Acabó de ganar el Premio Nacional al Ensayo en España, ya fue traducido a más de 30 idiomas y es ideal para todos quienes han encontrado alguna vez -o lo siguen haciendo- su propio viaje personal en las páginas de un libro.
Irene Vallejo es filóloga y escritora. Ya tenía algunos libros publicados, de literatura y periodísticos, pero nada como el impacto que tuvo “El infinito en un junco” este 2020. Ni ella misma se esperaba el éxito arrollador de un ensayo, lo mencionó en varias entrevistas a medios españoles, sobre todo, cuando ganó en noviembre el Premio Nacional al Ensayo en su país natal.
El infinito en un junco se publicó por primera vez en setiembre de 2019 y desde entonces empezó a ganar adeptos y cosechar premios. Se le otorgó el Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020, el Ojo Crítico a la Narrativa 2019 y más, tantos que ¿podría ser posible que los bibliófilos lo quieran tanto?
En él hacemos un recorrido por la invención de los libros en el mundo antiguo. Un recorrido por la vida del libro y de quienes lo han salvaguardado durante casi treinta siglos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que se han ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.
Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolos con debates actuales.
Y, sobre todo, una fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han hecho posibles y han protegido los libros. Así con todo ese resumen de la sinopsis, es imposible que un bibliófilo no la ame.
Foto: Editorial Siruela.
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