La manera de percibir al mundo y a uno mismo puede influir en la salud en general y, según los especialistas, sentirse joven vuelve a las personas más resilientes y saludables.
Cada pensamiento que nuestra mente crea, ya sea positivo o negativo, tiene un impacto sobre nuestra salud física. Es el centro de mando del sistema nervioso y maneja, además, la memoria, el movimiento de nuestro cuerpo y nuestras emociones, según explica un estudio publicado en National Library of Medicine.
Pensar que se es más joven de la edad cronológica ayuda a que el cuerpo funcione mejor, asegura Sergey Young, experto en longevidad, fundador del Longevity Vision Found y autor de “La Ciencia y la Tecnología de Crecer Joven”.
En parte, los investigadores afirman esta teoría en la actitud. Cuando una persona es optimista y tiene una postura ganadora siempre lleva ‘las de ganar’ en diferentes situaciones de la vida. Cuando el cerebro está feliz, la persona se siente enérgica y empoderada y, si bien los genes, la condición física y las aptitudes influyen, el optimismo es fundamental para tener bienestar físico, porque a través del cerebro se regula la resiliencia, las emociones y varias facetas de bienestar mental.
Por otro lado, una investigación llevada a cabo en el 2018, estudió a 68 adultos mayores saludables y descubrió que quienes se sentían más jóvenes tenían una materia gris más gruesa y menos deterioro vinculados a la edad. A contraparte, quienes se sentían mayores tenían más riesgo de ser hospitalizados o padecer alguna afección.
La longevidad está estrechamente vinculada a la estabilidad emocional; cuando una persona vive con actitud pesimista, estresada y sin ánimos de hacer nada, el deterioro es prácticamente inevitable, básicamente porque el cortisol -hormona del estrés- está activo todo el tiempo y cuando los niveles son muy altos se desencadenan procesos inflamatorios en el organismo, a la vez que se deteriora el sistema inmune.
“Nuestro estilo de vida determina el nivel de salud y el nivel de ejecución de cualquier cerebro dentro del rango que genéticamente está determinado. Es decir, dentro de ese rango tendrán mejor ejecución y serán más exitosos aquellos cerebros que lleven un estilo de vida sano, que incluya ejercicio moderado, dieta adecuada, ausencia de estrés, ausencia de tóxicos, etc.”, asegura José Luis Trejo, neurocientífico del Instituto Cajal (CSIC) y vicepresidente del Consejo Español del Cerebro.
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