En un contexto en el que parece que no hay nada más para crear, surge un colectivo musical que explora los elementos sensoriales apelando al miedo o el horror, buscando ahondar más en la concepción del ser humano. De eso se trata Lethe.
Por: Luis Ríos
Lethe es un colectivo avant garde paraguayo, conformado por el músico y escritor Juanma Ramírez Biedermann conocido Zethyaz, por su trabajo al frente de la icónica banda de black metal nacional, Sabaoth. Junto al periodista y creativo visual Matías Irala, el productor Juan Ángel Monzón, la fotógrafa Natalia Planas, la diseñadora Sandra González y el realizador audiovisual Gaspar Insfrán.
“Le aplicamos avant garde porque, nos parecía que tanto en la cuestión visual como en la cuestión atmosférica, es como que sale completamente del status quo y el avant garde se caracteriza justamente por eso. Por esa capacidad de transgresión que tiene y no estar en algo muy foráneo o algo que esté dentro del mainstream, hablando en el plano musical. Eso es como que ponemos el concepto aplicado a la música”, retrata Irala para contextualizar a Lethe.
La iniciativa nace a partir de conversaciones entre Ramírez Biedermann e Irala acerca de la extensión de lo atmosférico en materia musical, a los estadios sensoriales desde el apartado visual. “Con Lethe empezamos a hablar desde el año pasado. A mí realmente me gusta mucho la música ambient y cuando empezó la pandemia, empecé a escuchar muchísimos discos de ese estilo. Empecé a escuchar música de la época de Burzum cuando Varg Vikernes estuvo en la cárcel y me parecía muy interesante porque era todo instrumental”, recuerda Matías.
En un momento en el que estaban deliberando con Juanma sobre varios proyectos, fue cuando comenzó a consumir materiales musicales que Zethyaz le compartía. “Empezamos a intercambiar, y ahí como que me parecía interesante esta idea de la evolución de lo oscuro, de explorar lo oscuro, algo más atmosférico-ambiental y algo más pesado. Me parece que simplifica mucho más esa sensación, como una cuestión sensorial que a veces en la estructura del rock o el metal, ya está pre-formateado de alguna forma”, explica.
Foto: Gentileza
Transformar la atmosfera
Para Matías, lo atmosférico nos invita justamente a una experiencia más subjetiva, más individual y es algo que les llevó a generar Lethe. Juanma se encargaría de la música y él de lo visual. “Justo en esa época estaba viendo muchas películas del expresionismo alemán, como El gabinete del doctor Caligari. Empecé a ver una película que se llama Begotten. Además, me obsesioné con un director que se llama Kenneth Anger que tiene también un audiovisual llamado Lucifer Rising, el cual incluye un material sonoro que es como más progresivo, parece que estás escuchando algo así como un rock psicodélico tipo Aphrodite’s Child”, detalla el comunicador.
A Matías le parecía interesante cómo a medida que ese filme iba evolucionando, las imágenes en las transiciones se volvían bastante simbólicas y sin un guion muy específico. “Particularmente a mí, eso me incomodaba o me generaba algo. Con Juanma, deliberamos y queríamos traer eso mismo, pero no tan ‘LSD’ sino más de terror, de miedo, de incomodidad. Por eso, en nuestro material audiovisual en ningún momento hay un plano donde se vean rostros; siempre son manos, rostro oculto, cuestiones ausentes porque de alguna manera eso genera incomodidad”.
En la parte visual, Para construir Lethe se inspiraron en el horror y lo espeluznante.
“Durante la pandemia, me puse a leer mucho sobre esos temas. En cuanto a la imagen, aparte de la sensorialidad, nos interesaba también lo raro. Lo raro corresponde a la subjetividad, a una percepción de una realidad deformada, a algo que te resulta familiar pero que te asusta. Lo espeluznante me parece atractivo y creo que se nota dentro del material audiovisual. Es algo que forma a su vez otra cosa más oscura y de horror”, conceptualiza.
A partir de ahí, empezaron a trabajar con la diseñadora Sandra González para la indumentaria. La búsqueda era algo que tenga reminiscencias sacras y también se fijaron en ciclograbados.
“Nos inspiramos mucho en un libro que se llama Emblemata Sacra. Es un libro de la edad media que habla sobre la cardiomorfosis (la conversión del corazón humano según el dogma del Sagrado Corazón de Jesús) y cómo los cristianos iban explorando el corazón y la transfiguración. A partir de ahí, empezamos a ver algunos elementos puntuales en estos grabados y de esa forma o esos elementos, fuimos tomando para aplicar en la indumentaria”, detalla Irala.
Todo eso condensaba muy bien con el dark ambient y por ello, ambos lo consideran como una evolución natural del black metal, con un tinte más atmosférico, más sensorial y que incluso genera piel de gallina a gente que ya vio su material. Natalia Planás se encargó del apartado fotográfico y Gaspar Insfrán del apartado audiovisual. “Creo que eso sintetizaba muy bien lo que queríamos visualmente”, resume el creativo.
