Escribir un hit que atraviese el tiempo y las generaciones no es fácil. El secreto está en encontrar la melodía adecuada, pero al mismo tiempo contar una historia que sea recordada y aplicable en distintos momentos de la historia. De eso se trata “Mr. Jones” aquella canción tan popular de Counting Crows que con casi 30 años sigue caricaturizando a adultos jóvenes que buscan conquistar el mundo.
Por: Luis Ríos
Si hubo una canción que marcó las salidas durante la década de los 90 ya sea a las discotecas o a los pubs alternativos que tímidamente comenzaban a aparecer en el mapa de esa Asunción post dictadura, fue “Mr. Jones”. Esta canción de la banda estadounidense Counting Crows fue publicada en diciembre de 1993 como sencillo principal y tercer track de su álbum debut: August and Everything After.
Fue el primer éxito del grupo y su popularidad alcanzó a distintos países alrededor del mundo. “Mr. Jones” logró ser número siete en Francia, número cinco en los Estados Unidos y número uno en Canadá. Es considerada el himno de la Generación Jones (que abarca desde los últimos baby boomers hasta los primeros años de la Generación X). Es decir, aquellas personas que nacieron entre 1954 y 1965. Y que, al momento de la aparición de la canción, estaban en la plenitud de la mediana edad.
Su éxito traspasó los charts de las radios de aquel entonces. Más de un pub, restaurante, pizzería o local de la movida nocturna asuncena fue bautizado como “Mr. Jones” en honor a la canción. Incluso, se la escucha de fondo en algún vídeo casero de esos que abundaban en la época, pero esa es otra historia.
“Amo esa canción. Estoy muy orgulloso de ella porque la escribí antes de haber experimentado todo eso (el trajín de ser un músico exitoso y profesional), ¡y estuve en lo correcto! Es una gran canción. Es difícil escribir cosas que son increíblemente complejas e interesantes, poesía brillante, pero es mucho más difícil escribir algo que perdure en la mente de la gente. Como una melodía que recuerdes para siempre”, cuenta muy animado desde Londres, el cantante Adam Duritz, la voz y el cerebro detrás de “Mr. Jones” en exclusiva para VOS.
Además, la letra de la canción sigue estando vigente para él porque continúa soñando con ser una estrella de rock y sigue pensando que eso no es suficiente para ser feliz. No lo es todo. “Esa canción era válida antes de siquiera firmar un contrato, era válida cuando éramos muy famosos y sigue siendo válida hoy día. Es una gran composición. La amo”, afirma con mucha satisfacción vía videollamada.
El frontman de Counting Crows explica lo especial que es cuando uno escribe canciones como “Mr. Jones”, “Bye Bye Love” de los Everly Brothers, o “I Wanna Hold Your Hand” de The Beatles ya que son muy emocionales y extremadamente pegadizas.
I Wanna Hold Your Hand es simplemente pegadiza, Mr. Jones es pegadiza, y es extremadamente difícil escribir cosas así, porque tienes tu vida para expresarlas con letras y palabras, pero una gran melodía la tienes que crear como por arte de magia. No hay nada en qué basarse para inventarla. Es como inventar algo que nadie ha inventado aún, así que estoy muy orgulloso de eso”, asegura.
Es que Counting Crows conquistó audiencias de todo el mundo durante casi tres décadas con su versión conmovedora e intrincada de rock & roll atemporal. La banda lanzó siete álbumes de estudio, vendió más de 20 millones de discos en todo el mundo, y es elogiada por sus presentaciones en vivo. La composición de Adam Duritz colocó a la banda en el #8 en la lista de 2021 de la revista Billboard: “Greatest Of All Time: Adult Alternative 25th Anniversary Chart”.
El 2021
Después de casi siete años, la banda de rock lanzó su nuevo proyecto Butter Miracle, Suite One a través de BMG. Producida por Brian Deck, la suite de cuatro canciones y 19 minutos ya está disponible desde principios de junio a través de plataformas digitales.
