Es cantautora, multi-instrumentista y profesora de guitarra. Se reconoce como alguien muy tímida, pero en el escenario puede ser diferente y mostrar todo su atrevimiento. Esta es la historia de Lucero Sarambí.
Por: Luis Ríos
“Sarambi” en Guaraní significa caos, desastre, algarabía, jolgorio, pero en este caso también puede significar sororidad, sanación, libertad y buen amor. Lucero sube a cada escenario con canciones que nacen de sus aventuras y viajes. “Creo que entre todas las Luceros que se subieron a escenarios, Lucero Sarambí es la que más se acerca a lo que realmente soy yo”, explica ella.
“De chiquita cuando hacia desastre en casa, me decían Lucero Sarambí. Rimaban con mi nombre que es Lucero Aramí. Cada vez que me retaban, decían: ‘Lucero Sarambí, ¿¡que estás haciendo!? Lo saqué de allí y también porque me molestaba mucho que me digan eso. Me pichaba. Soy muy pichada. Por eso decidí reivindicar ese nombre. Fue aceptar mi caos y usarlo a mi favor”, relata sobre cómo nace su “yo escénico”.
El idioma que eligió para comunicarse es lo más cercano y propio que tiene: los sonidos del continente que habita y todavía sigue explorando. Pero antes de llegar a ese punto, hay que conocer a Lucero Aramí Olazar.
Lucero crece rodeada de música, y si bien sus padres no eran músicos profesionales, hacían música empíricamente. “Mi papá es guitarrista, entonces cantaban a dúo, en coros. Mi abuelo era mariachi. Hasta hace poco tenía reuniones en su casa los domingos, en donde se juntaba con sus amigos a tocar hasta la madrugada. Esa fue mi vida desde siempre”.
Su relación con la música no fue amor a primera vista o escuchada. Le fue agarrando cariño con el tiempo hasta que un día la guitarra llamó su atención. “Habré tenido 12 o 13 años y dije: ‘yo quiero aprender a tocar ese instrumento’. Le pedí a mi papá que me enseñe, pero no siempre nos llevábamos bien en ese proceso”, comenta Lucero.
Entonces, fue a las bases. Se encontró con un libro del maestro Rudy Heyn en donde mostraban como tocar la guitarra para principiantes. Lo empezó a hojear con su hermana Emilia y ambas aprendieron por su cuenta. “Cuando aprendimos tres o cuatro acordes, empezamos a buscar canciones que tengan esos acordes para poder tocarlas. Durante un año estuve aprendiendo así hasta que le dije a mis padres que quería ir al Conservatorio. Tuve que convencerles, pero accedieron. Desde ahí, ya no paré”, destaca.
Las Negras: su primera banda
Las hermanas Olazar fundaron su primera banda, Las Negras. Un grupo de blues y rock compuesto completamente integrado por mujeres. “Estuvimos como un año tocando en la casa de la baterista hasta que subimos un video a escondidas de una de las guitarristas porque ella no quería que subamos videos. Cuando hicimos eso, empezaron a llamarnos para tocar en lugares”, rememora.
Con esta banda giró por un par de años, después Lucero quiso tomar otro camino porque quería profesionalizarse y empezar a trabajar de la música. “Ese fue nuestro primer proyecto. Antes estuve en coros. Cantaba en casamientos (y hasta ahora). Teníamos intereses distintos con las demás integrantes. Entonces, como yo ya quería llevarlo como un trabajo, decidí salir de la banda”.
El camino para ser un músico profesional en Paraguay es difícil y Lucero tuvo que realizar otros trabajos para poder construir su sueño. “Llegué a trabajar como barista, me gusta mucho hacer café. También soy artesana, tejo cosas y me gusta mucho hacer eso. Ahora no me queda tiempo para hacerlo porque es una actividad que lleva su tiempo”, afirma.
Además, es trenzadora en un emprendimiento llamado “Trenzas Afro”, que pertenece a unas amigas suyas y en donde está desarrollando su vena de artesana. “Ahora mismo, lo único que hago son trenzas y música. Quiero dedicarme más aun a la música, pero voy de a poco”, dice con cautela.
Una superstar
Al salir de Las Negras, fue convocada por el primer grupo de rock femenino paraguayo conformado hace casi cuatro décadas, en plena dictadura y cuyas primeras tres integrantes fueron las adelantadas que desafiaron las restricciones de su tiempo, convirtiéndose en leyendas de la música nacional: las California Superstar.
