Durante los días de mucho calor, el cuerpo necesita consumir mayor cantidad de agua para asegurar una correcta hidratación y evitar aquellos alimentos que tardan en digerirse.
Con el aumento de la temperatura, debemos realizar ciertos ajustes en nuestro plan alimenticio, ya que para los días calurosos los alimentos que consumimos tienen que ser refrescantes y nutritivos para el organismo. Por eso, es esencial tomar mucha agua y apostar a la ingesta de alimentos ligeros.
Y es que las comidas que tardan en digerirse aumentan la temperatura corporal, lo que podría causar debilidad, dolor de cabeza, sensación de mareo, náuseas y vómitos. Comer en verano implica adaptar la dieta a un menor consumo de energía e incluir en ella alimentos con importantes cantidades de vitaminas, minerales, antioxidantes y agua.
Con esto ayudamos a reducir la temperatura corporal y resguardamos nuestra salud. Algunas opciones recomendadas durante los días de intenso calor son las ensaladas o sopas frías, las verduras ricas en agua como el tomate, remolacha, zanahoria, calabacín, espinaca o pepino, y las frutas como el melón, durazno, sandía, ciruelas, piñas y uva.
En el segmento de las carnes, son buena elección el pescado o pollo a la parrilla. Los huevos no deben faltar estos meses de calor, ya que son una fuente de proteínas ligera, pueden ser agregadas a las ensaladas o como ingrediente principal de las comidas.
En esta temporada también es importante la forma de cocción, los especialistas sugieren cocinar de manera sencilla, ya sea a la plancha, parrilla, horno o vapor para facilitar la digestión.
5 Alimentos que debemos evitar
1. Grasas. El cuerpo tarda mucho en digerirlas y en este proceso aumenta la temperatura corporal.
2. Sal. Evítalas a la hora de cocinar y también en snacks, embutidos o ahumados porque favorece la retención de líquidos y pesadez.
3. Carne roja. Mejor dejarlas para otro momento en el que las temperaturas no sean tan extremas. Como ocurre con las grasas, este grupo de alimentos sube la temperatura del cuerpo.
4. Bebidas carbonatadas y diuréticas. Estas últimas pueden llevarnos a la deshidratación, así que hay que medir muy bien cómo y en qué cantidad las tomamos. Los refrescos gaseosos y/o azucarados tampoco son una buena idea.
5. Azúcar. Además que es difícil de digerir, aporta calorías vacías. Incluso favorece la deshidratación.
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