La invitada especial de esta nueva edición de Poderosas con Marilé Unger es una mujer que deslumbra con su belleza y te hace volar por los cielos. Es la tercera generación de pilotos en su familia y además fue Miss Supranational en el 2018, ella es: Ana Paula Céspedes.
Por: Natalia Delgado
La aviación siempre fue parte de la vida de Ana Paula, tanto su abuelo como sus papá son pilotos y desde muy chiquita estuvo inmersa en esa profesión. La joven recuerda un momento clave en su niñez donde el sueño de seguir los mismos pasos empezó a cosquillear su corazón.
“Cuando estaba en preescolar fuimos de paseo con el colegio al aeropuerto y yo pureaba porque mi papá era el piloto y desde esa vez dije: ‘yo quiero ser así’. Estoy muy feliz porque se me dio y poder subir a un avión, estar al frente y volar es algo que me llena el corazón”, exclama.
Los años pasaron y Céspedes rememora otros momentos muy emocionantes de su infancia, uno de ellos fue cuando entró por primera vez a la cabina de un avión. “Mi papá volaba en línea aérea y un día nos llevó a la cabina, habré tenido 7 u 8 años y me acuerdo que cuando abrieron la puerta me quedé fascinada, le empecé a preguntar a mi papá para que servía cada cosa y obviamente no entendía nada, pero era tan asombroso ver todo eso y enfrente tuyo el cielo”, comenta Ana Paula.
Y agrega: “La primer vez que habré volado era chica y como el avión se va rápido al principio yo me asusté, era como: ‘¡¿Qué esta pasando acá?!’ pero después te vas acostumbrado y como era algo que veía constantemente cada vez me gustaba más, disfrutaba más y ya no me quería bajar del avión”.
Cuando Ana terminó el colegio no necesitó pensar mucho sobre qué profesión estudiar, lo que empezó como un anhelo se convirtió en su vocación e inmediatamente le dijo su familia que quería ser piloto.
“Al principio fue: ‘¿estás segura que querés ser piloto?’. Cuando eso ya habían mujeres pilotos acá en Paraguay, incluso fue una instructora quien me enseñó a volar, pero como era todo muy nuevo estaba ese miedo de salir de la zona de confort y bueno, después se dio y la verdad que salió super bien y hoy en día somos más mujeres”, enfatiza.
A sus 18 años ya se había recibido de piloto y empezó a dedicarse netamente a la profesión, la joven menciona que en la actualidad el 7% de los pilotos en el mundo son mujeres y que espera que cada vez sean más.
Una de las cosas que más disfruta, además de volar, es conocer a más personas y los diferentes paisajes de nuestro país. Ana Paula destaca que las redes sociales se convirtieron en una gran herramienta, ya que no solo comparte su día a día, también puede conectar con sus seguidores que le escriben para pedirle orientación sobre la profesión.
“Realmente al terminar el curso de piloto privado uno ya es piloto, pero después tenés que hacer el curso de vuelo por instrumento que sería para volar cuando hay nubes, mal tiempo o es de noche, también está el curso de bimotor que es cuando el avión tiene dos motores y por último el de piloto comercial, serían esos cuatro cursos, pero una vez que haces el primero ya sos piloto” explica la profesional.
Si uno hace lo que le gusta nunca va a tomar como un trabajo”
Actualmente Ana Paula está por acumular las 1.000 horas de vuelo y según menciona es lo más importante y lo que todo piloto quiere. Si hay algo que no cambia desde la primera vez que despegó un avión, es el conjunto de emociones que siente previo a un vuelo.
“La primera vez, obviamente porque era algo nuevo, estaba nerviosa, emocionada y era algo increíble, lo que sí hasta ahora me sigue pasando y espero que siempre me pase, es sentir esa libertad al desconectar de todo lo que es la tierra, porque parece que todo se va volviendo tan pequeño y todo es tan cerca desde arriba, incluso la vista que uno puede percibir es tan linda y eso me encanta, es algo que no cambia”, describe emocionada.
La rutina de un piloto es similar a la de cualquier otra persona, la joven puntualiza que su día a día no cambia porque tenga que realizar un vuelo y que no tiene un horario fijo. “Puede ser a cualquier hora, incluso me pueden llamar ahora, pero me encanta porque siempre hay adrenalina y realmente nunca sabés como va a terminar”, agrega.
Cuando la piloto empezó a ejercer la profesión era muy jovencita y como en todos los ambientes le tocó “pagar derecho de piso”, pero para ella no fue un impedimento, por el contrario, lo tomó como una motivación. “Depende de cómo encares la situación porque eso puede ser que te ataje y que ahí pares o puede ser como en mi caso que te haga querer ser mejor y decir: ‘Sí, merezco ese respeto y yo se que puedo’”, puntualiza y continúa: “Lo más importante es que vueles para vos misma porque cuando te concentras más en el qué dirán, ahí es donde empiezan los problemas”.