“La historia es simpática porque yo no soy bajista. Yo solo toco la guitarra y nunca le miré al bajo. Ocurrió que compartimos escenario con ellas en un Kuña Fest en el Juan de Salazar. Nos vieron, les vimos y fue amor a primer toque entre las dos bandas. Me llama un día la guitarrista de Las Negras para contarme que las California le pidieron a ella que sea su guitarrista y que necesitaban una bajista. Yo creí que le iba a pedir a la bajista de Las Negras, pero me dice: ‘Yo quiero que vos entres’. Yo no estaba segura, pero me convenció”, confiesa.
Como Lucero no tenía un bajo, se puso a escuchar el disco de las California y a sacar de oído el bajo de las canciones en la guitarra. Tenía una semana para aprender a tocar un disco completo en ese instrumento nuevo antes de su primer ensayo con ellas. “Ellas me prestaron un bajo, recién ahí aprendí a tocar uno, fue más difícil obviamente”, admite.
“Empezamos a tocar y era muy divertido estar con ellas. La primera vez que lo hice me di cuenta que me gustaba mucho el nuevo instrumento y empecé a estudiarlo por mi cuenta. Eso me abrió muchas puertas porque después empecé a tocar el bajo con otras bandas y a saber trabajarlo también para mis creaciones”, reconoce.
Lucero señala que cada ensayo con las pioneras del rock fue una experiencia nueva. “Tocar con las California es súper divertido. Ahora ya no ensayamos tanto ni tenemos tantas presentaciones porque Catunga tuvo algunos problemas de salud, y hay que cuidarle un poco más. Ella es una persona increíble, te cuenta anécdotas muy locas y sobre los países en los que estuvo. Además, es muy sincera. Se le quiere mucho y me enseñó muchísimo”, dice con admiración.
Las enseñanzas de Catunga y Noemí
Nacida en Ybycuí, el 13 de febrero de 1942; Catunga Pereira fundó el grupo Estrellas Femeninas del Jazz, además de California Superstar; y fue integrante de bandas como Los Hobbies, Trío Las Luqueñas, Los Jokers, Big Boy Serenaders, Los Hidalgos, Aftermad’s y Junior Stars. Además, compuso canciones propias y realizó por varios países de la región.
“Catunga es una mujer con mucha fuerza y más una mujer haciendo música. Ellas salieron a tocar en una época aún más complicada que esta para las mujeres. Me contaron un montón de situaciones en las que eran discriminadas incluso por otras mujeres que celaban porque sus maridos iban a sus conciertos”, destaca Lucero. Hoy Catunga, sin hacer caso de la edad, sigue ejecutando la guitarra con la misma pasión y el entusiasmo de su juventud.
Por su parte, la baterista Noemí Velázquez también fue un ejemplo y aprendizaje para Lucero. Ella es otra mujer con mucha fuerza. Ella terminó sus estudios de música recién en el 2021. Se propuso terminar y ejercer como profesora de batería, fue al conservatorio y se recibió. “Para mi esa es una lección muy importante. No importa la edad. Si vos sentís que querés hacer algo, hacelo. No importa si tenés 20 años o si tenés 80. Los sueños tienen que seguirse”, expone.
Si bien es complicado, Lucero cree que cuando tomamos la decisión y estamos seguros de lo que queremos hacer, el camino se aclara porque la energía se direcciona hacia ese objetivo. “Ellas dejaron de tocar 20 años hasta que se reunieron. Querían tocar y volvieron a trabajar por ese sueño. Eso es algo que admiro mucho. Entonces, aprendí de ellas el amor y la constancia. No te vas a aburrir nunca con ellas”, promete.
Incluso cuando comenzó con Lucero Sarambi, estaba tocando con ellas. Les contaba lo que quería hacer y les mostraba sus canciones. “Cata es super cruda y siempre me decía la verdad. Si era una mierda, me decía que era una mierda y si le gustaba, también era sincero. Las California me enseñaron un montón sobre hacer respetar y hacer valer mi trabajo. Toco con ellas hace seis años y estoy muy agradecida por todo. Me animaron y me animan a todo”, asegura con mucha admiración.
Comienza el sarambi
Además de las California, tenía otra banda llamada El Brujo y sus Cromáticos. Allí exploró varios estilos. Recién después de unos años, empezó a tocar sus canciones. Fue lo último que hizo porque no se animaba a tocar sus canciones. Todo inicia cuando ella invita al baterista Vetner López a formar un proyecto de covers.
“Él iba a mi casa a ensayar y un día le mostré una canción mía. A muy poca gente le mostraba mis canciones. Él me dijo: ‘Vos tenés que tocar esto’. Yo solía presentar un set de covers y en el medio metía un tema mío, pero sin contar que era de mi autoría porque tenía miedo”, admite. Su compañero la convenció. Allí formaron Sarambí Apoha, oficialmente el primer grupo donde tocó sus composiciones.
