Para cada gusto y necesidad, hay un tipo de manicura. Y si tu situación recurrente son las uñas débiles y quebradizas, tu solución podría ser el “kapping”.
Si bien las uñas esculpidas cobraron gran popularidad gracias a lograr la forma y el largo soñado, el kapping es ideal para quienes desean tener las manos prolijas, pero no pueden o no quieren tener las uñas largas.
En este método lo que se hace es aplicar una capa fina de acrílico o gel sobre las uñas y de esta manera se crea un escudo protector que evita que la uña natural se quiebre o descame. La única función que tiene este tipo de belleza de manos es la de engrosar las uñas, no modifica ni el largo, ni la forma.
El kapping también está muy indicado para aquellas personas que tienen la costumbre compulsiva de morder las uñas -onicofagia-. Generalmente cuando se aplica, las uñas quedan transparentes, pero también hay variantes donde el resultado final se diferencia en un tono blanco o rosa clarito.
Una vez aplicada la capa protectora se puede proceder a dar a las uñas los diferentes colores y diseños de preferencia, ya sea en esmalte común o semipermanente. Su duración estimada es de 21 días, pero para que tenga esa longevidad es importante mantener algunos cuidados básicos.
Esto no solo tiene que ver con la cuestión estética, si el kapping se desprende puede haber filtraciones y esto puede perjudicar a la uña natural. Para evitar cualquier inconveniente es importante usar guantes para realizar las tareas del hogar, evitar sumergir las manos en productos químicos de limpieza, detergente y pinturas. Tampoco realizar acciones brudcas con las uñas, como por ejemplo, abrir una lata.
¿Ya probaste el kapping? ¿Te animarías?
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