Esta nueva película de Netflix hecha en Argentina, estrenó en junio y su director, Sebastián Schindel, conversó con VOS sobre el éxito y todo los condimentos para armar este largometraje.
Por: Luis Ríos
La película sigue la historia de Luciana (Macarena Achaga), quien está inmersa en un círculo de misteriosas muertes de sus familiares que se va achicando cada vez más, acorralándola. Es un thriller psicológico basado en la novela La muerte lenta de Luciana B. de Guillermo Martínez.
“Del libro me atrapó todo, entonces es difícil identificar alguna cosa especifica. Me parece que es una novela excelente donde uno no sabe a quién creerle, si le cree de Luciana o si le cree a Kloster, y creo que es muy buena literatura. Está llena de ideas”, resalta el director quien además se ocupó de la adaptación del guion.
Y es que un enigmático escritor, Kloster (Diego Peretti), antiguo jefe de Luciana, sobrevuela la escena en medio de un halo velo de horror y culpabilidad. Mientras, nuestra protagonista desarrolla una lucha obsesiva para salvar la vida de su única familiar viva, su hermana menor. Una encrucijada entre la razón y la muerte. Una carrera contra el tiempo para sacar a la luz su verdad y un último pacto de sangre para terminar con la venganza.
“Más allá de ser un thriller, tiene un montón de ideas que tienen que ver con las matemáticas y también con referencias a la literatura. Es muy compleja y con dilemas morales de muy difícil solución. Todo es muy rico para explotar a la hora de llevarlos al cine”, agrega Schindel.
Foto: Netflix
El testigo privilegiado
No es la primera vez que Sebastián se basa en algún texto de Guillermo Martínez (que obtuvo el Premio Nadal de Novela 2019 por Los crímenes de Alicia). Su segunda película, El Hijo, también está basada en un cuento del mismo escritor titulado Una madre protectora.
“A mí me encanta su literatura y después de El Hijo quedamos amigos. De ahí que surgió la idea de hacer este proyecto. Es una literatura en la que yo me siento muy cercano porque suele presentar conflictos que, como te decía recién, no tienen solución”, señala.
Esos conflictos están implícitos en la vida misma: encrucijadas morales donde hay cierta ambigüedad en los hechos, donde puede tener razón uno o puede tener razón el otro. Y que dependiendo desde donde uno pare a mirar, tendrá una interpretación totalmente distinta de la situación. Sobre cómo trabajar ambas adaptaciones, el también guionista dice que es más fácil hablar de las similitudes.
Ocurre que ambas están contadas en el rol de un testigo privilegiado de los hechos del cual se sabe muy poco y es este testigo privilegiado es el que duda o no sabe en qué creer. “También es una estrategia literaria que suele usar Guillermo (Martínez) en la que, por lo general, están contadas sus obras y se dan en estos dos casos. Entonces lleva a que pase lo mismo con el espectador”, describe.
De este personaje que se sabe muy poco y para poder llevarlo a la película, hay que complejizarlo. “Entonces tenemos que saber quién es: tiene que tener una vida propia, tiene que tener sus propias inquietudes, sus propios conflictos y en La Ira de Dios es el personaje de Esteban Rey que interpreta Juan Minujín, y que creció muchísimo al tener que darle su propia vinculación con Kloster. Un poco eso está insinuado en la novela, pero no está desarrollado, no tiene ni nombre en la novela”, puntualiza Schindel.
Una de las escenas de “La ira de Dios”. Foto: Martin Kraut/Netflix
Las diferencias
En El Hijo pasaba lo mismo, pero allí combinó muchos personajes secundarios para crear el rol que interpreta Martina Guzmán. “En El Hijo fue otro camino de eso mismo. También está el tema de cómo se van contando los hechos de forma fragmentada o se remiten a hechos del pasado”, recuerda.
En La Muerte Lenta de Luciana B, era difícil porque uno puede leer el libro y según Sebastián, haciendo como una disección un poco bruta y mal hecha, podría decir que está separada en tres grandes partes: una primera y larga conversación entre Esteban y Luciana. Una segunda larga conversación entre Esteban y Kloster, y finalmente, la resolución.
¿Cómo llevar eso a la pantalla? “En esas conversaciones se hablan de hechos del pasado que transcurrieron en los últimos 12 años. Se utiliza el método de flashback y se revisan esos mismos flashbacks desde otro punto de vista. Eran distintos caminos que evaluamos a la hora de llevar la adaptación y decidimos contar los hechos del pasado, no en forma de flashback, sino en paralelo a los del presente”, detalla.
