¿Por qué seguir escribiendo a mano y no solamente centrarse en el uso de la tecnología? El maestro japonés experto en “Shodo”, que literalmente significa “el camino de la escritura”, reflexiona con nosotros al respecto.
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En la cultura japonesa escribir no se trata simplemente de una herramienta de comunicación, tiene una íntima relación con el desarrollo del “ser”, con el crecimiento integral de una persona, y por eso va más allá del aspecto estético o técnico.
“Escribir es mi profesión y mi tema principal es qué transmito a traves de mi escritura”, señala el Maestro Hamano en una entrevista exclusiva para VOS. El Shodo se trata de hacer sentir el contenido, tanto para quien escribe como para quien lo recibe.
Y es que en el mundo de la caligrafía japonesa existieron, y aún existen, calígrafos-artistas muy importantes como lo son los grandes pintores en el mundo occidental. Su escritura es tratada en calidad de arte, por ejemplo, museos conservan las obras de calígrafos de hace más de 1000 años.
En el mundo actual, se realizan concursos de caligrafía en todos los niveles: desde niños hasta maestros calígrafos; así como también exposiciones de su arte con mucho éxito. Es de esa forma que llega por primera vez a Asunción el Maestro Hamano, quien ya había conocido anteriormente la colonia de Yguazú en Alto Paraná.
La Embajada del Japón en Paraguay lo trajo exclusivamente el 3 de noviembre, fecha en la cual se conmemora el Día de la cultura en Japón, para brindar una charla acerca del Shodo que incluyó una demostración de su escritura en el Centro Paraguayo Japonés.
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Enseñar no es solo técnica, es enseñar sobre la vida
El Maestro Hamano desde los 4 años tuvo una gran curiosidad por las letras. Escribía con palitos en el suelo a modo de juego, sin embargo, apenas pudo comenzar a escribir nunca más lo dejó. Hoy que ya cuenta con 62 años, suma más de medio siglo de amor por la caligrafía.
“La fuerza, la energía que me da para mantener mi motivación por el Shodo es la conexión que tengo con las personas, consolidandolo aún más con mis viajes, ya que hace más de 30 años recorro el mundo conociendo culturas diferentes”, describe el Maestro.
¿Cómo uno se convierte en un Maestro Calígrafo? Al maestro Hamano le gustaban dos cosas de pequeño: escribir y explorar el globo terráqueo. Eligió a la Geografía como carrera en la universidad, sin embargo, un encuentro fortuito cambió el rumbo de su vida. Cuando estaba en los últimos meses de su carrera conoció a quien sería su maestro Fukuse Gaki, quien le señaló que en vez de dedicarse exclusivamente a la docencia como planeaba -ya que él pensaba que para eso había estudiado Geografía- le señaló que podía optar por convertir a la escritura en profesión.
Hamano se lanzó de lleno a ello. Comenzó a tomar trabajos de tiempo parcial, que le daban la posibilidad de practicar el Shodo. Y como la vida está llena de momentos serendípicos, su primer trabajo fue de conductor de un autobús escolar, de niños de jardín especificamente.
Desde ahí comenzó su aventura en la enseñanza, sin planificarlo. Los niños requerían atención y guía, aunque él se encontraba manejando, aprendió a tener paciencia para tratar con ellos y enseñarles cantando a la par que manejaba, no simplemente pidiéndoles silencio.
Con sus ahorros se aventuró a su primer viaje, a otra cultura que consideraba milenaria, la griega. Y a partir de allí se aventuró a hacer regular los viajes para conocer nuevas cultura mientras continuaba su formación y llegaban las primeras exposiciones.
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El maestro Hamano explica que recibir ese título no se puede tomar a la ligera, ya que hoy en día muchas personas optan por adelantarse, dando exposiciones muy pronto y autodenominándose así sin sentar bases firmes.
“Mi trabajo podría verse como arte contemporáneo debido a los trazos, pero para llegar a ello uno debe conocer las bases técnicas, lo clásico. Además para ser Maestro en Shodo no se trata solamente de enseñar la técnica, sino de enseñar acerca de la vida”, resalta quien tiene hoy discípulos a los cuales instruye en el camino de la califgrafía.
Se trata de completar un proceso, ser constante y tener paciencia para llegar a ser un maestro. Lleva tiempo, no se lo apura, por ejemplo, practicando toda una semana sin dormir. “Practicando se consolida el carácter”, resalta.
Escribir a mano para mantener nuestras conexiones humanas
“El principio de mi actividad, radica en el encuentro con las personas”, confiesa el Maestro acerca de cómo mantiene intacta su motivación.
Parte de sus viajes por el mundo y lo que lo trajo a Latinoamérica es poder ayudar a los descendientes japoneses a conectar con sus raíces, a aprender a escribir al menos sus nombres en japonés para no perder su identidad.
Su primer encuentro con una comunidad nikkei fue en Hawai y se dio gracias a esas cosas fortuitas de la vida. Los primeros inmigrantes de Japón, se instalaron ahí, pero a él lo llevó un hobbie: como hacía buceo, decidió viajar hasta ahí para obtener su licencia.
A partir de ahí, nació un lazo muy cercano con los descendientes. El maestro cuenta que en Colonia Yguazu de Paraguay y en San Juan de Bolivia, se mantiene aún el uso del idioma japonés pero que en Perú y Argentina ya se está perdiendo. Ni siquiera saben sus nombres en japonés porque saberlos los va a ayudar a preservarlo en la documentación.
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Además el Maestro Hamano explica: “¿Qué significa escribir el nombre propio? Respetarse a si mismo. Si uno se respeta a sí mismo, va a respetar a los demás”. Por eso fue inevitable preguntarle por qué cree que deberíamos seguir escribiendo a mano.
“Es tan fácil escribir con la tecnología, apretamos unos cuantos botones y ya decimos lo mismo que dicen otras personas de una manera que todos reconocen, en la misma tipografía del celular pero, ¿pensamos lo que escribimos? ¿Sentimos lo que escribimos? No hay intermediación de sentimientos así”.
Y agrega: “Mi gran preocupación es que las personas dejen de escribir a puño y letra, y que de a poco se vaya perdiendo el relacionamiento genuino entre las personas. Por eso a mis estudiantes les pido que escriban primero su nombre, en caracteres orientales o no, para volver a sentir lo que sentimos en la infancia cuando lo aprendimos por primera vez”.
El Maestro reflexiona que finalmente aunque tengamos culturas diferentes, todos tenemos la misma rutina. Todos desarrollamos nuestra vida rutinariamente. Salimos a trabajar temprano y llegamos a casa al final del día.
“Creo que por eso es una fuente de energía para mí el compartir con los demás, para que esa vida rutinaria tenga un poco más de alegría. Y quizás sería el porqué de recorrer los países mostrando la caligrafía, quizás sea la intención final o el propósito de mi vida”, reflexiona.
¿Seguimos escribiendo aún a mano? ¿O ya perdimos el gusto de ver nuestra propia letra? Quizás al escribir a mano no lo hagamos tan rápido como en el celular, pero la reflexión detrás de que escribir a mano imprime nuestros sentimientos y personalidad en las palabras es innegable. La caligrafía de cada persona es casi tan única como nuestra huella dactilar.
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