No se puede negar que algo muy bueno pasa con las chicas y los deportes. Aquí las principales razones para inscribirlas en ello.
“Vemos la evidencia del impacto a largo plazo de los deportes a través del alto porcentaje de mujeres en puestos de liderazgo que practicaron deportes en la escuela secundaria y la universidad. Estas mujeres hablan sobre la confianza que ganaron a través de los deportes, el valor que cultivaron en las prácticas y simulacros matutinos, y la capacidad de recuperación que proviene de las pérdidas inevitables”, explica Simone Marean, cofundadora y directora ejecutiva de Girls Leadership para Good+Well.
Entonces, si la participación en los deportes es el mejor truco de liderazgo, ¿no deberían las chicas hacer fila para entrar a la cancha? No es así, según la Women’s Sports Foundation, que descubrió que las niñas abandonan los deportes al doble que los niños a los 14 años.
Para la educadora de Girls Leadership, Lisa Wittner, esa misión comienza en casa. Como instructora de Zumba y persona activa en todos los aspectos, ella le da el ejemplo a su hija de 14 años, Kaila.
Y sus hijos notan los efectos mentales. “Estoy en un grupo de caminatas con algunas mujeres, y mi hija siempre dice: ‘Mamá, siempre estás de muy buen humor porque puedes hablar con tus amigas y hacer algo de ejercicio’”, dice Lisa.
Wittner y Marean ofrecen 3 lecciones principales que las niñas pueden aprender de los deportes y lo que podemos hacer colectivamente para inspirar confianza a permanecer en el juego en la Generación Z (y más allá) para que cosechen los beneficios como adultas.
1.Los deportes enseñan perseverancia
Cuando Kaila estaba en sexto grado, decidió dejar el fútbol. Después de comenzar en una nueva escuela donde no conocía a muchas de las otras chicas, estaba nerviosa por unirse a un nuevo equipo.
En lugar de obligar a Kaila a seguir adelante con su compromiso con una conferencia de “porque yo lo dije”, Lisa le dio una opción: probar dos o tres prácticas, y si todavía lo odiaba, entonces podía renunciar o ir a devolverle el uniforme a su entrenador, y decirle que se marchaba. De cualquier manera, tenía que hacerlo ella misma.
“Quería que ella se adelantara de alguna manera. Sentí que se estaba rindiendo a sí misma y se estaría perdiendo una gran oportunidad. No quiero que su miedo le impida intentar algo”.
Kaila eligió la opción uno, y después de admitir a regañadientes que se divirtió en su primera práctica, decidió seguir jugando. ¿La recompensa por su perseverancia? Se convirtió en una de las máximas anotadoras del equipo ese año, y sus compañeras de equipo se convirtieron en algunas de sus mejores amigas.
Ahora, mientras se prepara para comenzar a jugar al fútbol en la escuela secundaria, Kaila está agradecida por esa experiencia debido al gran impulso de confianza que le dio. “Ahora, el simple hecho de saber que puedo hacer ese tipo de cosas de nuevo y que puedo exponerme, me ayudó a darme cuenta de que no debería tener miedo”, dice.
2.Los deportes promueven a la niña en su totalidad (no solo en las apariencias)
Con constantes selfies, revistas y anuncios publicitarios que les dicen a las niñas que las apariencias son lo que importa, Lisa también se alegró de que Kaila tuviera una salida que le enseñara a abrazar la imperfección.
“Con las redes sociales se cultiva mucho una imagen y se perfecciona quiénes son antes de publicar algo”, dice Lisa sobre las chicas de la edad de Kaila. “Hacer algo en lo que no vas a ser perfecta, y eso está bien, es muy importante”.
Correr por el campo de fútbol cubierta de sudor y manchas de hierba es más o menos lo contrario de una foto de Instagram cuidadosamente filtrada, y el comportamiento que la acompaña es otra razón por la que Lisa se dedica a los deportes de chicas.
“Están sudorosas, sucias y desordenadas, y están siendo asertivas, agresivas y competitivas. Creo que [esas cualidades] no se cultivan a menudo en las niñas”, destaca la mamá de Kaila, Lisa.
Según Marean, la mejor manera de hacer que las niñas se comprometan con esta filosofía es mostrándoles que vos también lo haces. “La forma más divertida en que podemos animar a nuestras niñas a practicar deportes es unirnos y apoyarlas”, dice. Podemos lanzar una pelota, ir a nadar, andar en bicicleta. A veces ni siquiera nos damos cuenta de que estamos más inclinados a hacer esas actividades con nuestros chicos. Lo que hacemos tiene mucho más peso que lo que decimos”.
3.Los deportes enseñan fuerza
Cuando Kaila llega a casa después de la práctica de fútbol, Lisa dice que puede darse cuenta de lo alta y fuerte que es su hija, incluso en comparación con después de un día normal en la escuela.
“Una de las cosas más valiosas de los deportes para las niñas es ayudarlas a sentirse fuertes en sus cuerpos. Hacer ejercicio físico a través del deporte realmente puede ayudarlas a sentirse fuertes y empoderadas físicamente, y aprender a tratar sus cuerpos con cuidado y respeto, en lugar de vergüenza y miedo”.
Hablando de miedo, no es exactamente sorprendente que la mayoría de las niñas decidan dejar de lado los deportes a los 14 años, y Lisa siente que una mayor educación en torno a la pubertad y el desarrollo podría ser de gran ayuda. Ella recomienda que los adultos y los atletas profesionales hablen más en contra de este estigma.
Por último, si las opciones convencionales no son atractivas, Marean sugiere introducir a las niñas en deportes como artes marciales, danza, yoga, patinaje sobre ruedas o escalada en roca para animarlas a encontrar una actividad con la que se conecten.
“Hay infinitas formas de moverse y construir comunidad y liderazgo a través de las habilidades aprendidas adquiridas en los deportes. La pieza fundamental es que enseñamos a nuestras niñas a escuchar sus cuerpos y descubrir qué es lo mejor para ellas”.
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