Mientras dormimos nuestro cutis acumula bacterias, suciedad y partículas de sudor que tapan nuestros poros y hacerlo es uno de los primeros pasos para cuidar de nuestro rostro.
Lo recomendable es hacerlo con un jabón que sea indicado para nuestro tipo de piel, aunque los especialistas también pueden sugerir otros productos más específicos como: agua micelar, geles o espuma. Ahora la pregunta es: ¿cuál es la temperatura adecuada del agua para hacerlo?
Así como ocurre con el cabello, la temperatura del agua a la hora de lavarnos la cara es muy importante. La piel reacciona de diferentes maneras dependiendo del grado de calor o frío que tenga el agua y nuestra elección va a depender del resultado que queramos conseguir con la higiene cutánea.
Uno de los primeros errores -y de los más comunes- es adaptar el agua acorde al clima estacional, elegir agua fría en verano y agua caliente en invierno, no son de las mejores elecciones que se pueda hacer. El cambio de temperatura extremo puede influir directamente en el aspecto de la piel. En este caso lo mejor es usar agua tibia tirando a fresca.
El agua tibia es lo mejor para aquellas personas que no toleran las temperaturas bajas, tienen acné, o la piel sensible. Si tu intención es llegar a lavarte con agua fría lo que podes hacer es ir bajando de a poco los grados, y otra cosa a tener en cuenta, aunque la temperatura no sea la deseada de todos modos se estimulará la circulación y la musculatura del rostro se relajará.
El frío tiene múltiples beneficios para la cara y es lo más recomendado para una rutina de skincare. Las temperaturas bajas desinflaman, tonifican, estimula la circulación, elimina las toxinas, previene el acné, reafirma la piel y reduce el tamaño los poros.
Por todo ello, si usas agua fría para limpiarte el rostro lograrás una dermis con un aspecto mucho más saludable y cuidada. Es perfecto para todas aquellas personas que puedan soportar las bajas temperaturas.
Las temperaturas altas no son de lo más recomendable para la rutina diaria, pero de que es una buena opción ocasional, lo es. El agua caliente (a una temperatura tolerable) es excelente para desmaquillarnos, ya que ablanda las capas de make up, más aun si es a prueba de agua. A diferencia de las bajas temperaturas, el vapor dilata los poros, facilitando una limpieza de cutis más profunda. También favorece la depilación, ya que abre los folículos capilares.
Esta opción puede ser muy útil en cuanto a limpieza facial profunda, pero el uso debe ser limitado ya que puede deshidratar la piel, eliminar los aceites naturales que la protegen, producir sequedad y mayor producción de sebo.
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