Para concienar sobre la importancia de las vacunas, el gobierno rumano brinda a las personas “valientes” que reciben la inoculación, un certificado que da fe sobre su “audacia y responsabilidad”.
Además, con ese documento, los vacunados serán bienvenidos al castillo durante el próximo siglo. Y para concretar esta invitación vitalicia, se les regala un recorrido por la cámara de la tortura.
Pero ese no fue el único espacio que el gobierno habilitó en la jornada maratónica de vacunación que está impulsando. También la Biblioteca Nacional de Bucarest es otra de las habilitadas, con el onjetivo de vacunar a toda la población lo antes posible. Ya que estiman que para septiembre se tenga vacunada a 5 millones de habitantes de los 19 millones.
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