¿Por qué hay mujeres que deciden no ser madres? Durante las últimas décadas el rol femenino fue cambiando dentro de la sociedad. Muchas han apostado por independizarse, estudiar varias carreras y a seguir sus sueños, mientras que la tasa de natalidad va disminuyendo cada vez más.
En los últimos veinte años el porcentaje de nacimientos pasó de un 26,28% al 19,98% según informa el Estudio Nacional de Estadísticas, y con esto nos preguntamos: ¿por qué esta decisión recae solo en las mujeres cuando se necesita de un par para traer a un niño al mundo?
Con estas incógnitas, decidimos hablar con diferentes mujeres paraguayas que optaron por no tener hijos, nos contaron su historia, razones y proyectos. También consultamos con una licenciada en psicología que nos brinda su punto de vista ante tan compleja situación.
“Siempre me cuidé por miedo a quedar embarazada”
Stefania Gómez tiene 27 años, es licenciada en comunicación y actualmente está cursando la carrera de contabilidad. Recuerda que desde la infancia se empezó a replantear la idea de ser madre y que influyó mucho la ausencia de su papá así como ver a su mamá trabajar arduamente para mantener la casa, criarla a ella y a su hermana mayor.
“Siempre fuimos una familia humilde, nunca nos faltó nada porque mi mamá se la pasaba trabajando, pero así también mi hermana y yo aprendimos a manejarnos solas porque mi papá se fue cuando yo tenía cuatro años”.
Antes de terminar el colegio secundario Stefi empezó a trabajar, ya había elegido una carrera y respecto a las relaciones, lo primero que hizo fue aprender sobre educación sexual. “Siempre me cuidé por miedo a quedar embarazada y con el paso del tiempo, tomar anticonceptivos se volvió algo mio, muy propio”, explica.
Tiempo después, cuando varias de sus amigas ya quedaron embarazadas -algunas por accidente y otras por elección- y viendo como abandonaban sus estudios y proyectos, ella tomó la decisión de no tener hijos, una elección que algunos años después le generó problemas en su relación.
“Estuve diez años en pareja y tres de ellos fueron en matrimonio. Mi pareja siempre tuvo el deseo de ser padre pero como éramos chicos no había mucho debate sobre la cuestión. Lo primero siempre fue tener una buena estabilidad económica”. Y agrega: “Constantemente le dije que no quería tener hijos y él creía que era algo del momento nada más, por eso creo que después se puso más intenso con la decisión de tener un bebé y tuve que empezar a cuidarme a escondidas”.
Las vueltas de la vida y los diferentes factores hicieron que Stefania y su marido se divorciaran. El primer reproche que recibió fue sobre su decisión de no ser mamá. “Cuando nos separamos me dijo: ‘me voy porque vos nunca me vas a dar un hijo y yo si quiero tener uno’”.
Actualmente, Stefania se encuentra trabajando, viviendo sola y estudiando una nueva carrera. Anhela en algún momento formar pareja nuevamente, pero sigue firme en la idea de no tener hijos, una decisión que sustenta en que su experiencia de haber crecido con padres separados no fue fácil y que a nivel psicológico tampoco se siente capacitada para ser mamá.
“Tener un hijo es una gran responsabilidad”
Luciana Acevedo es abogada y está a punto de terminar la carrera de gastronomía, le encanta mantenerse activa entrenando y yendo a clases de baile en sus tiempos libres. Explica que si bien nunca estuvo cerrada a la idea de formar familia, el mayor obstáculo fue encontrar pareja.
“A mis 35 años puedo decir que si decidí no tener hijos fue por no encontrar una pareja responsable, porque tener un hijo es una gran responsabilidad. No es que uno decide tener por tener nada más. Siempre fui selectiva y busqué a alguien que me demostrara que podía brindarle a un hijo todo lo que necesite, no solo lo económico”, detalla.
Algo que nota en su círculo social es que muchos hombres al separarse siguen con su vida como si nada, dejando toda la responsabilidad de la crianza de los hijos a sus exparejas y solo se ocupan de cumplir con una manutención.
