En la película “Gaslight” (1944) que está basada en una obra de teatro de Patrick Hamilton, nos encontramos con la historia de un hombre que manipula a su mujer para que crea que está loca y así robar su fortuna escondida. De eso se trata el “gaslighting”: manipular la percepción de la realidad del otro.
Es un patrón de abuso emocional en donde la víctima es manipulada para que dude de sus propias creencias y percepción de las cosas al punto de sentirse ansiosa, confundida e incluso, caer en depresión. Puede suceder en varios ámbitos, pero es más común que ocurra en relaciones de pareja.
¿Alguna vez te dijeron que sos muy sensible, que exageras las cosas o que siempre estás buscando pelear? Cuando en realidad estás tratando de poner límites con las cosas que no te gustan. Estos podrían ser algunos indicios.
Es normal que la persona bajo estos efectos tienda a sentirse con baja autoestima, dude de su memoria, razonamiento, toma de decisiones y hasta de su salud mental, ya que el gaslighting genera estos sentimientos confusos que, a largo plazo pueden ser muy perjudiciales.
¿Como identificarlo?
Según Robin Stern, autora del libro “The gaslighting effect” hay varias señales para descubrir si estamos siendo víctimas de este método. Primeramente nos cuestionamos todo el tiempo sobre nuestras ideas y/o acciones, empezamos a creer que somos muy sensibles, pedimos perdón constantemente, nos preguntamos por qué no somos felices.
Se oculta información, se empieza a mentir para cambiar la realidad en la que se vive. Tomar decisiones es cada vez más difícil y se tiene la percepción de que nada de lo que hacemos sale bien.
Por otro lado, la persona que manipula mentirá constantemente y con tanta seguridad que parecerá real, negará todas las cosas malas que dice y hace, también te transmitirá sus propias inseguridades, por ejemplo: en el caso de que se sienta inferior, te hará sentir así con sus palabras y acciones.
¿Qué puedo hacer?
Existen modos de afrontar este tipo de ataques y “ahuyentar” a una persona que nos quiera tratar de esa manera. Por ejemplo: confiá en las señales que percibís. Si algo no cuadra bien, analizá lo que está pasando, las conversaciones y las acciones del otro, no minimices tus emociones.
No busques la aprobación del otro. Cuando se trata de este tipo de manipulación es común que la otra persona quiera hacernos sentir equivocadas sobre alguna idea o pensamiento, si esto sucede, tenés toda la libertar para terminar la conversación ahí.
Nadie tiene derecho a poner en tela de juicio tus emociones, si te sentiste bien o mal solo vos lo sabes y nadie puede determinar si eso fue cierto o no, por ende tampoco es tema de debate.
Poné límites y sé firme en ellos. Si alguien te falta el respeto o te gritó, y le decís como te hizo sentir y que no lo vuelva a hacer, planteá consecuencias. Si la situación se repite está en vos continuar con esa relación o terminarla definitivamente.
Por supuesto, no tenés por qué resolverlo todo sola. Buscá la ayuda profesional de una psicóloga que pueda ayudarte a ver las cosas con claridad.
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