Se mantuvieron por un tiempo como banda junto con otros músicos, pero en un momento decidió disolverla y tocar sola. “Solo guitarra y voz. En ese formato aprendí muchísimo. Subir sola al escenario, ponerle el cuerpo, defender mi propuesta y exponerme muchísimo es mucha vulnerabilidad. Creo que ese es el momento donde nació Lucero Sarambí”, puntualiza.
La primera vez que se subió sola a un escenario a tocar sus canciones, estaba nerviosa. “Yo soy súper tímida y si bien ya me había subido sola a cantar canciones de otras personas, todavía me pone muy nerviosa estar arriba de un escenario. Como esto es lo que quería hacer, por mucho tiempo tuve que entrenar, descubrir que me pasaba y por qué me pasaba eso de ponerme tan nerviosa, por qué sudaba tanto cuando cantaba frente a gente”, recuerda.
Logro desbloqueado
Entonces, en aquella primera vez, estaba muy nerviosa, pero lo logró. Tocó sus canciones, admite que se habrá equivocado en algunas partes, pero lo hizo. “Ese momento y las siguientes veces que me fui subiendo al escenario, me ayudaron a conocerme y a superar esa timidez que sigue estando ahí, que no se extinguió pero que con el tiempo fui utilizando herramientas para disminuir ese nerviosismo al subir al escenario”, afirma. Dice tener algunas cosas que resolver aún, pero ya se siente mucho más segura.
Esa timidez de Lucero Olazar contrasta mucho con el atrevimiento de Lucero Sarambi. “Lucero Sarambí se sube al escenario, hace perfomance, no le importa nada. Se puede poner pelucas, se puede poner máscaras, puede cantar, puede bailar, puede hablar con el público y Lucero Olazar es mucho más callada. Hay algunas cositas diferentes entre ambas, pero Lucero Sarambí es la que más me representa”, analiza ella.
Hay un desdoble porque al bajar del escenario, necesita un tiempo de intimidad, sin que la gente se le acerque porque necesita bajar todos los decibeles y las emociones que acaba vivir allí arriba. “Para mí es mucha energía porque la Lucero Olazar es mucho más tímida y tiene mucho más miedo que Lucero Sarambí”, recalca.
“Lucero Sarambí es un personaje tan completo que puede prender fuego al escenario al mismo tiempo que hace meditar a todos los que la están escuchando. Por ejemplo, en el último concierto me hicieron aparecer con el torso desnudo y Lucero Sarambí dijo que si de una, pero a Lucero Olazar le costaría un poco más. Lo pensaría muchas más veces”, compara.
El Cosquin Rock
Lucero Sarambi será una de las representantes del talento nacional el próximo 25 de febrero en el Cosquin Rock junto a Altamirano, La De Roberto, Salamandra, Steinkrug, Antenna, Deficiente, Passiflorx y Amapola. “Todavía estoy impactada por eso. Que me confirmen para el Cosquin fue algo inesperado pero muy bien recibido”, afirma.
Estar en el festival en el que se presentarán nombres como Ciro y Los Persas, Airbag y Trueno es un reto para ella porque significa salir de su zona de confort. “Mi zona de confort es la cercanía: es tenerle al público casi pegado, es escucharle, es cantar con el público, sentir en la intimidad. ¿Cómo voy a lograr esa intimidad desde un escenario gigante, lejos de la gente? Todavía lo estoy pensando. Queremos armar un show interesante para ese día, que no sea un concierto más. Estoy muy agradecida por eso”, asegura.
Lucero pone este desafío como un lema para que sus presentaciones no sean ‘un concierto más’ y que cada vez que suba a un escenario tenga un valor único. “Apunto a eso, que sea más pensado porque creo que los músicos tendemos mucho a tocar nada más y no tenemos en cuenta otras cosas que hacen a un show como la ropa, los colores, la manera de conectar con tu público más allá de la música”, detalla.
En ese sentido, el Cosquin va a ser un reto muy grande, pero a ella le gustan mucho los retos y se siente lista para este, “Lo que se muestra, lo que se ve. A la gente le gusta mirar y mucha información sobre tu propuesta le llega más a través de lo visual. Me voy a presentar con banda, a diferencia de cuando me presento sola con guitarra en mano, así que estoy muy emocionada por eso y por el trabajo que conlleva. Va a ser emocionante y espero que a la gente le guste”, cierra.
El próximo 9 de febrero, Lucero estrenará “Caparazón”, su nueva canción con una presentación en The Jam. La misma resultó ganadora del programa Ibermusicas. De hecho, el segundo mes del año se viene muy movido para ella porque va a lanzar más material audiovisual. Además, después de su presentación en el Cosquin Rock, se llamará a silencio para poder trabajar más enfocada en su primer disco de larga duración que – según ella- tiene que salir si o si este año.
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