Se manifiesta como una combinación de autocrítica, duda de una misma y miedo al fracaso que afecta nuestra vida personal y profesional. ¿Te ocurre algo similar?
Por: Verónica Giménez
Más allá de una falta de confianza inherente, es un fenómeno psicológico que se denomina Síndrome del Impostor y hace que las personas sean incapaces de interiorizar sus logros. Es más, muestran un comportamiento común: tienen mucho éxito, superan su rendimiento de forma regular y son admiradas por otros, pero no por sí mismas.
En el fondo se sienten como unos fraudes, temerosas a ser desenmascaradas en cualquier momento, incluso llegan a creer que los demás están equivocados respecto a la opinión que ejercen sobre su persona y que pronto serán descubiertas, públicamente humilladas y avergonzadas.
Esa carente confianza las hace vivir un conflicto interno que se desarrolla en una enorme discrepancia entre la falsa imagen que tienen de sí mismas y la que ven los demás. El problema personal hace que no exista pareja o trabajo que las haga sentir bien, no importa la evidencia externa.
La baja autoestima con la que conviven diariamente crea comportamientos que a su vez se trasladan en autocrítica, duda de una misma y miedo al fracaso, como complacer a la gente, ser perfeccionista, tener relaciones codependientes, pensar que los demás pueden y deben arreglarlas de alguna manera, encontrarse atrapada en patrones incorrectos una y otra vez, y así sucesivamente.
¿Por qué afecta más a las mujeres?
La periodista Elisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot abordan el tema en su libro titulado El síndrome de la impostora. Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas, donde exponen que podría tener su origen en la infancia.
“Hay que tener en cuenta que los niños están ‘condicionados’ por buscar la aprobación de sus padres. Si uno ha recibido duras críticas, indiferencia, frialdad, una mirada condicional sujeta a criterios de valor (te querremos si lo logras), un estilo de apego que no es realmente tranquilizador, será complicado: porque en el fondo, vamos a sentirnos personas poco válidas, no tan buenas, personas que se dicen a sí mismas ‘si me trataron así... es porque en cierto modo… ¡me lo merecía!’”, explican.
También influye a veces el hecho, según indican las autoras, de “ser etiquetado dentro de la familia como ‘el inteligente’, ‘el habilidoso’, etc., lo que también afecta a la integridad del niño y lo encierra en una definición que lo frena y puede llevarlo a dudar de sí mismo”.
Y agregan: “Además, alternar críticas negativas con elogios crea un desajuste que luego hará que a ese niño o niña le sea difícil atribuirse el mérito de los éxitos e internalizar sus habilidades”, afirman. “25 años después, la misma persona tendrá dificultades para creer que su jefe pueda considerarla para tal o cual promoción y se dirá a sí misma: ‘él cree que soy capaz, pero no es así; ¡es solo cuestión de tiempo para que se dé cuenta!’”.
Cadoche y Montarlot argumentan que las mujeres tienen una herencia histórica y social muy importante, ya que fueron criadas durante siglos en la fragilidad, bajo la dominación masculina. “Durante mucho tiempo han estado confinadas al ámbito privado: a cuidar de sus familias, casarse, tener hijos. Y la sociedad las bombardea con un mandato a la belleza, al rendimiento, a la perfección”, describen.
De acuerdo a las escritoras hemos internalizado todos los estereotipos vinculados a esta herencia. A pesar de que las cosas cambiaron en los últimos cincuenta años, los clichés tardan en morir, están casi escritos en nuestro ADN. Por supuesto, también puede haber razones familiares: así como la sociedad otorga a las mujeres esta mirada condicional, integrada sin su conocimiento, el papel de las creencias educativas y parentales también ayuda a establecer un terreno fértil para la inseguridad crónica.
Ejercicios para cambiar la forma en que te ves
Hacé una lista. Escribí al menos 10 cosas que demuestren que estás tan calificada como cualquier otra persona para el puesto que estás buscando o que ya tienes, y lee tus notas cada que lo necesites.
Decí tu nombre en voz alta. Una investigación encontró que el simple hecho de tomar una afirmación positiva como “Soy increíble” y agregarle tu nombre, por ejemplo “Verónica es increíble” puede tener un efecto poderoso y positivo en cómo te percibes a ti misma.
Sé dueña de tus logros. Las mujeres tienden a explicar sus éxitos atribuyéndolos a cosas como “suerte”, “trabajo duro” o “ayuda de otros” en lugar de la habilidad o inteligencia innata que tienen. Intentá apropiarte de tu papel de mujer exitosa prohibiéndose recurrir a las excusas y practicá decir en voz alta “estoy orgullosa de lo que logré”.
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