Después de una pausa de cinco años en la composición de canciones y finalmente sintiéndose inspirado por su entorno y los frecuentes períodos de aislamiento, Duritz escribió la primera canción del disco “The Tall Grass”.
“La verdad es que no lo pensé mucho, pero simplemente no estaba escribiendo. Creo que me conozco lo suficiente como para saber que cuando comienzo a escribir se convierte en una fiebre. Quiero escribir más, quiero grabar y quiero hacer un disco. Es difícil detenerme una vez que empiezo, entonces nunca empecé, y no escribí por mucho tiempo”, contextualiza el frontman.
Adam Duritz, escribió este nuevo trabajo mientras vivía solo en la granja de un amigo en la Inglaterra rural en el verano (del hemisferio norte) de 2019 y desde allí atendió nuestra llamada. “Vine a Inglaterra en agosto a quedarme en la granja, donde me encuentro ahora. A veces con mi novia, otras veces con mi amigo y su familia, pero la mayor parte del tiempo éramos solo yo y mis dos perros. Tuve ganas de tocar el piano, así que renté uno y un amigo lo trajo hasta aquí y empecé a trabajar”, recuerda.
Metió el piano en una habitación y comenzó a tocar. Luego de unos días, escribió The Tall Grass. Al día siguiente, volvió a tocar esa canción intentando descubrir si estaba lista, jugando con el final porque realmente le gustaba y no estaba seguro si debía ser más larga.
La tocó en diferentes acordes, le gustó, cantó la letra “Bobby was a kid from ‘round the town” sobre los nuevos acordes y, por un momento, pensó que quedaba larga (como “Palisades Park”), y que debería tener una nueva sección. Sin embargo, cuando empezó a trabajar en ella se dio cuenta que no era una nueva sección, sino una nueva canción.
Entonces se le ocurrió lo siguiente: “¿Qué pasaría si escribiese una serie de canciones cuyos finales fueran el inicio de las siguientes y fuesen compuestas para que fluyeran juntas, como una canción larga, pero en realidad son cuatro canciones diferentes?”.
Cuando le vino esa idea de escribir una suite se emocionó. “Tuve ganas de escribir, tuve ganas de grabar, tuve ganas de hacer un disco de esa suite, aunque aún no sabía qué suite era, pero estuve muy emocionado en ese momento”, atesora.
La granja como refugio y las giras que se vienen
Cuando uno lee que alguien como Adam Duritz se encerró en una granja para trabajar en un nuevo material, pensaría que se volvió –a propósito- un ermitaño para sacar sus más profundos sentimientos, desarrollar sus ideas más ilógicas hasta volverlas lógicas y exigirse al máximo durante el proceso compositivo; pero no fue –tan- así. “No estaba desconectado intencionalmente, pero estaba en una granja en medio de la nada”, destaca entre risas.
“Tenía mi teléfono, más que nada para hablar con mi novia y con otros amigos, como David Le’aupepe, (el cantante de la banda australiana Gang of Youths), quien vive en Londres. Hablé un montón con él durante el proceso. Hablé con Chris Carrabba (de Dashboard Confessional). Gente con la que suelo hablar normalmente”, recuerda.
Adam no estaba desconectado, pero al mismo tiempo estaba muy remoto en Inglaterra, entonces no veía mucha gente. De hecho, no vio a nadie además de sus amigos cuando iban a visitarle o su novia, quien se quedó ahí un tiempo.
Junto al lanzamiento del disco, Counting Crows anunció su regreso a los escenarios con la gira Butter Miracleque comenzará en este mes de agosto. Sobre volver a recorrer el mundo, el cantante dice que le gusta viajar. “No tanto los vuelos en avión, sino estar en diferentes lugares. Me gusta la vida en el autobús, a veces demasiado. Me gusta estar con mi manager de gira; Tom Mullally y otros compañeros de gira. Generalmente estamos en un bus, juntos”, introduce.