“Aunque haya tenido ganas de tener un bebé, siempre pensé en que no quería dejar de lado mi vida por criar un hijo sola. Hoy en día puedo hacer cosas que me gustan, seguir estudiando, trabajar y la verdad, es un privilegio. También admiro a las madres solteras que se animan a dar todo por sus hijos, pero eso no es para mí”, puntualiza.
“Nunca me nació querer tener un hijo”
Paola Agüero es ingeniera, profesora de idiomas y deportista. Desde muy pequeña fue visionaria sobre la vida que quería construir y sus padres la apoyaron en cada uno de sus proyectos. Cuando terminó el colegio, se mudó de país para obtener el título que siempre soñó y en esos años conoció a su pareja actual.
La idea de tener un hijo nunca estuvo entre sus planes y además, agrega que siempre priorizó su carrera profesional como deportiva. “Antes que nada, la carrera que elegí fue larga y cuando terminé sabía que quería seguir estudiando. Al mismo tiempo, tenía bien en claro que era el momento de dedicarme de lleno a mi deporte y por eso decidimos con mi marido emigrar nuevamente, pero más lejos”, comenta Paola.
Durante la década de sus 20 años se volcó de lleno a trabajar y entrenar, tuvo la dicha de poder vivir en varios países y pasearse por algunos otros, siempre a base de mucho esfuerzo y dedicación. Hoy que ya tiene 33 años, sigue con la misma idea: apostar por sus sueños.
“Cuando volvimos a Paraguay decidí seguir estudiando y la verdad que los años que le dediqué a mi trabajo siempre lo hice equilibrando con el deporte. Lo cierto es que priorizo mi vida, mis metas y no pienso en ser mamá, nunca me nació querer tener un hijo. No es que no vea la belleza de serlo, es que simplemente a mí no me nace, no tengo ganas y no creo que las tenga más adelante”, argumenta.
Y agrega que tiene muchas metas por cumplir aun y que un hijo sería un impedimento para ella, también que lo ha debatido con su marido y que ambos opinan igual. “Hay que estar dispuesta a dejar de lado tu vida para centrarte a la crianza, no digo que las que tienen hijos no puedan cumplir metas personales, porque conozco varias madres deportistas de alto nivel y excelentes profesionales, hasta viajeras, pero en mi caso no es de mi interés esa responsabilidad y tampoco es algo que le interese a mi marido”, explica con sinceridad.
“Siempre tuve la idea de no tener”
Cheri Arana tiene 36 años, es chef y además, analista de sistemas que actualmente se dedica al rubro gastronómico. Se dio cuenta que la maternidad no era algo que quería al ver a varias mujeres de su entorno en sus roles de madres.
“Siempre tuve esa teoría de no tener. Cuando estaba estudiando informática tenía a una compañera que tenía hijos, siempre nos reuníamos en su casa para estudiar porque ella no tenía niñera ni a quien dejarle a cargo. La verdad era una odisea porque los niños querían atención, se portaban mal, lloraban, y al ver eso pensaba: ‘no quiero esto para mí’”, recuerda.
También señala otra historia que la hizo reflexionar al respecto. Una conocida con una hija pequeña que era mucho más tranquila e independiente, pero que aun viendo esa otra realidad, desistía de la idea de la maternidad por tener una vida social muy activa y ganas de seguir estudiando. “Me imaginaba la típica escena de querer salir y tener que dejar a mi hijo o hija con mi mamá, la verdad nunca me gustó esa idea y además que alguien dependiera de mi”.
Cheri siempre sintió mucha admiración por su mamá y la toma de ejemplo por ser una mujer emprendedora y comerciante; fue su madre quien la ayudó a costear sus carreras universitarias y resalta que siempre le dio lo mejor. El esfuerzo que hicieron sus padres para que ella lograra ser quien es hoy en día, la hizo replantearse muchas veces la importancia de tener estabilidad económica antes de ser mamá.
“Para tener hijos me hubiera gustado tener un buen trabajo, un buen ingreso para darle todo lo mejor, así como yo tuve todo lo mejor. Con la situación económica que vivimos es muy difícil y no iba a traer un bebé al mundo si no iba a poder educarle a mi gusto y brindarle los lujos que se merece”.
