La “moda utilitaria” es un concepto que venimos oyendo de un tiempo a esta parte. Si no lo hemos oído, lo hemos practicado sin darnos cuenta. Más específicamente, desde que en marzo de 2020 nos vimos obligados a parar el planeta y relocalizarnos a nuestros propios hogares como sitio de vida 24 hs / 7 días.
Por: Paola Martínez
Los chistes de la ropa entrecasa o los eternos leggings reemplazando todo el guardarropas tomaron el globo entero y todos abrazamos la costumbre de usar lo que más cómodamente nos quede y lo que menos espacio decisor nos tome.
Ahora, con el despertar de los países con mayor privilegio y el retorno a una nueva normalidad, mientras que el resto seguimos lidiando con la pandemia en contextos de apertura social, laboral y comercial a media máquina, empezamos a evaluar de nuevo los placares, y miramos con una especie de nostalgia la ropa que hemos dejado abandonada por pastos más cómodos durante un año y algo.
Y es que la moda no necesariamente es stilettos y trajes constrictivos, ballenas escondidas en las costuras y telas rígidas. La moda es todo lo que nos ponemos, que nos representa y que usamos para mucho más que la cobertura básica de la necesidad fisiológica de abrigo, representada al pie de la pirámide de Maslow. Por eso es que la moda utilitaria se ha convertido en una señal de estos tan particulares tiempos que nos toca vivir.
Lo que me lleva al planteamiento de esta entrega: ¿qué hemos aportado desde el diseño paraguayo a esta nueva fase de la moda?
Históricamente, la moda paraguaya también era utilitaria, adaptada a cada época, claramente. El typói, a modo de ejemplo, era la tradicional prenda utilitaria de las mujeres, con su tela liviana de ao po´i y su punto cruz, que daban la suficiente liviandad como para recibir la mayor frescura posible en el fragor del verano casi eterno paraguayo. Así mismo era blanco, como repeliendo atraer el sol con cualquier asomo de color, uno pensaría.
Podemos sumar otras prendas que viven sin esfuerzo en nuestra memoria como las fajas, las enaguas, los ponchos 60 listas (aún hoy producidos primorosamente en Piribebuy por la maestra Rosa Segovia y su nueva camada de alumnas artesanas),los kygua verá y más.
Dice Milda Rivarola sobre la adopción de la ropa -y qué tipo de ropa- por parte de los Guaraní a manos de los misioneros jesuitas en su libro Desde el typoi (2011): “Esta uniformidad del vestir de los reducidos se logró a través de una rígida censura, ya que los Guaraní eran naturalmente dados a adornar el cuerpo y embellecer la ropa”.
Pero esos eran otros tiempos. Y los tiempos y sus requerimientos para enfrentarlos desde lo sartorial cambian, rápidamente.
El diseño propiamente impulsado por manos y mentes paraguayas, con uso de material autóctono y trabajo artesano había llegado a un alto en la era contemporánea, produciendo por inercia lo que turistas y academias de danza compraban, dormido en la modorra de una siesta interminable de décadas, aunque con honrosas excepciones aquí y allá -y ciertos esfuerzos no menores- que representaron un respiro de aire fresco en la escena de la moda nacional, como el caso de Pombero en el principio de los 2000 y un crecimiento constante que llevó a su abrigo de poyvi a la Bienal de Diseño de Madrid.
Foto: Rue Mariscal.
Hoy día lo que quizás tengamos entre manos sea algo poco conocido por la masa crítica nacional, pero con un potencial de influencia demoledor, y es el trabajo silencioso y cargado de sofisticación de Rue Mariscal, una marca capitaneada por su Directora Creativa, la argentina Gaba Esquivel y Claudia Benza.
Lo que hace Esquivel es poco menos que prodigioso. Habiendo pasado por el frenesí de los NY Fashion Week, por pupilaje en casas como Chanel, descendió a nuestro país para atrincherarse en Yataity, desde donde comanda su operación con el trabajo artesano de más de 300 mujeres (en un rango de edad de 13 a 93 años), bordadoras de la zona.
Pero todo esto no haría mucha diferencia si el aporte de la marca no fuera un game changer en todo sentido. Su esencia es claramente el uso de materiales autóctonos manejados y producidos de la manera más sustentable posible, pero su don reposa en el uso por completo radical de los saberes artesanos paraguayos al servicio del diseño y de una propuesta funcional, casual, vanguardista pero con raíces firmemente ancladas en una herencia que le brinda a cada prenda el peso del lujo sin sentirse como algo tan delicado que se deba usar con temor.
Foto: Rue Mariscal.
La marca, vendida en exclusividad en la plataforma Net-A-Porter y en su web homónima, es a ojos vistas la punta de lanza de lo nuevo que puede ofrecer el diseño paraguayo a la moda.
El salto diferencial de lo que ofrece Rue Mariscal es demasiado grande y demasiado notorio para dejarlo sin comentar. Pero por supuesto esto obedece también a un valor bastante separado de los costos que pagamos para prendas en tienda en el país. Existen propuestas off the rack muy interesantes en el mercado, el caso de Morenatoro, Ao, Warany, Yute y otras; pero ninguna se atreve a empujar la vara de la manera que lo hacen Esquivel y su tropa audaz de bordadoras guaireñas.
¿Por qué es importante saberlo y conversarlo? Porque a medida que haya noción de que esto está sucediendo, de que alguien lo está haciendo y desde Paraguay, más y más diseñadores locales se animarán a romper el molde de lo establecido, y mejores y mayores oportunidades se abrirán para lo que puedan hacer con su talento, y esas propuestas de lo nuevo que se atrevan a soñar y crear estará disponible para mayor cantidad de consumidores con ganas de ponerse algo distinto esta primavera, más en función de este nuevo modo de vida que transita entre la comodidad de estar mucho en casa y salir a sitios y en ocasiones escogidas. Se puede hacer más con el tesoro de la materia prima guaraní. Es el momento.
···¿Ya nos seguís en las redes? Mirá todo lo que tenemos para VOS Facebook l Twitter l Instagram