La palabra que mejor define la experiencia es “reencuentro”. Con amigos que no se ven desde la pandemia, de ex compañeros de colegio o facultad, de músicos con el público y del público con la música.
Por: Luis Ríos
¿No les pasa que cuesta salir domingo? Ya sea por el bajón de la tarde o porque queremos dormir temprano para que el lunes no sea tan malo, sin embargo, había una emoción palpable. Esa ansiedad de ver a un grupo internacional, sobre todo luego de la cancelación del Asunciónico y todo lo que ocurrió después.
De la entrada al predio de la Secretaria Nacional de Deportes (SND) hasta el SND Arena se camina bastante. Y en ese trayecto se pudo escuchar varios “¡Fulano! Tanto tiempo”, bocinazos, gritos, manos levantadas a lo lejos saludando. Gente que se conocía y que, aparentemente, no se veía desde hace mucho tiempo, todas juntándose en el mismo lugar.
Ya en la explanada, uno seguía encontrándose con abrazos interminables, selfies, fotos grupales, círculos y círculos de amigos, anécdotas relatadas a viva voz. Más gente que se conocía y que llevaba tiempo sin verse. Una vez dentro del venue, los grupos de amigos daban vueltas y vueltas eligiendo el mejor asiento. Era uno de esos raros conciertos en donde había sillas para disfrutar y poco lugar para el pogo.
A las 20:15 Deliverans subió al escenario para dar 30 minutos de un intenso setlist compuesto por sus canciones más emblemáticas. “Es bueno siempre reencontrarnos con todos después de tanto tiempo”, decía Neine Heisecke desde el micrófono.
Una gran performance para un público que seguía buscando el mejor lugar. Todos ellos en modo científico con las batas blancas y las gafas protectoras, para experimentar en ese laboratorio de sonidos. En la batería, Diego Riveros con una remera tributo a Taylor Hawkins. Todavía nos duele.
Foto: Cristóbal Núñez
El espectáculo principal estaba marcado para las 21:00 y conforme avanzaban los minutos, se escuchaban murmullos y algún que otro “hora, hora”, para hacer presión. Unos 15 minutos después de la hora marcada, la banda noruega de pop formada en Oslo en septiembre de 1982, hacía su entrada.
La gira mundial que celebra el álbum debut de la banda: “Hunting High And Low” lanzado en 1985, finalmente estaba en Paraguay. Este disco es considerado uno de los más importantes en la historia de la música pop porque el álbum presentó al mundo éxitos atemporales como: “Take On Me”, “The Sun Always Shines On TV”, “Train Of Thought” y el propio, “Hunting High And Low”.
“Antes de venir aquí, primero estuvimos en Buenos Aires y lastimosamente uno de nosotros dio positivo al Covid. Está ahora en la habitación en Argentina, así que mandémosle mucho amor hasta allí. Ustedes sigan cuidándose y permanezcan a salvo”, contaba Magne Furuholmen, poco después del arranque.
Más de uno habrá ido al show conociendo y esperando solamente “Take on Me”, pero esta banda mostró su amplia gama de sonidos, los que van desde ese pop con toques oscuros de New Order, hasta las guitarras más psicodélicas que nos recuerdan al rock progresivo de los 70 con Yes o Génesis.
Por supuesto, no faltaron sus grandes baladas. Aquí es donde Morten Harket, demostró que su calidad está intacta, sin importar el paso del tiempo. Un par de personas cerca mío derraman lágrimas, al dimensionar como él sigue alcanzando notas altas con tanta facilidad. Antes del show, la banda tuvo un recorrido por la ciudad y al llegar a la Isla de Francia, él bajó a comprar plantas. Es muy amante de la vegetación.
Foto: Cristóbal Núñez
En las gradas, la emoción seguía a flor de piel materializándose en selfies, sonrisas, palmas y abrazos de reencuentro. Estábamos escuchando a una banda con 40 años de trayectoria, entonces es un público diferente al del festival que no pudo ser a mitad de semana. Padres con sus hijos mayores e incluso, jóvenes abuelos, copaban los casi 5.000 lugares disponibles esa noche.
Pero A-ha no vino solamente para hacer nostalgia, prometieron un disco nuevo, posiblemente en el transcurso de este año. De esa nueva placa adelantaron dos canciones nuevas. “La verdad que me gustaron los temas nuevos, yo me quedé con esas músicas que estaban de moda cuando yo era adolescente”, les decía una mamá a sus hijas a la salida del show.
Es interesante ver en vivo a estas bandas con tanta trayectoria porque a pesar de que ya no estén en el spotlight, y más allá de la nostalgia, despliegan una puesta en escena sólida que sirve de puente entre distintas generaciones.
Luego de 95 minutos aproximadamente, los músicos dijeron adiós, muy satisfechos por el show que dieron y por el recibimiento del público. Ahora ese “tanto tiempo sin vernos” se conviertió en un relato de domingo para una sobremesa familiar, en anécdotas para ser compartidas en grupos de WhatsApp. Hubo reencuentro, hubo rock, hubo pop, hubo A-ha en Paraguay.

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