Su equipo de giras ha estado con ellos casi tanto tiempo como los miembros de la banda. Su tour manager llegó en abril de 1994, su técnico de monitores y manager de producción se unió en algún momento de 1996 para su primer concierto de la gira Recovering the Satellites que promocionaba su segundo álbum de estudio del mismo nombre.
“Estos chicos han estado con nosotros desde hace mucho tiempo, somos muy unidos. Entonces extraño a mis amigos, extraño viajar, porque viajamos alrededor del mundo y también vemos amigos en otros países, y por supuesto, extraño tocar en conciertos”, remarca.
Agrega que tiene amigos en todo el mundo. Amigos cercanos en Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y más. Extraña ver a toda esa gente. Debido a que no estaban saliendo de gira, no pudo volver a ver a esos amigos e incluso a otros a quienes veía regularmente. “Todo terminó porque no estábamos girando, entonces no los veo desde hace algunos años. Es extraña la forma en la que mi vida funciona”, analiza.
Foto: Mark Seliger.
¿Y Sudamérica?
Counting Crows nunca bajó a esta parte de América y para su líder, este nuevo material podría ser una gran oportunidad. “Nunca hicimos un tour en Sudamérica, no conozco a nadie allí. Creo que si giramos haremos amigos allí. Todos los días hay alguien que dice ‘Por favor vengan a Brasil’ o ‘Por favor vengan a Paraguay’ en Instagram. Podría ser solo una sola persona, pero uno necesita solo de un promotor para llevarte al país”, confiesa.
Al mismo tiempo deja entrever que por primera vez en 30 años, pudo llegar a conversar con gente de determinados países y eso es positivo. “Nunca hablé con nadie de Uruguay o Paraguay y hoy, por primera vez en mi carrera, lo hice. Hice como siete u ocho entrevistas con Brasil, y seis o siete con Colombia, y creo nunca antes haber hablado con ninguno de esos países. Así que, por alguna razón, con treinta años de trayectoria, tenemos un interés (en Sudamérica) que no existía en el principio”, subraya quien también se dedicó a ser productor de medios.
El hecho de que la prensa siga interesada en saber qué está haciendo una banda que ya no está en el spotlight como si lo estuvo hace 30 años, implica un nuevo mercado a conquistar. “Esto es raro porque con tres décadas de carrera deberíamos estar en el punto donde no le importamos a nadie, pero en lugar de eso, tal vez podremos ir a Sudamérica por primera vez. Nunca ha pasado, y quiero ir. Cuando estás en una banda quieres ir a todas partes”, admite.
Para él, la prensa representa a un montón de gente, entonces cuando desde los medios –todavía- quieren hablar con él, lo disfruta. “El hecho de tener periodistas interesados en hablar contigo de otros países es que es una buena señal. La prensa no querría hablar contigo si nadie en el país está interesado, así que es una indicación de que tienes audiencia”, añade.
La cuarentena y los conciertos online
Para muchos artistas, la cuarentena fue difícil al verse afectados en los ingresos y ante la imposibilidad de trabajar en música o realizar presentaciones en vivo. Para otros significó una oportunidad de inspiración preparando nuevas cosas para cuando las restricciones se fueran levantando. Duritz reconoce que la pasó mejor que la mayoría. “Tuve una carrera muy exitosa así que pude sobrevivir un año y medio sin trabajo. De igual forma, sé que fue mucho más dura para otra gente que para mí”, rescata.
Además, por primera vez en su vida, está en una relación estable. “Tengo una novia desde hace cinco años. Vivimos juntos, así que no tuve que pasar por esto solo”, comenta. La misma que lo visitó luego en la granja mientras encaraba el proceso creativo de Butter Miracle, Suite One.