Siempre que le preguntan si siente miedo antes de volar ella responde que sí, pero que al miedo hay que respetarlo y no dejar que te paralice. Incluso, comparte que tiene una cábala muy particular:
“Soy de esas personas que piensan que la maquina tiene vida, entonces siempre le hablo al avión. Antes del vuelo se hace una inspección externa para ver que todo esté bien y que no haya nada fuera de lo normal, es una vuelta 360. A medida que me voy dando vuelta le voy hablando y le digo: ‘hola churro, cómo estás?, vamos a tener un lindo vuelo, todo va a salir bien hoy, va a ser espectacular, como siempre’, y así vamos hablando, teniendo una conversación diariamente”, sonríe Ana Paula mientras cuenta la anécdota.
Piloto, modelo y Miss
Aunque la aviación fue lo primero en su vida, Ana Paula tuvo otra faceta brillante que le permitió adquirir muchas vivencias de las que aprendió, cosas que hoy en día las aplica al día a día. Cuando tenía 21 años se convirtió en Miss y representó a nuestro país en Polonia.
“Es algo que quería desde chica también y se me dio, en aquel entonces dije ‘es ahora o nunca’, y fue una experiencia bastante interesante porque pude conocer muchas chicas de diferentes culturas y también pude mostrar la mía, la nuestra. Pero, como siempre digo, es algo que no lo volvería hacer. Igual apoyo muchísimo a las misses, me encanta ese mundo, no es para mi”, aclara.
Durante dos años se dedicó a ser 100% miss y luego cerró esta etapa. La joven rememora que todo ocurrió muy rápido y que fue una experiencia muy linda porque era lo que ella estaba vibrando en ese momento. Adentrarse en ese mundo le permitió aprender a desenvolverse en todos los ámbitos.
“Me fui a Polonia y todo era en inglés, tenía que pensar dos veces para responder y todo era un desafío constante, pero así también me ayudó a desenvolverme hablando y a prepararme, ya sea el peinado, el maquillaje, cosas que yo antes no sabía o sabía poco. También me despertaba super temprano, me tenía que preparar, vestir, todo sola y tenía que estar lista a primera hora e impecable. Recuerdo que el primer día de competencia voló un botón de mi ropa y era ¿dónde hay hilo y aguja? y esas son experiencias donde aprendés y las llevás contigo para siempre”.
Cuando empezó su preparación para Miss dejó de volar por un tiempito, justamente por el trabajo que implicaba, tuvo que aprender a vestirse, arreglarse, aprender qué le favorecía y qué no tanto. En el certamen que participó habían 80 chicas de países distintos y para ella ser la representante del nuestro fue una locura.
“Todo el mundo está pendiente a lo que está pasando y sos la encargada de decir: ‘estoy acá, soy de Paraguay’, en mi caso me fui sola y estaba con mucha presión, quería hacerlo de la mejor manera, pero nunca faltan esos comentarios en las redes”, explica Ana Paula respecto a las críticas de la gente y añade: “Lo que hice fue dejar de lado eso, pero unos meses después me tomé el atrevimiento de responderle a cada personita en frío”.
“Al principio me era difícil, después ya me di cuenta que no me llevaba a ningún lado, la meditación es super importante para mí, y me di cuenta que nadie es más que nadie y que es difícil caerle bien a todo el mundo, entonces si estás haciendo algo y te hace bien, eso es lo que cuenta”, motiva la joven.
El amor y la familia
La joven piloto se emociona al hablar de su familia, por un lado la pasión y el legado que le transmitieron su abuelo y su papá por la aviación, y por el otro, su mamá, a quien ella describe como su “compañera y backstage” porque siempre la acompaña en todo.
Recientemente Ana Paula se casó y comenta que además del amor y el compañerismo que comparte con su marido, él también es piloto. “Llevamos 5 años juntos y el año pasado nos comprometimos, estuvimos un año con los preparativos (del casamiento) y fue un momento hermoso, él también es piloto y por suerte nos entendemos super bien, somos compañeros y cada vez estamos creciendo más en lo que sería el amor en sí”, expresa.
Uno de los momentos más emotivos, donde el brillo en los ojos de Ana Paula deslumbraron, fue cuando le mostraron una foto suya de pequeña, vestida con el uniforme de piloto de su papá. A esa niña le dijo: “¡lo lograste!” y por último remarcó: “Yo soñaba mucho, sigo soñando y eso también ayuda porque soy de esas personas que piensan que todo lo que pensamos atraemos y siempre positivo”.
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