La Ira de Dios va del presente al pasado en una narración paralela que no revisa los hechos, sino que solo los muestra una única vez pero con la suficiente ambigüedad como para que cuando después llegue la otra visión de los hechos, el espectador pueda encontrar la otra interpretación.
En cuanto a las claves o secretos a la hora de guionar, el hombre de cine cuenta que cuando escribe, ya sea un guion original o adaptando una novela, no solo piensa en cómo contar los hechos y en qué es lo que el espectador va a ver, sino en qué es lo que el espectador va a imaginar mientras.
“Va desde qué va a fantasear el espectador, qué explicaciones se va a armar en la cabeza, qué hipótesis va a tener, al mismo tiempo que va viendo las imágenes o las escenas que se le presentan en la película. Trabajo mucho con eso, no solo con lo que el espectador ve, sino en tratar de jugar previendo las hipótesis o la fantasía del espectador”, confiesa.
El boom global
El thriller se ubicó #1 en el Top 10 global de Netflix de películas de habla no inglesa en su primera semana con 17.23 millones de horas vistas por personas de todos los rincones del mundo. Durante su primer fin de semana, en Paraguay se ubicó en el puesto #2 de las tendencias y continuó en el top 10 por el resto de la semana.
Sobre estas sensaciones que esos números dan, Sebastián cree que es abrumador. “Esto de haber tenido el estreno en Netflix en simultáneo en todo el mundo y escalado en los primeros días, en la primera semana haberse ubicado en el número uno de las películas más vistas de Netflix en todo el mundo de habla no inglesa es lindo, pero atosigante”, reflexiona.
Además, dice que recibe comentarios en todos los idiomas. “De Brasil me escribieron mucho. Mis películas suelen funcionar muy bien en Brasil, lo cual es raro porque está la barrera idiomática. Eso, para mí es muy fuerte. Bueno, ver que también hay comentarios de la película en inglés, en francés, en polaco, en alemán, es un poquito abrumador”.
Desde su primera película El patrón: radiografía de un crimen, Sebastián Schindel cosechó buenas críticas en sus realizaciones y su carrera como cineasta va siendo cada vez más ambiciosa. Es por eso que, para él, hay siempre un poco de presión para que su siguiente proyecto sea mejor que el anterior. “Hay ese sentir que cada película tiene que ser como superadora de la anterior. Yo trato de no hacerme cargo de eso, trato de jugar”, analiza.
Sebastian con el elenco de “La ira de Dios”. Foto: Camila Miyazono/Netflix
Una carrera en la que hay que tomar riesgos
Por la manera en la que él encara su trabajo, le gusta tomar riesgos, no pisar sobre lo seguro. “Después habrá a quien le guste más o a quien le guste menos”, resume. Además, La Ira de Dios es una película que, al igual que las otras creaciones de Schindel, busca generar una oportunidad de reflexionar acerca de diferentes temáticas sociales y culturales.
En ese sentido, su anterior película Crímenes De Familia era una muy jugada. “Fui a ver a muchos productores que me decían que les parecía muy bueno el guion, pero que lo veían tan riesgoso, que no lo querían producir. No querían arriesgar en invertir su dinero en una película en donde los diálogos eran casi todos monólogos a cámara leyendo el guion”, recuerda.
Y agrega: “El guion era un monólogo de 10 páginas de un tipo hablando a la cámara. ‘Bueno es la propuesta’, les decía y ellos que ‘no, no esto no’ y las cosas que pasaban eran muy terribles, entonces me costó hasta finalmente dar con los productores (que son los mismos con los que hizo La Ira De Dios) que se animaron”.
Sebastián basa su éxito es su calidad y credibilidad. “Me decían: ‘No creemos en el guión, creemos en vos. Vamos a hacerla, pero porque confiamos en vos’ y al final la película (Crímenes De Familia) fue un exitazo”, resalta.
Una escena de “La ira de Dios”. Foto: Martin Kraut/Netflix
Con La Ira De Dios también tomó riesgos pero en otra dirección totalmente distinta. Ahí -atención spoiler- es un final muy angustiante. Es un final al que no nos tiene acostumbrados y este director es consciente de ese riesgo, pero le gusta tomarlo.
