La principal característica de la impulsividad es la respuesta rápida que no da lugar a la reflexión. Como suele desencadenar problemas y arrepentimientos, te compartimos 10 consejos para controlarlo.
La impulsividad ocasional puede ser un comportamiento normal y manejable de la vida cotidiana para la mayoría de las personas, pero cuando se vuelve dañina y fuera de control es un indicador de ciertas afecciones de salud mental.
Es parte de la naturaleza humana decir o hacer a veces algo que desearías no haber hecho, pero algunas personas son impulsivas con frecuencia, tal vez varias veces al día. Actuar de esa manera puede desencadenar problemas y arrepentimiento.
El comportamiento impulsivo se reconoce como un criterio de diagnóstico para varios trastornos psiquiátricos que involucran comportamientos de riesgo, pero también puede correlacionarse con acciones no problemáticas de la vida cotidiana.
De hecho, a menudo dependemos de comportamientos impulsivos e inconscientes para superar cada día, esa espontaneidad puede ser útil en ocasiones, sin embargo, cuando ya es extrema desafía nuestro autocontrol y conduce a resultados indeseables.
Cuando comienza a afectar nuestra capacidad para funcionar en el trabajo y en nuestras relaciones interpersonales, es una señal que podría tratarse de algo más serio. Los altos niveles de impulsividad pueden estar relacionados con afecciones neuropsiquiátricas como la adicción, el trastorno bipolar y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Existe una serie de pautas que las personas con alta impulsividad pueden practicar para ejercer cierto control sobre las conductas que se encuentran dirigidas por las emociones. Te compartimos las más recomendadas por los especialistas en salud mental.
10 formas de controlar la impulsividad
1. Saber qué motiva nuestro actuar
Para iniciar una serie de cambios en nuestra manera de actuar impulsiva es saber qué estímulos o situaciones provocan estas conductas. Conocer el motivo nos ayudará a evitar una reacción errónea.
Consiste en realizar un registro de todas aquellas situaciones en las que hemos actuado de manera impulsiva. De esta manera, seremos conscientes de los eventos y emociones que potencian nuestra impulsividad, por lo que al detectarlas con tiempo podremos responder de forma eficaz.
2. Contar hasta tres
En el momento en que seamos conscientes de qué situaciones generan todo tipo de respuestas impulsivas en nosotros seremos capaces de cambiar la forma en la que reaccionamos.
Solamente con intentar dejar pasar unos pocos segundos, nuestro cerebro es capaz de reflexionar brevemente y nuestras emociones se verán mucho más calmadas. Por lo que mejoraremos nuestra capacidad de manejar la tensión, las emociones y los pensamientos que provocan la respuesta impulsiva.
3. Generar autoinstrucciones
Se trata de decirnos a nosotros mismos qué pasos podemos dar o cómo vamos a responder ante una situación. Esto nos permitirá reflexionar sobre ella y elaborar unas dinámicas de lenguaje interno o incluso verbalizar en voz alta.
Si somos conscientes de nuestros pensamientos, podremos corregirlos con mayor facilidad.
5. Aprovechar nuestra energía
Muchas veces el problema de la impulsividad se desarrolla por un exceso de energía que se libera en los momentos menos adecuados. Por eso, se aconsejan actividades que supongan un alto gasto de energía como realizar ejercicios físicos o practicar algún deporte para aprender a controlar nuestra impulsividad.
6. Realizar técnicas de relajación
Practicar ejercicios de relajación, meditación o actividades como el yoga nos permitirán mantener un estado natural de calma que ayudará a disminuir las respuestas impulsivas, además nos servirá para controlar nuestros niveles de estrés.
7. Pensar alternativas
Al ser conscientes de nuestra forma de actuar, podremos elaborar pautas de reacción y pensamiento alternos. Si conseguimos realizar estas conductas las veces suficientes llegarán a convertirse en hábito y reducirán el problema de la impulsividad.
8. Ser consecuentes
Si tomamos en serio las consecuencias de nuestros actos, así como de la magnitud o el efecto que nuestras conductas pueden generar en otras personas, seremos más capaces de reflexionar antes de actuar.
9. Usar la estrategia del contrato de Ulises
Consiste en aprovechar la ayuda de un aliado para que restrinja tu libertad en los momentos en los que puedes caer en la tentación, o incluso para que te imponga una penitencia. Esta técnica debe ser conversada con anterioridad para dar el permiso previo y unas normas a seguir.
Por ejemplo, algunos otorgan este poder a una persona de su confianza para que les quite el acceso a Internet en situaciones en las que surgen las ganas de comprar algo sin necesitarlo, o bien, si ya cayeron en tentación debe darle alguna penitencia.
10. Preparar un diario emocional
Escribir cada día sobre nuestras emociones nos ayudará a detectar los patrones de pensamiento y los sentimientos que surgen en nuestra mente justo antes de que cedamos a los impulsos. De esa manera será más fácil “desactivar” a tiempo los pensamientos-trampa.
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