El primero en inaugurar un museo de esculturas submarinas en el 2006 y desde entonces, este conservacionista, artista, fotógrafo e instructor de submarismo creó muchos más a lo largo del mundo en donde sus esculturas animan a las larvas de coral a adherirse y prosperar, sirviéndoles de hogar a peces y crustáceos.
Por: Jazmín Gómez Fleitas (jazmin.gomez@gruponacion.com.py)
Las obras de arte de Taylor son esencialmente arrecifes artificiales, formados por esculturas cuidadosamente fabricadas instaladas en varios lugares del mundo. Cada escultura se crea en colaboración con científicos para que su textura libre de contaminantes se convierta en una parte integral del ecosistema local, animando a las larvas de coral a adherirse y prosperar, además de servir de hogar para peces y crustáceos.
Los detalles no sólo son cuidados al momento de la elaboración, sino también hasta el momento de la instalación, para garantizar que estén en su lugar río abajo antes de que ocurra el desove de las larvas de coral, pero no tan temprano como para que otra vida marina lo colonice antes de que el coral pueda afianzarse.
La colocación de esculturas se considera además cuidadosamente para maximizar el impacto ambiental positivo. En muchos casos, las esculturas de DeCaires Taylor se colocan lejos de los arrecifes existentes, a menudo en áreas de bancos de arena áridos para impulsar la diversidad, pero también para alejar a los turistas de los delicados ecosistemas y corales frágiles de los arrecifes existentes, donde los buzos pueden hacer más daño con su bien intencionada curiosidad.
Todas estas cuidadosas consideraciones se aplican a cada una de las instalaciones escultóricas de DeCaires Taylor, sin embargo, sus arrecifes escultóricos creados artificialmente tienen más beneficios, ya que si bien cada trabajo se produce en consulta con científicos marinos para maximizar su impacto, los científicos mismos pueden estudiar y monitorear el desarrollo de un ecosistema en funcionamiento desde sus inicios hasta su consolidación.
Cancún, México. Foto: Jason DeCaires Taylor.
También hay beneficios económicos, ya que pueden proporcionar un empleo alternativo para los pescadores locales que trabajan como guías de museos para llevar a los visitantes a las galerías submarinas, ya sea para bucear en alta mar, hacer esnórquel o en botes con fondo de cristal. Las tarifas de entrada a los parques de esculturas también proporcionan fondos cruciales para futuros esfuerzos de conservación marina y patrullas costeras para hacer cumplir las leyes de protección.
Actualmente son 10 museos a lo largo del mundo, el primero se encuentra en Molinere, Grenada y fue declarado por la National Geographic como una de las 25 Maravillas del Mundo. El segundo está en Canterbury, Inglaterra; el tercero en las costas de Cancún y la costa oeste de Isla Mujeres, México; el cuarto en Nassau, Bahamas; el quinto en Las Coloradas, Lanzarote; el sexto en Bask Gili Meno, Indonesia (2017); el Sirru Feng Fushi Maldivas y ahora en este 202 en Cannes, la cual representa su primera instalación en el Mar Mediterráneo.
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