Y reflexiona: “Si traes un niño al mundo tenes que estar sobre ellos y no dejarle con otras personas, con el tema del abuso y las cosas que pasan, es porque en la casa no tienen una buena educación. La gente busca cuidadores para que críen a sus hijos. Realmente son muchos factores los que me llevaron a tomar esta decisión”.
Saber acompañarse en pareja y la distribución de los roles
En la actualidad muchas mujeres son juzgadas por tomar esta decisión, incluso son catalogadas como egoístas por desistir de la maternidad, pero poco se debate sobre cómo las parejas distribuyen los roles dentro de un hogar. Desde tiempo inmemorables la mujer tuvo el puesto de cuidadora por su capacidad de realizar múltiples tareas y a los hombres se les atribuyó el lugar de proveedor, explica Eliana Almeida, licenciada en psicología clínica.
La especialista relata que el concepto de pareja y monogamia nace en la época hominina, cuando el ser humano logró ponerse de pie y caminar. Desde ese momento los roles de cuidado se empezaron a compartir, por un lado la mujer con el niño en brazos y por el otro el varón siendo proveedor de alimentos.
“Lo femenino tiene el rol de la multitarea y el masculino en general la unitarea, porque cuando estábamos en épocas de las cavernas no podías estar distraído, tenías que estar atento a la caza, entonces la tarea era unifocal y eso quedó en lo masculino. La mujer siempre estuvo a cargo del cuidado de la casa, los chicos, por ser más pequeñas, tener menos musculatura y demás características físicas”.
Con el paso del tiempo esto se siguió manteniendo y la mujer no solo fue reducida a las tareas domésticas, sino que también pasó a ser potestad del hombre. “Ese era el único rol que se esperaba en la mujer, de quedarse en la casa, de no tener otro tipos de aspiraciones, ¿para qué?, entonces todo se redujo a las tareas domesticas”, agrega.
Mucho tiempo después llegó esa oleada de mujeres que se animaron a romper con los estándares establecidos, salieron a codearse con los valores en las universidades, trabajos y a reclamar derechos de igualdad, y es ahí donde inicia la crisis, explica la especialista.
“Hay una falencia es la educación que dan muchas familias, hoy en día hay hombres de 30, 40 años, incluso más jóvenes que siguen teniendo un concepto muy anticuado de que debe o puede hacer una mujer y mientras no sean educada su parte emocional, esto se seguirá manteniendo. También está la cuestión de que al hombre se le cosifica, se lo etiqueta en el único rol de generar dinero porque también está mal visto que sea mantenido”, justifica Eliana.
La profesional hace un especial énfasis en que se está dejando de lado la formación de hombres y mujeres por igual, para que ambos tengan la capacidad de cumplir múltiples tareas. Si bien las dos partes están yendo a la par cuando se trata de proveer, las tareas domésticas siguen recayendo solo en las mujeres y esto genera que a largo plazo muchas parejas fracasen.
También está la situación global actual y la psicóloga confiesa: “Veo las noticias y les digo a mis hijos: ‘mi amor, te amo, perdoname que te traje a este mundo donde la corrupción está a la orden del día, pasan tantas cosas malas y el ecosistema se está yendo al mazo’, de verdad no es broma ser padres en este mundo tan trastornado, para mi es una decisión súper pura y muy bien pensada desde el deseo. Una puede sentir el llamado de ser madre pero está en una tomarlo o dejarlo pasar, sin caer en creencias, roles únicos. Hoy en día las mujeres tienen la capacidad de ser directoras de empresas y madres, pero se tienen que dedicar a ambas tareas con la misma capacidad y pasión”.
E invita a una reflexión final: “Por eso es que hoy en día, insto a las personas a que analicen que uno tiene la gracia y el poder de elegir ser padres, y esa decisión no tiene nada que ver con el egoísmo, egocentrismo, ser mala persona o mala mujer”. Es una decisión que tiene que ver en ser honestos con nosotros mismos sobre si cumpliremos ese rol a cabalidad o no.
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