“Uno se construye explicaciones para sentirse a salvo en la realidad, para sentirse parado sobre la tierra y uno se siente cómodo con las explicaciones que se construye uno mismo. Bueno, invito a que construyan sus propias explicaciones en la película. Mis películas requieren de un espectador activo, un espectador que participe activamente del hecho cinematográfico y que complete con su imaginación aquello que yo adrede dejo fuera del campo”, señala.
Por eso, esta se convierte en su película más oscura. Las pistas estásn en el clima, en la ambientación de las noches tenebrosas, en las tormentas y en ese espíritu omnipresente siniestro o diabólico. “Es como un dios oscuro que está todo el tiempo presente en vez de ponerlo en palabras. Así como si Kloster hubiera hecho un pacto con el diablo del cual no se habla, pero se respira y también es arriesgado jugar en estos límites”, ejemplifica.
Esa forma de construir (para Sebastián) es más aceptada en la literatura, pero en el cine, el público quizás quiere que todo esté explicado. “Por ejemplo, aunque gane el villano, por lo menos que se explique todo; y en la vida, uno no tiene explicación para todo uno. Se las tiene que construir uno mismo las explicaciones”, analiza.
“Por ahí, un cine más industrial, mainstream o llamémoslo norteamericano, no hace eso. Nos da todo cocinado y masticado, entonces convierte al espectador en pasivo. Lo único que hace es recibir la película. Acá hay que hacer mucho más que recibirla, hay que procesarla, completarla, y que se haya convertido en un éxito tan masivo es raro porque se están enfrentando una película que tiene un desafío para el espectador”, reflexiona.
Durante el rodaje Foto: Martin Kraut/Netflix
Su próxima película
Sebastián Schindel no descansa y ya está encaminando el que será su quinto largometraje. “En este momento estoy en plena recta final de post-producción. Con esto de que me gusta tomar riesgos, estoy terminando una película que nada tiene que ver con las anteriores. Lo primero que te voy a decir es que no tiene saltos temporales, es lineal, porque en todas las cuatro películas hubo saltos temporales”, adelanta.
Y nos confiesa: “Ahora estoy en el estudio de trabajo, hice una pausa para hablar con Revista VOS. Les voy a decir lo más impactante y espero que estén sentados. Es una comedia romántica que hace años tengo ganas de hacerla. De hecho, la empecé a escribir al mismo tiempo que empecé el guion de Crímenes de Familia. Es decir, la tengo desde hace unos cuantos años”.
Rápidamente recuerda que con este proyecto le pasó lo mismo que con los dos últimos: eran las productoras las que no querían arriesgarse. “Llevaba el guion a muchos productores y me decían: ‘Sebastián, vos no sos un director de comedia romántica, vos sos un director de thriller, de realismo social, de películas oscuras, sórdidas’. Y yo decía: ‘Bueno, pero tengo ganas de contar esta historia, de probar algo nuevo y arriesgarme en un nuevo género’. Ahora vamos a ver cómo me sale”, comenta el director.
“Estoy súper contento por cómo quedó, estoy muy feliz y ya estamos en la etapa final de doblajes, color, efectos especiales y ya está cerrándose la película. Se va a llamar Mienten”, nos adelanta y este nuevo emprendimiento todavía no tiene fecha de estreno, por ahora.
Foto: Netflix
Su amistad con Renate Costa
Además de ser director, productor, guionista, director de fotografía y montador, Sebastián es documentalista. Sigue siendo profesor de cine documental en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC). “Si bien, no estoy realizando documentales en este momento, sigo dando clases de documental porque me encanta”, dice.
Y fue trabajando en este rubro que tuvo un vínculo con Paraguay. “Como yo me dedicaba al documental, había conocido a Renate Costa que lastimosamente falleció. Vi sus películas y la conocí personalmente. La verdad que es una gran pérdida, cuando me hablan de cine paraguayo, yo me acuerdo de ella por el vínculo que teníamos”, recuerda con cariño.
Schindel cierra lamentando el no conocer tanto de cine paraguayo. Por eso invita a quienes vieron sus películas en nuestro país a que le recomienden apuestas nacionales para mirar.
Si aún no viste La Ira de Dios, te recomendamos este thriller psicológico lleno de misterios y venganza, que desarrolla los distintos puntos de vista de los protagonistas para abordar sus miedos y deseos, mostrando al público una historia en donde la línea entre el bien y el mal se vuelve difusa.

···¿Ya nos seguís en las redes? Mirá todo lo que tenemos para VOS Facebook l Twitter l Instagram