El contexto musical
Parece estar todo inventado en materia estrictamente musical. Para Zethyaz, plantear una idea de avant garde en términos musicales hoy en día se hace muy complejo. Por eso, cuando hablamos de Lethe, hablamos de un colectivo cultural, no de una banda convencional de música, y tampoco hablamos del tradicional grupo que puede presentar una suma de integrantes donde todos son instrumentistas o compositores.
“Cuando hablamos de Lethe, hablamos de un colectivo donde la parte musical estrictamente la llevo yo pero que es un solo elemento de lo que estamos desarrollando. Evidentemente que lo visual hoy en día, así como la forma en que se está desarrollando la distribución, la difusión, la llegada de la impronta de la industria fonográfica o musical es preponderante y eso se traduce en la presencia en redes sociales”.
Y continúa: “Entonces, esa intención de ir a la vanguardia tiene que ver con crear un proyecto, un colectivo en donde no solo intervenga lo musical, sino que lo musical vaya a la par de otras disciplinas artísticas que tienen que ver con cine, con diseño de vestuario, con fotografía, en parte también con poesía”, detalla el experimentado músico.
Si bien no hay poesía explícitamente escrita y son instrumentales, hay una intención estética en todas las imágenes que se van conjugando en lo que ellos bautizaron como Lethe. Este nombre no es casualidad.
“Lethe es una palabra griega que significa ‘olvido’. En la mitología griega es uno de los cinco ríos del Hades, donde al beber directamente de sus aguas, provocaba el olvido completo. Creemos que resume la esencia del proyecto, que transita por profundos pasajes sonoros e imágenes que automáticamente invitan a desprenderse del presente y adentrarse al universo Lethe”, explican los integrantes del colectivo.
El pasado 1 de abril se estrenó el vídeo musical “Flumina”, que se desprende del primer EP del proyecto. “Flumina es el primer ensayo visual que nace después de un año de exploración. ¿Qué hay donde no hay nada? Es la pregunta para abrir el primer universo que se desprende de Lethe, marcado por referencias simbólicas, sonidos perturbadores y un marcado misticismo”, reflexionan los miembros.
“Recuerdo mucho una frase de la novela El exorcista (William Peter Blatty – 1971) que dice ‘al buscar el olvido intentaban recordar’ y nosotros de alguna manera estamos tratando eso. Estamos tratando de abordar elementos que parecería te invitann a desprenderte de situaciones, a vaciar la cabeza, a entregarte a un ambiente, a una situación y quizá, a través del olvido, empieza a conectar alguna cosa que tiene que ver con lo sensorial, con la memoria, con el recuerdo, con reminiscencia. Creo que Lethe pasa por eso, pasa por una experiencia total en todos los sentidos, como una gran sinestesia que se da en lo musical, en lo visual, en lo fotográfico, etc”, reflexiona Juanma.
Foto: Gentileza
Agudizar los sentidos
La actualidad nos encuentra sobresaturados de información y cada vez es más difícil ‘desconectarse’ para tratar de ver más allá de donde nuestros sentidos. Juanma explica que eso se puede lograr ya que uno siempre acude a signos y símbolos, a texturas y a pasajes.
“Vamos a un ejemplo concreto: cuando uno escucha cómo funciona la industria, entrevistas de managements, de cómo discutir la canción, te dicen: ‘si alguien le da play a un tema tuyo en Spotify y no queda enganchado en los cinco segundos, cambia la canción’. A ese nivel de consumo superfluo estamos llegando. A ese nivel de ansiedad, de casi sinsentido. No puede existir una canción que tenga que meter todo en los primeros cinco segundos para que a alguien le interese, es un despropósito total”, lamenta Ramírez Biedermann.
Entonces, lo que están haciendo con este nuevo proyecto va en contra de eso. La persona que quiera involucrarse con una nueva experiencia sensorial, tiene que crearse un espacio, darse un espacio y entregarse a una situación o a un pasaje. “Con las personas con las que hemos hablado, que se adentraron en el mundo Lethe, me dijeron que funcionó. Me dijeron que encontraron un momento estético que no encontraban hace mucho tiempo, que a lo mejor asociaban con esa época en el que uno llegaba a la tardecita a la casa y ponía un vinilo, escuchaba un disco de punta a punta y eso generaba una experiencia estética que hoy ya no se da. Entonces, acudimos a eso para crear un ambiente”, subraya Zethyaz.
Lethe cuenta con una página en Instagram en donde van suministrando sus trabajos y creando diferentes juegos lúdicos que conectan con los pasajes sonoros. “Nos parece interesante habitar Instagram, en una era marcada por el dispositivo digital ¿Por qué no jugar con aquello que inquieta también? Son esas preguntas las que nacen cuando comenzamos a pensar en cómo distribuir el proyecto”, cierran Juanma y Matías.

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