Resalta que habría sido terrible pasar el encierro solo. “Estar solo habría sido muy difícil para una persona loca como yo. Fue difícil porque tenía algunos amigos que fallecieron al principio, pero creo que me resultó más fácil que al resto”, asegura. Al igual que a millones de personas alrededor del mundo, el covid-19 también le arrebató seres queridos.
De igual forma, cree que los conciertos vía streaming que se realizaron durante el periodo más duro de la cuarentena, fueron algo bueno para entretener a la gente mientras estábamos en pandemia. “Permitió trabajar a la gente. Yo no tuve ganas de hacerlo. Hice sesiones de preguntas y respuestas. Entraba a Instagram y simplemente hablaba con la gente y respondía preguntas, pero no quería entrar en eso de ‘hacer toques’”, confiesa.
Para el músico, es mejor presentarse y tocar en vivo ante una audiencia real, por la sencilla razón de que la gente se acostumbra a tener algo gratis y no quieren pagar por ello. “Es bueno que paguen por ello porque de otro modo los artistas desaparecerían. ¡Hay que apoyar el arte!”, exhorta.
El desafío de las nuevas tecnologías
La agrupación representa a una generación que no es nativa digital, que tenía ese gusto por pasar horas en una tienda de discos mironeando que había de nuevo y a ahorrar para comprarse algún CD o vinilo nuevo. A lo mejor incorporó el streaming a su vida, pero recuerda con mucha nostalgia aquellos días de música más “física”.
Hoy hay que salir a conquistar a una generación que viene con el Spotify incorporado y que quizás ve a Counting Crows como algo que escuchaban sus padres cuando eran jóvenes. Para Adam Duritz, el desafío es el mismo que ha sido durante casi 30 años: salir con nuevo material y hacer discos que le importen a la gente.
“No te quieres convertir en una de esas bandas que salen cada noche a tocar sus grandes éxitos y a nadie le importa las otras cosas que estás haciendo. Es casi inevitable”, sostiene. Pero para evitar caer en eso, él ve a las nuevas tecnologías como una gran herramienta para generar interés fresco porque ahora cualquiera puede hacer música en su habitación, y cualquiera puede subir una canción a Soundcloud o Bandcamp y venderla.
Uno de los problemas que existen desde hace mucho tiempo en el ambiente musical es que un artista o banda, debía hacerlo por medio de los dueños de la industria. “Debías firmar un contrato discográfico porque entrar al estudio de grabación era muy costoso, o tal vez podrías pagarlo tan solo una vez. Además, grabar discos y enviarlos a todas partes de un país o del mundo era tan costoso, que tampoco podías hacerlo”, insiste.
En la actualidad, eso detuvo a mucha gente talentosa de hacer música al poner todas esas decisiones en las manos de ejecutivos de discográficas, quienes “probablemente son un centenar de las personas más tontas sobre la faz de la Tierra”, según nuestro entrevistado. Aquí es donde las nuevas tecnologías rompieron con el yugo corporativo y eso “¡Es fantástico!”, para él.
Eso significa que, aunque sea más difícil encontrar algo, la cantidad de buena música es mayor que nunca. Aparte, -a su criterio- una banda puede formarse, grabar un disco, permanecer junta durante diez años, seguir grabando y hacerse cada vez mejor porque el dinero no les obligará a separarse.
“Es un poco más difícil para los artistas como nosotros, porque es más difícil hacer dinero. Nadie nos está pagando por ello, pero es mejor para todos. Como la Mac, la computadora de Apple, que permite a la gente hacer todo tipo de música a edad temprana, eso es algo muy, muy bueno, creo”, cierra.
Capaz las rastas ya no estén, pero la actitud y las ganas de Counting Crows continúan intactas como aquellos días de 1991 en San Francisco cuando se decidieron a formar la banda. Adam se despide esperando conocer Sudamérica cuando todo vuelva medianamente a la normalidad. Y en honor a todos esos locales llamados “Mr. Jones” en Asunción y alrededores, sería muy bienvenido un show de ellos en Asunción.

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