Si bien en el título se hace referencia al género del suspenso, es muy difícil encasillar esta serie en uno, por la cantidad de elementos que utiliza. Desde denuncia social, pasando por el Policial y hasta elementos de Ciencia Ficción. Todo esto hace que se convierta, posiblemente, en la mejor serie latinoamericana del 2020.
Texto: Luis Ríos Florentín
Amazon Prime video está apostando mucho por las series chilenas. Primero con El Presidente, historia que recrea el escándalo #FifaGate y luego con La Jauría, que narra un caso de investigación policial a los miembros de un grupo de una aplicación móvil llamada “La jauría”, con la que juegan adolescentes de un colegio católico. Ambas historias, casualmente están apadrinadas por el cineasta chileno Pablo Larraín. Pero La Jauría, en particular, tiene el sello de la guionista y directora argentina Lucía Puenzo (XXY y Wakolda).
La Jauría está inspirada en el caso conocido como “La Manada” ocurrido en España, durante las fiestas de San Fermín, en 2016, cuando cinco hombres violaron a una joven en un portal del centro de Pamplona. En julio de año, un grupo de amigos, originarios de Sevilla, se desplazaron a la capital navarra para acudir a las festividades típicas de esa región.
Los hombres, eran miembros de un grupo de WhatsApp llamado “La Manada”, que posteriormente fue utilizado por los medios de comunicación para nombrar al grupo de los cinco acusados como tal y, por ende, al caso. El caso fue objeto de una fuerte cobertura mediática por existir grabaciones en video de los hechos y por el interés que hubo en las redes sociales al respecto.
En su primera temporada, la cual dura ocho capítulos, La Jauría cuenta una historia centrada en la desaparición de una adolescente en una escuela católica. Esta desaparición lleva a la organización de una protesta que se convierte en el centro de una investigación policial que a su vez expone un juego en línea que recluta hombres para cometer actos de agresión hacia mujeres y que sale a la luz con un video viral.
La ficción, nos muestra ya en la primera escena a una alumna siendo “castineada” por su profesor de teatro como parte de su programa de clases y pidiéndole que demuestre sensualidad. Acto seguido, la misma joven está siendo violada por un grupo de adolescentes encapuchados. Esta escena se vuelve recurrente con el correr de los episodios y cada uno de ellos comienza con un descargo sobre que esa muestra es representada por una actriz mayor de edad. Así de vertiginosa se presenta.
Se sitúa en un escenario más que interesante; el colegio Santa Inés, uno de los más renombrados —y más caros— de Santiago, al que asisten los hijos de las familias más privilegiadas de la capital del país. Este grupo de personas tan acostumbrados a sobrepasar todo tipo de límite y sanción legal y moral por su estatus, es “víctima” de un grupo de chicas jóvenes revoltosas que atentan contra lo que ellos consideran correcto.
Una nucleación feminista aparece justo allí, en esa burbuja de privilegios para denunciar las irregularidades y actos criminales de los docentes y directivos del colegio. Esta acción no agrada a esas familias que buscan hacer valer el estatus quo, a los estudiantes varones que se ven incomodados por su actuar diario para con sus compañeras, a las autoridades del colegio y a los propios padres de las chicas.
Esta situación nos marca un claro cable a tierra ya que retrata perfectamente el quiebre generacional que el mundo experimenta con una Generación Z que revela lo que los boomers hicieron mal y al mismo tiempo es acusada de ser ‘una generación de cristal’ por los mayores. Y en ese contexto son cada vez más mujeres las que reclaman con justicia y energía, sus derechos. Esto obviamente fastidia a los sectores más conservadores.
Y por lo general, la respuesta de estos grupos ante manifestaciones como las feministas suele ser carente de sustento y con poca organización. En La Jauría esa rabia es organizada y el contraataque se da en la última frontera: internet. Mediante una app de moda se meten a las casas de los jóvenes y “reclutan” a quienes van a ejecutar sus planes y se mantienen en el anonimato lejos de levantar sospechas. Solo saben que se lo conoce cómo ‘El Lobo’ y es quien da las ordenes.
Desaparece la cabeza de esa nucleación feminista que tanto molestaba al colegio católico y comienzan las averiguaciones. La propia Policía de Investigación de Chile (PDI) se va rebasada en la búsqueda y es entonces que la hermana de la secuestrada (Blanca Ibarra); Celeste, quien decide salir a buscar a su hermana infiltrándose en “La Jauría”.
Celeste hace todo lo que le dicen para hallar a su hermana, pero en el camino se van divulgando hechos mucho más graves y peligrosos que se dan a través de una app de moda y que involucran a profesores, padres de familia, alumnos y directivos del Santa Inés. Una vez resuelto el conflicto, hasta la identidad y rol de ‘El Lobo’ deja sorprendido al espectador y la manera en que trabajaron su desarrollo.
El final expone que incluso los tentáculos de esta organización sobrepasan las fronteras y opera dentro del gobierno de turno. Y seguramente eso es lo que se va a mostrar en la segunda temporada, que fue confirmada el pasado 10 de julio por los creadores. En declaraciones a los medios de prensa, aseguraron que estaría “llena de suspenso y con nuevas ideas”. Solamente nos deja impacientes de cara al anuncio de la fecha de estreno.
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